¿Cuáles son los posibles mecanismos lesivos que sufren los deportistas?
Publicado 12 de mayo de 2021, 12:22
Dr. Fernando Naclerio, PhD, CSCS, CISSN, RNutr
Sports Scientist. Strength and conditioning training. Sport NutritionistRespondió 12 de mayo de 2021, 12:35
Mecanismos lesivos
Los mecanismos o acciones durante los cuales se producen las lesiones han sido analizados por diversos autores (Woods et al., 2002; Wong and Hong, 2005). Wong and Hong (2005), indican que en el fútbol los mecanismos en donde se producen las lesiones son muy variados siendo durante las entradas o tackles sufridos o realizados durante la carrera, los giros y los cambios de dirección o al frenar y caer las acciones durante las cuales se producen mayor cantidad de lesiones. De todas formas, aunque las acciones en donde existe contacto entre jugadores son más propensas a producir lesiones, diversos trabajos de investigación y auditoria han mostrado que la mayor proporción de lesiones especialmente de tipo muscular o sobre el ligamento cruzado anterior se producen sin mediar contacto alguno (Woods et al., 2004; Woods et al., 2002; Rochcongar et al., 2009).
La Tabla 1, muestra los resultados de un trabajo realizado por Woods et al (2002) durante dos temporadas en donde analizaron los mecanismos de lesión, el periodo del año y el porcentaje respecto al total de lesiones producidas en 91 equipos de las ligas inglesas (Premier y Football League).
Con respecto a las lesiones musculares, como he mencionado en el apartado anterior, la distensión, microruptura o ruptura fibrilar en la musculatura posterior del muslo es una de las más comunes que se suceden en las carreras de velocidad o en los deportes de conjunto en donde se observan una gran cantidad de acciones explosivas como las aceleraciones reiteradas, movimientos bruscos, cambios de dirección golpes de balón, etc. (Brockett et al., 2001; Brockett et al., 2004). De todas maneras, además de las lesiones causadas por los movimientos bruscos en esta zona también se han descrito lesiones debidas a la realización de movimientos lentos con desplazamientos extremos y sostenidos como los que se producen durante los ejercicios de estiramiento o flexibilidad estática (Askling et al., 2000; Askling et al., 2002).
De acuerdo con Askling et al (2002), las lesiones musculares sobre la cara posterior del muslo pueden diferenciarse en dos tipos de acuerdo a su localización y a las circunstancias en que se producen:
1. Las producidas al realizar acciones explosivas con pesos relativamente bajos y movimientos de gran velocidad en donde la zona posterior es sometida a un estiramiento activo (acción excéntrica), como las que se realizan durante las desaceleraciones de la pierna en la última fase del swing de la carrera de velocidad. En estos casos las zonas más dañadas son el vientre muscular de la porción largo del bíceps femoral (Thelen et al., 2006).
2. Las producidas por elongar excesivamente e intentar alcanzar grados de desplazamiento muy amplios como los que se producen en algunos gestos de la danza, en donde se realizan acciones lentas manteniendo la cadera flexionada y las rodillas extendidas lo cual lleva a producir elevadas cargas de estiramiento (excéntricas) e incrementar el grado de tensión en la zona proximal del muslo. En estos casos la zona más comúnmente dañada es el tendón del semimembranoso (Askling et al., 2002).
En el primer caso, los daños musculares sobre la zona posterior del muslo se producen cuando se excede la capacidad del vientre muscular de tolerar las cargas de estiramiento a que es sometida durante acciones de velocidad. En estos casos el riesgo de lesión se incrementa al realizar aceleraciones o acciones en donde se proyecta la pierna al frente con el tronco inclinado ya que en esta posición se incrementa la desventaja mecánica de la porción largo del bíceps femoral que debe estirarse en mayor medida, y por lo tanto es más susceptible de sufrir una distensión o ruptura (Brughelli and Cronin, 2008; Thelen et al., 2006).
En el segundo caso, suele observarse una ruptura parcial del tendón cercana a la tuberosidad isquiática, no siendo una lesión del propio músculo como la que se observa en el primer caso. De esta forma, los ejercicios de estiramiento repetidos y excesivos también pueden causar lesiones que se localizarían fundamentalmente sobre el tendón y no tanto en el vientre muscular (Askling et al., 2000).
Askling et al (2002), indican además que las lesiones causadas por la realización de estiramientos muy extremos, en los bailarines parecen ocurrir sin ningún tipo de síntoma previo que le indicase o alertase que debía reducir o detener el entrenamiento. De todos modos es común que en este colectivo no se realicen periodos adecuados de descanso, e incluso en la mayoría de los casos se llega a ignorar las molestias y por lo tanto siguen trabajando y agravando las molestias hasta determinar una lesión de mayor gravedad.
Con respecto a las lesiones ligamentosas como los esguinces de tobillo o las rupturas del ligamento cruzado anterior, Woods y col (2002), indican que en los esguinces del ligamento lateral externo en el tobillo, cuando se suceden por primera vez, predominan los mecanismos por contacto, mientras que en el caso de haber reincidencia se incrementan significativamente los episodios sin contacto que llegan incluso a tener una proporción similar a las producidas por contacto. Los mecanismos más comunes en donde se producen las esguinces en el fútbol son los aterrizajes luego de las caídas, los giros y durante la carrera (Woods et al., 2002).
Por su parte Rochcongar et al (2009), analizaron durante 12 años la frecuencia de la incidencia de las lesiones del LCA en 44.000 jugadores de fútbol franceses, pertenecientes a varias categorías (desde regional hasta Nacional) y edades (14 a 51 años). Los resultados de este estudios indicaron que independientemente de la categoría, la mayor parte de las lesiones ocurre sin mediar contacto (76.5%), sucediendo fundamentalmente al pivotear, aterrizar luego de una caída, especialmente cuando se apoya un solo pie, realizar una aceleración, freno o una desaceleración brusca. De acuerdo con esto, puede estimarse que la falta de dominio técnica causada fundamentalmente por la fatiga es una de las causas más importantes de las lesiones sobre el ligamento cruzado anterior (Rochcongar et al., 2009). De todas maneras, es importante destacar que, en los sujetos de más nivel (nacional) se produce una significativa mayor proporción de lesiones luego de haber sufrido una entrada, o al sufrir contacto, mientras que los de bajo nivel se lesionan a sí mismos con más frecuencia cuando hacen una entrada.
Según este estudio, el riesgo de producir lesiones en el ligamento cruzado anterior se relaciona con la edad y la categoría de los jugadores, además de la posición que desempeñan en el campo y especialmente el dominio técnico de las acciones específicas (Rochcongar et al., 2009).
De acuerdo a los estudios analizados, se destaca que para reducir el riesgo de lesiones musculares y ligamentosas en deportistas es de gran importancia realizar un programa de entrenamiento adecuado que otorgue a los sujetos un nivel de rendimiento que los capacite para mantener el nivel y ritmo de trabajo exigido, evitar o atenuar la fatiga y el deterioro técnico de las acciones (Reilly, 2008; Reilly et al., 2008; Meir and Diesel, 2007).
Además, estos programas deben incluir los ejercicios específicos como los que se suceden durante la propia actividad deportiva: carreras, saltos, aceleraciones, las cuales deben ser integrados con ejercitaciones en donde se enfatice el desarrollo de los aspectos propioceptivos y neuromusculares que ayuden a controlar y mantener estable el cuerpo y las articulaciones principalmente implicadas en cada deporte especifico como son las aceleraciones, frenos, saltos, caídas, en el fútbol o el rugby, por ejemplo (Brooks et al., 2008; Rochcongar et al., 2009; Willarson, 2007) .