¿Afecta la Deshidratación el Rendimiento Físico?

Timothy D Noakes2 y Michael N. Sawka1

1U.S. Army Research Institute of Environmental Medicine Natick, MA, Estados Unidos.

2University of Cape Town, Department of Human Biology Sports Science Institute of South Africa, Sudáfrica.

Artículo publicado en el journal PubliCE, Volumen 0 del año 2011.

Publicado 23 de diciembre de 2011

OPINION PREDOMINANTE

Michael N. Sawka 

La deshidratación (déficit de agua >2% de la masa corporal, BM) disminuye el rendimiento en los ejercicios aeróbicos en ambientes templados y cálidos-calurosos. Esta opinión predominante está sustentada en: 

1. Observaciones realizadas en individuos que realizan trabajo intenso, con fluidos limitados, en ambientes calurosos-cálidos; 
2. La inmensa mayoría de datos experimentales de laboratorio y estudios de campo en ambientes templados y calurosos; 
3. La escasez de datos experimentales que indican otra cosa; y 
4. Paneles de ''expertos'' que han realizado revisiones detalladas de la literatura. 

Comentario 

El contenido total de agua corporal (TBW) fluctúa en aprox. ~0.5% o más de la masa corporal (BM), así ''la euhidratación'' representa un continuo, en el cual no se puede asignar ningún valor de TBW absoluto o ''verdadero'' (31). Por lo tanto, es necesario realizar una determinación de las fluctuaciones del agua corporal más allá del rango ''normal'', que tienen un resultado funcional perjudicial consistente (1). Cheuvront y colegas (16) propusieron que un déficit de agua >2% de BM supera la fluctuación de TBW normal y demostraron de forma consistente que se produce una reducción en el rendimiento en ejercicios de resistencia. La variación biológica les permitirá a algunos individuos ser más tolerantes a las consecuencias adversas de la deshidratación; sin embargo, éste no es el tema que estamos debatiendo. 
Revisión de la Bibliografía 

Estudios Experimentales que Apoyan esta Opinión

Veintiocho estudios apoyan la opinión predominante que afirma que la deshidratación disminuye el rendimiento en ejercicios aeróbicos. Estos resultados consistentes se observaron a pesar de que los estudios emplearon una gran variedad de métodos experimentales relacionados a los procedimientos de deshidratación/rehidratación, tipos de ejercicio aeróbico y condiciones medioambientales. 

Durante la segunda guerra mundial, las fuerzas militares de U.S. lucharon en ambientes tropicales calurosos y ambientes desérticos calurosos y se observó que el consumo de fluidos influyó en su efectividad operacional. Tales observaciones estimularon una serie inicial de estudios  controlados de laboratorio (6, 59) y de campo (10) que demostraron que la deshidratación disminuye el rendimiento en ejercicios aeróbicos (marchas al aire libre, caminatas en cinta rodante) en los ambientes calurosos-cálidos. 

Durante las siguientes cinco décadas, otros investigadores, empleando tests de laboratorio de ejercicio/rendimiento más sofisticados, informaron de manera consistente que la deshidratación perjudica el rendimiento de ejercicios aeróbicos en ambientes templados (5, 7, 12-14, 17, 25, 29, 37, 41, 46, 61, 63, 70) y calurosos-cálidos (19, 33, 57, 58, 70, 78). Además, investigadores que utilizaron evaluaciones similares a las que se realizan en el campo, informaron que la deshidratación disminuye el rendimiento en ejercicios aeróbicos en ambientes templados (2,79) y calurosos-cálidos (43,72,75). Para resaltar son los resultados que demostraron que mientras mayor sea el nivel de deshidratación, mayor será el efecto perjudicial sobre el rendimiento en ejercicios aeróbicos (19,58). Además se observaron mayores efectos perjudiciales y más consistentes sobre el rendimiento en ejercicios aeróbicos en los ambientes calurosos-cálidos que en los ambientes templados. 

Ejemplos de Apoyo

Los siguientes ejemplos experimentales utilizaron métodos diferentes, pero obtuvieron conclusiones que apoyan la opinión predominante. Se seleccionaron dos estudios que utilizaron tests de intensidad creciente, un estudio se realizó en un ambiente templado (46) y el otro se realizó en un ambiente caluroso (19). Además, se seleccionaron tres estudios que utilizaron ejercicios de intensidad constante seguidos por tests de rendimiento de esfuerzos voluntarios (en tasas de trabajo submáximas); un estudio fue realizado en un ambiente templado (17) y los otros estudios en ambientes calurosos-cálidos (7, 78). 

En el estudio de Nielsen et al. (46) los sujetos realizaron ejercicios de ciclismo hasta el agotamiento (aumentando la producción de potencia a 105% VO2max) en condiciones templadas en estado de euhidratación y con una deshidratación de ~2.5% de BM. Se realizaron tres tratamientos de deshidratación logrando el déficit de agua mediante exposición al calor antes de los ejercicios o mediante la administración de un diurético. La deshidratación redujo el trabajo total realizado entre 18% y 44% en los tres tratamientos. Craig y Cummings (19) hicieron que los sujetos caminaran hasta el agotamiento (aumentando la pendiente de la cinta rodante) en condiciones calurosas euhidratados y deshidratados en valores ~2% BM y ~4% BM. Los sujetos se deshidrataron descansando previamente en condiciones calurosas y con ingesta de agua restringida. El tiempo total de ejercicio se redujo en 22% y 48%, y el VO2max se redujo 10% y 22% en las condiciones de deshidratación de 2% y 4% de la masa corporal (BM), respectivamente. 

En el estudio de Cheuvront et al. (17) los sujetos realizaron ejercicios de ciclismo durante 30 min a intensidad constante (~50% del VO2max) seguidos por una prueba de rendimiento contrarreloj de duración constante (trabajo total realizado en 30 min) en un ambiente templado. Los sujetos fueron deshidratados (3% BM) descansando en condiciones de calor con reemplazo de fluidos restringido. La deshidratación redujo 8% el trabajo total realizado. Los participantes del estudio de Below et al. (7) realizaron ejercicios de ciclismo durante 50 min a intensidad constante (~80% VO2max) seguidos por un test de rendimiento con trabajo constante (tiempo para realizar una cantidad fija de trabajo) en condiciones calurosas-cálidas. Durante estas sesiones de ejercicio los sujetos reemplazaron (pérdida de 0.5% de BM) o no reemplazaron lo suficiente (pérdida de 2% de BM) sus pérdidas de agua debidas al sudor. La deshidratación redujo el trabajo total realizado en un 7%. En el estudio de Walsh y colegas (78) los sujetos realizaron ejercicios de ciclismo (70% de VO2max) durante 60 min seguidos por un test de rendimiento (tiempo hasta el agotamiento a 90% de VO2max) en un ambiente caluroso-cálido. Los sujetos recuperaron (pérdida de 0,5%BM) o no recuperaron (pérdida de 2% BM) las pérdidas de fluidos debidas al sudor durante estas sesiones de ejercicio. La deshidratación redujo el tiempo hasta el agotamiento en un 31%.

Estudios Experimentales que no Apoyan la Opinión Predominante

Ningún estudio discrepó con lo postulado en la opinión predominante en los ambientes calurosos-cálidos. Siete estudios encontraron que la deshidratación no disminuyó el rendimiento en ejercicios aeróbicos en ambientes templados. Cuatro de estos estudios utilizaron un nivel de deshidratación marginal (<2% BM) (3,9,36,38). Por consiguiente, sólo tres estudios (30,62,71) reportaron datos que pueden refutar la opinión predominante. Uno de esos estudios (71) utilizó una actividad con un componente anaeróbico sustancial (~4 min de remo de alta intensidad) y la deshidratación no afectó el rendimiento en el ejercicio anaeróbico (31). Otro estudio (62) informó que los sujetos se quejaron de plenitud estomacal durante las pruebas de reemplazo de fluidos por lo que la incomodidad podría haber provocado confusión en los resultados. 

El último estudio (30) que no apoya la opinión predominante utilizó la potencia aeróbica máxima (VO2max) como único índice de rendimiento en el ejercicio aeróbico. La deshidratación deteriora consistentemente al VO2max en los ambientes calurosos-cálidos (19,57), pero en los ambientes templados el VO2max puede disminuir (9,13,14) o no (9,13,14). Sin embargo, aquellos investigadores que no observaron ningún cambio en VO2max con la deshidratación, pero que incluyeron otros índices de rendimiento en los ejercicios aeróbicos, informaron que la deshidratación disminuyó ese otro índice (2,14,63). Por consiguiente, los datos de Houston y colegas (30) no necesariamente refutan la opinión predominante. 

Panel de especialistas. Apoyo

Tres paneles de ''expertos'' se establecieron para evaluar la evidencia científica que considera diferentes problemas sobre la hidratación. El Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencia formaron un panel de expertos sobre las ingestas dietarias de referencia para el agua y los electrólitos, y los mismos concluyeron que la deshidratación “afecta negativamente las actividades del ejercicio aeróbico'' (31). El Colegio Americano de Medicina del Deporte organizó dos paneles para abordar un análisis de taxonomía de la solidez de recomendación sobre aspectos vinculados a la hidratación y ambos paneles concluyeron (con la mayor tasa de solidez/fuerza de apoyo) que la deshidratación deteriora el rendimiento en el ejercicio aeróbico (1,15). 

Conclusión

Hay evidencia aplastante de apoyo, proveniente de estudios experimentales que demuestran que la deshidratación (>2% BM) afecta negativamente el rendimiento en el ejercicio aeróbico, en ambientes templados y calurosos-cálidos. Cualquier argumento eficaz contra esta opinión predominante debe ser apoyado por estudios experimentales legítimos que demuestren otra cosa. 

Respuesta a la Opinión Alternativa

El Dr. Noakes señala dos puntos: 1) afirma que en ''algunos'' humanos que se deshidratan antes o durante el ejercicio, se observará una disminución en el  rendimiento  y concluye que no hay ''ninguna necesidad de debatir'' ese asunto, y 2) entonces argumenta que los experimentos de deshidratación no deben ser interpretados ''según modelo simplista de fisiología humana'' y que es ''el desarrollo de sed lo que disminuye el rendimiento físico''.

Concesión acerca de que la Deshidratación Disminuye el Rendimiento Físico

Con respecto al primer punto, el uso del adjetivo ''algunos'' sujetos implica menos de la inmensa mayoría y subestima injustamente la conclusión aplastante de estudios experimentales que demuestran que la deshidratación (>2% BM) afecta el rendimiento del ejercicio aeróbico. Además, el deterioro del rendimiento fue demostrado de forma consistente en estudios que utilizaron un amplio rango de metodologías de pérdida de fluidos y rehidratación (entre las que se incluían beber durante el ejercicio) que sólo fortalecen la opinión predominante. 

¿''Modelo simplista de Fisiología Humana''?

Los mecanismos fisiológicos que explican las disminuciones en el rendimiento debidas a la deshidratación no son simplistas e incluyen un aumento en la hipertermia (18), una mayor tensión cardiovascular (39,40), menor flujo de sangre en el músculo esquelético (27), alteraciones en el metabolismo del músculo esquelético (aumento en la utilización de glucógeno y acumulación de lactato) (28), patrones de EMG alterados (8) y mayor percepción de esfuerzo (39) durante el ejercicio. Aunque cada mecanismo fisiológico es único, la evidencia sugiere que los mismos contribuyen de manera integrada y multifactorial para afectar el rendimiento (67). La contribución relativa de cada mecanismo es probablemente diferente dependiendo de la actividad de ejercicio, ambiente y del estado biomédico de los atletas, pero el aumento en la hipertermia parece ser crítico para la disminución del rendimiento. 

La deshidratación aumenta la hipertermia (a una tasa metabólica dada) durante el ejercicio aeróbico en ambientes templados y calurosos-cálidos (11,65). El aumento en la hipertermia es proporcional a la magnitud del déficit de agua (39, 40, 66). La deshidratación aumenta la hipertermia reduciendo la dispersión de calor, a medida que tanto el sudor (42,66) como el flujo de sangre superficial (32,45) disminuyen para una cierta temperatura central. La deshidratación a partir de pérdida de fluidos por sudor, aumentará la osmolalidad del plasma y disminuirá el volumen plasmático de manera proporcional a la magnitud del déficit de agua corporal (31). La hiperosmolalidad y la hipovolemia ejercen ambas efectos separados y combinados, en la reducción de la dispersión de calor aumentando así la hipertermia en condiciones de deshidratación (18). 

La hipertermia sola aumenta la tensión cardiovascular, altera el metabolismo del músculo esquelético (26), reduce el flujo de sangre al cerebro y altera el metabolismo del cerebro (56), altera la actividad del CNS (55), atenúa la generación de fuerza muscular (54) y aumenta la percepción de esfuerzo. Estos eventos fisiológicos producidos por la hipertermia sola, son similares a los eventos fisiológicos producidos por la deshidratación, que aumenta la hipertermia. Finalmente, la evidencia experimental sobre los eventos fisiológicos mediados por la hipertermia y la disminución en el rendimiento de los test de laboratorio asociada, están apoyadas por análisis que demuestran que el rendimiento en una carrera de maratón real, disminuye progresivamente al aumentar el estrés por calor medioambiental (24). 

¿”La Sed disminuye el Rendimiento Físico''?

La noción del Dr. Noakes acerca de que ''es el desarrollo de sed lo que afecta el rendimiento físico-como parte de un control anticipatorio'' no es necesariamente consistente con lo que se conoce en fisiología y carece de apoyo experimental. En primer lugar, muchas señales fisiológicas claves (hiperosmolalidad, hipovolemia) para la sed, son las mismas señales que median el aumento en la hipertermia y la tensión cardiovascular en la deshidratación (34). En segundo lugar, no dispongo de datos que apoyen que la sed es un proceso adelantado que se presenta antes que cualquier señal de volumen osmótico o de deshidratación, o que si se produce sola producirá eventos fisiológicos consistentes con la disminución en el rendimiento. Tercero, de los seis estudios postulados como apoyo de la noción de que ''la sed disminuye el rendimiento'', ningún estudio midió la sed, tres estudios (4, 7, 38) no alcanzaron un nivel de deshidratación >2% BM, tres estudios (7,37,38) no utilizaron tratamientos donde se podía beber ad libitum y dos estudios (4,20) produjeron un consumo excesivo de bebida que provocó una plenitud gástrica incómoda, lo que probablemente afectó el rendimiento. Cuarto, es difícil convencerse que una deshidratación de 11% de BM no disminuye el rendimiento de ejercicios aeróbicos, cuando no queda claro si los niveles de hidratación fueron cuidadosamente determinados y cuando no hay ningún control experimental para verificar que el rendimiento se mantuvo (68,69). 

AFIRMACIONES DE CONCLUSION

La deshidratación (déficit de agua >2% BM) disminuye consistentemente el rendimiento del ejercicio aeróbico en ambientes templados y calurosos-cálidos. Los mecanismos fisiológicos que contribuyen con la disminución en el rendimiento mediada por la deshidratación, incluyen aumento en la hipertermia, mayor tensión cardiovascular, alteración en las funciones del metabolismo y del sistema nervioso central y aumento en la percepción de esfuerzo. El Dr. Noakes puede no estar de acuerdo con los modelos fisiológicos convencionales que explican la disminución en el rendimiento mediada por la deshidratación, pero su noción alternativa todavía espera ser apoyada por evidencia experimental. 
OPINIÓN ALTERNATIVA

Timothy D. Noakes 

Esta absolutamente establecido que algunos humanos que o (i) comienzan una prueba de ejercicio con pérdida de fluidos aguda inducida por ejemplo, por exposición prolongada (6 h) a un ambiente cálido (19) o por ejercicio previo prolongado (2 h) en condiciones incómodas de calor durante los cuales no ingirieron ningún fluido (21); o después del tratamiento previo con un diurético que aumente la cantidad de orina y la pérdida de electrólitos (2) induciendo los incómodos síntomas de poliuria; o quién (ii) o no bebe nada o bebe poco durante el ejercicio [por ejemplo, (10, 33,59,75)], presentará una disminución medible en el rendimiento físico. Dado que soy un coautor de dos estudios (23,78) que demuestran este efecto en condiciones experimentales más realistas, sería poco inteligente negar que existe. De hecho recientemente escribí: ''estos datos apoyan claramente la conclusión que el hecho de no beber nada de líquido durante el ejercicio probablemente disminuye el rendimiento, sobre todo durante la realización de ejercicios prolongados en condiciones de calor'' (50). 

Por lo tanto no hay  necesidad de debatir sí el rendimiento físico de algunos individuos disminuirá si ellos o comienzan el ejercicio en un estado en el cual su contenido total de agua corporal (TBW) ha sido reducido artificialmente o si no se les permiten beber durante el ejercicio. Más bien mi argumento es que los resultados de estos experimentos han sido interpretado según un modelo simplista de fisiología humana. Aquí, yo planteo que es el desarrollo de sed lo que disminuye el rendimiento físico por lo que los atletas que beban lo suficiente para evitar tener sed durante el ejercicio, optimizarán su rendimiento sin tener en cuenta la magnitud en la cual disminuya su TBW ni en que nivel se “deshidraten”. Yo presento mi argumento planteando cuatro interrogantes principales: 

i. ¿Cual es la relevancia de la mayoría de éstos ''estudios citados clásicamente'' para el mundo real del deporte competitivo y del ejercicio recreativo? 
ii. ¿Cual es el diseño experimental óptimo para estudiar los efectos de ''la deshidratación '' en el rendimiento físico? 
iii. ¿Cuál/es mecanismo/s biológicos probablemente expliquen este efecto? 
iv. En base a esta información, ¿cómo debemos aconsejar a los atletas acerca de beber líquidos durante el ejercicio? 

Hay dos características comunes que tiene la realización de muchos experimentos de laboratorio realizados en el ámbito de las ciencias aplicadas del deporte. Primero, los estudios generalmente están diseñados (y correctamente), para establecer las consecuencias biológicas de una intervención específica sobre la fisiología y rendimiento físico; por ejemplo, los efectos de la reducción en TBW previa al ejercicio, o la ingesta restringida de fluidos. 

Pero el diseño de estos experimentos a menudo fuerza conductas que los atletas nunca adoptarían durante un deporte competitivo o un ejercicio recreativo. De manera similar los autores de estos estudios normalmente generalizan los resultados del estudio a condiciones del mundo real que no habían sido simuladas en los experimentos originales. 

Por ejemplo, ningún atleta a excepción de que aquellos que participan deportes que involucran las categorías de peso, comenzaría el ejercicio después de pasar 6 horas en un ambiente caluroso, seco sin beber como en el caso del estudio de Craig y Cummings (19). Tampoco realizarían “entrada en calor” realizando ejercicios durante 2 horas sin beber como ocurrió en el estudio de Dougherty et al. (21). ni, a menos que estén bajo tratamiento para hipertensión, considerarían realizar ejercicios después de la administración aguda de un diurético como en el estudio de Armstrong et al. (2). Tampoco habría muchos atletas modernos que realicen ejercicio con entusiasmo durante cualquier cantidad de tiempo si saben de antemano que estarán forzados a beber menos de lo que su sed les dicte, como en muchos de los estudios clásicos originales (2,10,33,59,75). 

Segundo, los resultados de estos estudios son inevitablemente interpretados según la filosofía del reduccionismo (52) y según un modelo simplista de fisiología del ejercicio (53). Por lo tanto generalmente se supone que cualquier disminución en el rendimiento medido puede ser causada exclusivamente por la variable que se mide con más frecuencia, denominada nivel de ''deshidratación'' que se desarrolla antes o durante el ejercicio. Entonces la conclusión generalizada es que el rendimiento en cualquier tipo de ejercicio, independientemente de la circunstancia, se verá siempre afectado cada vez que se exceda el nivel específico (crítico) de ''deshidratación''. Pero el rendimiento físico es un fenómeno complejo que raramente está regulado por una sola variable (74). 

Los estudios que obviamente merecen esta crítica de reduccionismo son aquellos en los cuales ''la deshidratación'' es inducida con diuréticos. Un estudio frecuentemente citado (2) no incluyó los controles para medir cualquier efecto directo de la droga en el rendimiento físico. Más bien se supuso que la droga actúa exclusivamente reduciendo el TBW. Pero los atletas no pueden comenzar una serie de ejercicios en un estado sicológico ideal, si han pasado las 4 últimas horas tratando de mitigar los incómodos síntomas causados por la poliuria. 

De manera similar, aquellos atletas que comienzan una serie de ejercicios sabiendo que no recibirán ningún fluido, tendrán una actitud mental diferente que si supieran de antemano que se les permitirá beber libremente. Por ejemplo, nuestro estudio aun no publicado (22), demostró que los sujetos que al comenzar el ejercicio sabían que sus ingestas de fluidos se restringirían durante el ejercicio, comenzaron la serie de ejercicios a una intensidad de ejercicio más baja que cuando sabían que podrían beber sin restricción. Dado que este efecto estaba presente al comenzar el ejercicio, pudo no deberse a ''la deshidratación ' si no a un cambio conductual '' por anticipación '' de la sesión de ejercicio. De hecho nosotros hemos demostrado que el rendimiento físico en condiciones de calor está regulado ''por anticipación'' (77). 

Si no comprendemos todos los factores que alteran el comportamiento del ejercicio ''por anticipación'', es presuntuoso asumir que las alteraciones en el rendimiento físico producidas por intervenciones impuestas antes de la serie de ejercicios, pueden ser todas explicadas por una sola variable,'' la deshidratación'', medida durante el ejercicio. 

Debido a que no podemos separar el efecto en el rendimiento de los ejercicios subsiguientes, de las intervenciones que producen ''deshidratación'' de cualquier efecto que resulte directamente de esa ''deshidratación'', deducimos que sólo aquellos estudios en los cuales ''la deshidratación'' se desarrolla durante el ejercicio proporcionan una medida válida de los efectos directos de ''la deshidratación''. Además, dado que la conducta natural es beber ad libitum durante el ejercicio, es decir, en respuesta a los dictados de la sed, deducimos la condición control de cuanto beber, en todos los experimentos debe ser la condición donde se bebe ad libitum.

Si bien tales experimentos establecerán el comportamiento de bebida que optimiza el rendimiento físico, aún así no podrán determinar fácilmente el mecanismo exacto que explique este efecto. Para ello es difícil de excluir la posibilidad que la disminución en el rendimiento físico es parte del mecanismo de sed regulado centralmente en el cerebro como parte de un complejo e inteligente sistema de control (74). 

Por ejemplo, nuestro modelo de regulación del ejercicio (52,74) plantea la teoría que el feedback sensorial de muchos órganos y tejidos regula la magnitud del reclutamiento del músculo esquelético durante el ejercicio y de esta manera la intensidad de ejercicio que puede ser mantenida. Conforme a este modelo, la sed, como el índice de esfuerzo percibido (73), actúa como percepción consciente de que se está desarrollando una perturbación en la homeostasis celular (en este caso un aumento inaceptable en la osmolalidad del plasma debida a una gran reducción en TBW) para inducir dos cambios conductuales cruciales, cuya meta es limitar la magnitud de esta perturbación. Éstos cambios de conducta son (i) un aumento en la bebida y (ii) una reducción en la intensidad del ejercicio (hasta el momento en que el atleta reconoce la causa de la perturbación homeostática y comienza a beber apropiadamente). 

El componente esencial de este modelo es que predice el cambio de conducta (aumento en la bebida y alteración en la intensidad del ejercicio) antes de que se produzca una falla catastrófica en la homeostasis (53). Nosotros hemos demostrado que este modelo complejo, inteligente explica adecuadamente la respuesta conductual del cerebro al estrés por ejercicio en calor (77). Pero los fisiólogos del ejercicio que han sido educados tradicionalmente y que no comprenden la naturaleza anticipatoria de estos controles, concluirán incorrectamente que el mismo punto final que el cerebro desea evitar, en este caso un marcado aumento en la osmolalidad del plasma causado por una gran reducción en TBW (''deshidratación'') es, en su interpretación, la causa singular de la alteración en el rendimiento físico. 

Hasta el presente la literatura publicada incluye seis estudios [Tabla II en (50)] con un adecuado diseño experimental (4, 7, 20, 22, 37, 38) establecido para distinguir (i) los efectos directos de la deshidratación de los efectos potencialmente debidos al técnicas que inducen ''la deshidratación'' y (ii) el posible papel de la sed como un regulador de la respuesta del ejercicio. Estos estudios permiten extraer una conclusión precisa: En ningún estudio beber más fluido que el que dicta la sed (y que produce menores niveles de ''deshidratación'') produjo un mayor rendimiento que beber ad libitum (según los dictados de la sed). Así, estos estudios apoyan las predicciones del modelo que sostiene que la sed también funciona para modular el rendimiento físico como parte de un control anticipatorio y que beber '' más allá de la sed '' para prevenir '' la deshidratación '', no producirá una respuesta superior. 

El hallazgo que beber siguiendo los dictados de la sed optimiza el rendimiento físico (50), sugiere que el nivel absoluto de ''deshidratación'' no explica por qué beber menos de lo que corresponde durante el ejercicio disminuye el rendimiento. Si este fuera el caso todos los atletas desarrollarían un nivel idéntico de ''deshidratación'' al ingerir fluidos ad libitum durante el ejercicio. Este nivel sería un poco inferior al valor crítico que algunos creen que disminuye el rendimiento físico (21). Pero  claramente este no es el caso. Más bien en nuestro estudio [Figura 1 en (15)] observamos que atletas que compiten en eventos de resistencia en los que los fluidos son proporcionados ad libitum, finalizan con variaciones en el peso corporal (BW) que varían de una pérdida de -11% BW a una ganancia +6% BW. Nosotros también hemos aportado evidencia que los factores genéticos que regulan la respuesta de la sed podrían explicar esta respuesta sumamente individual (64). 

Por lo tanto, hemos propuesto que beber adecuadamente durante el ejercicio influencia el rendimiento previniendo la sed, cuyo desarrollo altera la conducta del ejercicio de una manera anticipatoria como parte de un proceso regulador. Mientras que el atleta no esté sediento, nosotros especulamos que un nivel de ''deshidratación'' incluso de aprox -11% BW podría no afectar el rendimiento físico (68, 69). 

Esto es simple: Beba según los dictados de la sed. Si usted está sediento, beba, si no, no lo haga. Todo el resto es detalle. 

El diseño experimental y la interpretación poco precisa de estudios de investigación según un modelo simplista de función fisiológica humana durante el ejercicio, no permite concluir que el nivel de ''deshidratación'' es la única causa de cualquier perjuicio en el rendimiento físico medido en sujetos que comienzan el ejercicio con un TBW reducido o que beben menos de lo que les dicta su sed durante el ejercicio. Una conclusión más defendible es que cualquier deterioro puede ser un componente del mecanismo de la sed, regulado centralmente en el cerebro, cuya meta es asegurar que los atletas no dañen su salud mientras continúan con el ejercicio y beben muy poco durante el mismo. En cualquier caso la prevención de la sed en lugar de ''la deshidratación'' optimizará el rendimiento físico. 

Respuesta a la Opinión Predominante

El punto clave en mi perspectiva novedosa es que los científicos han usado un modelo de fisiología del ejercicio simplista (reduccionista) para interpretar los resultados de los estudios realizados con el fin de determinar si ''la deshidratación'' altera el rendimiento físico. Pero cuando se interpretan conforme a un modelo complejo de rendimiento físico humano (74), sus diseños experimentales usuales no pueden demostrar que un nivel específico de ''deshidratación'' sea la causa directa de la disminución en el rendimiento físico en todos los humanos. Éstos diseños no pueden refutar la teoría alternativa que afirma que la sensación de sed, acción que forma parte de un sistema regulador anticipatorio, altera la conducta del ejercicio en aquéllos que comenzaron el ejercicio en un estado ''deshidratado'' o en quiénes beben menos de lo que les dicta la sed. 

Más bien, yo propuse que el rendimiento físico se maximiza bebiendo según los dictados de la sed (ad libitum) (50). Dado que la bebida ad libitum que maximiza el rendimiento no produce niveles similares de deshidratación en todos los humanos durante el ejercicio, pero puede producir cambios en el peso corporal porcentual (BW) que varían de una ganancia de 6% a una pérdida de 11% (51), entonces la conclusión que un nivel específico de deshidratación, digamos una pérdida de BW de 2%, siempre producirá una disminución en el rendimiento físico en todos los humanos, no puede ser correcta. En cambio yo planteo que cualquier disminución en el rendimiento físico en sujetos ''deshidratados'' debe estar vinculada causalmente con el mecanismo de la sed y no con el nivel de ''deshidratación'' (ya que en ausencia de sed el rendimiento físico puede no verse afectado, independientemente del nivel de ''deshidratación'' que está presente). 

Yo también planteo que el nivel de ''deshidratación '' (detectado como un cambio en la osmolaridad del plasma) será una de las principales variables homeostáticas que un sistema complejo regulará activamente durante el ejercicio. Según esta interpretación, ''la deshidratación'' no es la “causa” directa de un rendimiento físico deteriorado. Más bien, el rendimiento físico es modificado (disminuido) en ciertas condiciones estresantes con el fin de asegurar que la osmolalidad del cerebro permanezca dentro del rango homeostático. Para reiterar el argumento: Una reducción inaceptable en el volumen total de agua corporal es el punto final que el cerebro debe evitar para no ser dañado por un aumento profundo en la osmolalidad intracelular. Así, el cerebro debe regular las conductas del atleta ''de manera anticipada'' para asegurar que durante el ejercicio solo se desarrollen niveles aceptables de ''deshidratación''. La sed progresivamente más severa aumentará la incomodidad de los atletas, lo que conducirá a una reducción involuntaria en la tasa de trabajo. Finalmente el atleta elegirá detenerse y consumir fluidos. 

Finalmente, esta interpretación explica dos fenómenos que los promotores de la ''la hipótesis de la deshidratación'' (48) han decidido ignorar: 1) Los atletas de élite parecen no beber mucho durante el ejercicio (44, 47) y 2) a menudo los finalistas más rápidos en los eventos de resistencia están entre los más deshidratados (17,44,60,68,69,80). Si estos atletas tienen menos probabilidad de sentirse sedientos como resultado de la variación genética (64), entonces esta paradoja se puede entender más fácilmente. 

La perspectiva predominante del Dr. Sawka está construida cuidadosamente y revisa con precisión el estado de conocimiento en este campo. Pero los datos han sido interpretados conforme al modelo reduccionista convencional de la fisiología del ejercicio que yo considero simplista. Por lo tanto, no son los resultados los que están errados, si no la forma en que han sido interpretados. Cuando sean interpretados según las predicciones de un sistema regulador complejo, ninguna parte de la revisión del Dr. Sawka se opondrá a mis conclusiones.

Así, sus primeros tres estudios ejemplares (16,19,46) muestran que el rendimiento físico se altera en quienes comienzan el ejercicio en un estado ‘‘deshidratado” inducido por diferentes intervenciones. Lógicamente, ni este ni cualquier otro diseño experimental puede determinar si es el desarrollo de sed o “la deshidratación” producida por estas intervenciones lo que perjudica el rendimiento en el ejercicio subsiguiente. 

Sin embargo, el hallazgo del Dr. Sawka y sus colegas (16) acerca de que la “deshidratación” previa disminuye el rendimiento en el ejercicio subsiguiente en condiciones de calor pero no en condiciones de frío, puede ser explicado más fácilmente por un sistema inteligente complejo que utiliza el mecanismo de la sed para regular el rendimiento físico. 

Las respuestas biológicas al ejercicio medidas en ese estudio fueron notablemente similares en el calor y en el frío, independientemente del nivel de hidratación. Esto demuestra que el deterioro en el rendimiento físico en la condición ‘‘deshidratado“ no fue causado por aquellas variables que se miden normalmente, como aumento en la “tensión “cardiovascular o la hipertermia acelerada, que normalmente se invocan para explicar cómo la deshidratación afecta el rendimiento físico (17). 

En cambio los índices de esfuerzo percibido (RPE) eran idénticos en todas las condiciones de ejercicio a pesar de las diferencias en el rendimiento físico. Pero dado que los sujetos “deshidratados” realizaron ejercicios con una menor tasa de trabajo en condiciones de calor, sus RPE deben haber sido “regulados por incremento” por la presencia de sed o por “la deshidratación” o por ambos. Este mecanismo regulador asegura que la tasa de trabajo del ejercicio disminuya ‘‘de manera anticipada” (35), probablemente para asegurar que el cerebro esté protegido de un gran cambio en su osmolalidad. 

Nosotros hemos planteado repetidamente que el RPE es utilizado por el sistema inteligente complejo para asegurar que los humanos finalicen el ejercicio cuando aun están en homeostasis (49,76,77). Así, el estudio de Dr. Sawka y sus colegas (16) confirma que la “deshidratación” modifica la respuesta del RPE al ejercicio, tal como se esperaría si un sistema complejo regulara el rendimiento físico humano.

En los otros dos estudios mencionados como ejemplo por el Dr. Sawka, los sujetos o no bebieron nada (78) o bebieron menos que los volúmenes usuales ad limitum (5) durante el ejercicio. Por lo tanto no hay ningún conflicto con nuestra hipótesis que afirma que es la sed actuando de manera “anticipada” la que modifica el rendimiento físico, específicamente para limitar hasta que punto cambia la osmolalidad del cerebro durante el ejercicio. 

DECLARACION FINAL DE CONCLUSION

Nosotros proponemos que, como parte de un sistema complejo de regulación del ejercicio (74), el síntoma de la sed actúa ‘‘de manera anticipada” para regular el rendimiento físico en aquellos que beben menos de lo que se necesita para mantener un nivel aceptable de homeostasis. Según esto la interpretación, no es el nivel de “deshidratación” lo que disminuye el rendimiento físico; si no que el rendimiento físico se altera para limitar hasta que punto aumenta la osmolalidad del cerebro. Como resultado, los niveles perjudiciales de “deshidratación” no serán alcanzados por aquellos que beben según los dictados de su sed durante el ejercicio. Tampoco disminuirá su rendimiento.

Referencias

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