Blog Entrevista Ciencia y práctica: sus protagonistas. Dr. José Francisco Marcos Becerro

Publicado 11 de marzo de 2013, 20:22

Blog Entrevista Ciencia y práctica: sus protagonistas. Dr. José Francisco Marcos Becerro

El profesor José Francisco Marcos Becerro es Doctor en Medicina y Especialista en Medicina Deportiva. Actualmente es el Presidente del Instituto de Longevidad y Salud y Presidente Honorario de la Federación Española de Medicina del Deporte. Asimismo, es miembro del Comité Científico de la Federación Internacional de Halterofilia. Autor de 12 libros sobre Medicina del Deporte, y habiendo colaborado en otros 10 libros de otros autores, y publicado 150 trabajos en diversas revistas de Medicina, es un especialista en ejercicio, salud y longevidad cuya trayectoria y reconocimiento profesional le ha permitido presenciar y participar del desarrollo de este campo del conocimiento desde su génesis hace más de 50 años.

Vamos a tener el placer de poder realizarle algunas preguntas que nos interesan, ya que “todos” tenemos que inexorablemente envejecer…

1. Los síntomas originados por el envejecimiento de los órganos y sistemas de los seres humanos se suelen confundir con los originados por el sedentarismo y la enfermedad crónica. Pero ¿es posible revertir una parte de estos síntomas en las personas mayores haciendo ejercicio físico? ¿Cuánto se puede “rejuvenecer” fisiológicamente hablando?

Los síntomas originados por el envejecimiento de los órganos y sistemas de los seres humanos, se suelen confundir con los originados por el sedentarismo y la enfermedad crónica y todos ellos mejoran con la realización del ejercicio. Según Rizzuto y sus colaboradores (2012), incluso después de los 75 años las conductas del estilo de vida saludables como la actividad física, la nutrición equilibrada y no fumar se asocian a una mayor supervivencia. Un perfil de riesgo bajo puede agregar 5 años a la vida de las mujeres y 6 a la de los hombres. Estas asociaciones, aunque atenuadas, también se observan entre los más ancianos (alrededor de los 85 años) y en los enfermos crónicos.

Debora Rizzuto, Nicola Orsini, Chengxuan Qiu, Hui-Xin Wang, and Laura Fratiglioni. Lifestyle, social factors, and survival after age 75: population based study. Published online 2012 August 30. doi: 10.1136/bmj.e5568

2. Los factores genéticos pueden determinar hasta un 30% el proceso de envejecimiento, y los factores ambientales hasta un 70-75% dicho proceso. Asimismo, los factores ambientales fundamentales son la alimentación y la práctica de ejercicio, pero, ¿existen estudios que hayan tratado de establecer el peso específico de cada uno de estos dos factores por separado? ¿Qué es más determinante a fin de cuentas, la alimentación o el ejercicio físico? ¿Puede variar según la edad de la persona?

Tanto la alimentación como el ejercicio son factores indispensables para disfrutar de un envejecimiento saludable y de una larga vida. Gaman y colaboradores (2011) en su revisión, aconsejan para conseguir una buena longevidad:

1º. Restringir la ingestión de las calorías, pero manteniendo los requerimientos nutricionales.

2º. Ingerir alimentos ricos en hormetinas (frutas y vegetales).

3º. Utilizar suplementos nuticionales que contengan las hormetinas (resveratrol).

4º. Evitar la exposición a los niveles tóxicos de los compuestos peligrosos o dañinos (los metales pesados) y

5º Hacer ejercicio.

3. ¿Cómo influye la práctica de ejercicio físico sobre el estrés oxidativo y la longitud de los telómeros? ¿Qué características debe tener el ejercicio para este fin? ¿Podemos afirmar con las evidencias científicas actuales que exista una relación positiva entre longevidad (mayor expectativa de vida) y práctica regular de ejercicio físico?

Del trabajo publicado por Massod.A.Shammas (2011) se deduce que, los telómeros se acortan con el paso de los años y su progresivo acortamiento conduce a la senescencia o a la apoptosis (muerte celular programada). Los telómeros más cortos se encuentran involucrados en la inestabilidad genómica y en la oncogénesis (formación tumoral). Las personas mayores con los telómeros más cortos tienen entre tres y ocho veces aumentado el riesgo a morir a consecuencia de una enfermedad cardiaca o por una infección, respectivamente. Song y sus colaboradores han demostrado que la duración del ejercicio se correlaciona inversamente con los biomarcadores del daño en el ADN y los telómeros y con la expresión de p16, un biomarcador del envejecimiento de las células humanas. El ejercicio puede reducir la grasa dañina y ayudar a movilizar los productos de desecho para su rápida eliminación, lo que origina la disminución del estrés oxidativo y a la conservación del ADN y los telómeros. Werner y su equipo observaron en los ratones que el ejercicio se asocia con la actividad elevada de la telomerasa y la supresión de varias proteínas de la apoptosis, incluyendo la p53 y la p16. Por otra parte, estos autores también vieron que los leucocitos de los atletas humanos poseían una actividad elevada de telomerasa y una disminución del acortamiento del telómero, cuando se les comparó con los no atletas. Así pues, el ejercicio parece estar asociado con la reducción del estrés oxidativo y con el aumento de la expresión de las proteínas estabilizadoras del telómero y por lo tanto puede disminuir el ritmo del envejecimiento y la aparición de las enfermedades relacionadas con la edad.

El entrenamiento con el ejercicio es un potente estímulo para el sistema biológico del telómero, pero el entrenamiento aerobio de larga duración es el que produce los mayores beneficios (Ludlow y Rroth. 2011).

Para aumentar la longevidad, los programas de entrenamiento deberían incluir los ejercicios destinados a mejorar el estado cardiorrespiratorio y la función muscular, así como la flexibilidad y el equilibrio (Gremeaux y cols., 2012)

La actividad física realizada fuera del tiempo de ocio se asocia de forma independiente con un menor riesgo de mortalidad en las personas mayores y aumenta la longevidad (Yu-Pei y cols., 2011)

Masood A. Shammas. Telomeres, lifestyle, cancer, and aging. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2011 January; 14(1): 28–34. doi: 10.1097/MCO.0b013e32834121b1

4. ¿Podría explicarnos cómo y en qué puede beneficiar la función cognitiva la práctica de ejercicio en las personas mayores? ¿Qué tipo de programa de entrenamiento puede ayudar más en este sentido?

A la alteración cognitiva leve se la considera como un síndrome de transición entre el envejecimiento cognitivo normal y la demencia clínica. El deterioro del aprendizaje episódico y las funciones de la memoria constituyen las características centrales de la alteración cognitiva leve y de la enfermedad de Alzheimer. Las personas mayores con la alteración cognitiva leve muestran disminución del rendimiento físico. La disminución de la función física termina en la restricción de la movilidad, lo que se asocia con el aumento del riesgo a sufrir la enfermedad de Alzheimer y con el declive cognitivo en las personas mayores. Mantener y mejorar la función física puede ser beneficiosa para prevenir la conversión a la enfermedad de Altzeimer en las personas mayores con la alteración cognitiva leve.

El ejercicio y la mejoría del rendimiento físico pueden modificar de manera favorable la función cognitiva, el estado mental, y la función fisiológica como la fuerza muscular. Logsdon y sus colaboradores observaron que los mayores con una alteración cognitiva leve pueden beneficiarse de forma importante mediante la aplicación de un programa de ejercicio diseñado específicamente para tratar sus necesidades cognitivas (ayudas a la memoria y facilidad para seguir las instrucciones). Varios trabajos apoyan la hipótesis de que, la función cognitiva y la física se relacionan entre sí, aunque no está claro si los mayores con la alteración cognitiva leve tienen disminuida la capacidad para realizar el entrenamiento dirigido a mejorar el rendimiento físico. La intención del trabajo de Kazuki y colaboradores (2013) fue examinar la asociación entre la función cognitiva y el entrenamiento del rendimiento físico, utilizando un programa de ejercicio de 6 meses de duración en los mayores afectados por la alteración cognitiva leve. Según los autores, la función cognitiva general se asocia con las mejorías en el rendimiento físico, tras la realización de un programa de ejercicio en las personas afectadas por la alteración cognitiva leve.

Kazuki Uemura.Hiroyuki Shimada.Hyuma Makizako.Takehiko Doi.Daisuke Yoshida.Kota Tsutsumimoto.Yuya Anan.Takao Suzuki. Cognitive function affects trainability for physical performance in exercise intervention among older adults with mild cognitive impairment. Clinical Interventions in Aging 2013:8 97–102

Recientemente, numerosas investigaciones se han dirigido a estudiar los efectos del entrenamiento físico sobre la función cognitiva y la plasticidad cerebral en las personas mayores. Los resultados han apoyado la opinión de que, las funciones cognitivas ejecutivas, que son relevantes para el control de las acciones dirigidas a los objetivos y a las conductas adaptativas, están muy afectadas por la edad, pero que también son sensibles de forma positiva y específica a la práctica de ejercicio aerobio. Esta evidencia ha llevado a formular la "hipótesis de la mejoría selectiva", que une la actividad física aerobia a los resultados específicos de la función ejecutiva. Sin embargo, la opinión actual sigue dividida en lo referente a la relación de causalidad entre el aumento en la capacidad aerobia y los beneficios cognitivos selectivos. De hecho, la búsqueda de los posibles mediadores de los efectos del ejercicio crónico sobre la cognición están aún en curso, pero mostrando la evidencia de los beneficios del entrenamiento de fuerza. Los estudios del entrenamiento físico dirigidos a promover el funcionamiento cognitivo se han basado, principalmente, en la variación de los parámetros cuantitativos del ejercicio (intensidad, duración y frecuencia) para identificar una relación dosis-respuesta entre la actividad física y el rendimiento cognitivo. Por el contrario, no se ha prestado mucha atención a la valoración de los componentes no físicos de ejercicio (es decir, la complejidad de las demandas cognitivas o coordinativas inherentes a las tareas de movimiento), lo que podría contribuir a sus resultados cognitivos. La escasez de las intervenciones longitudinales del ejercicio estimulantes de la coordinación neuromuscular es sorprendente, ya que los estudios sobre el entrenamiento motor demuestran claramente que la complejidad de la tarea del movimiento y la función ejecutiva y la descrita función ejecutiva del movimiento, ejercen un gran impacto sobre la neuroplasticidad, y por lo tanto, sobre la función cognitiva. De hecho, existe alguna evidencia, de que los beneficios cognitivos se pueden obtener a través de los programas de entrenamiento que no se centran, principalmente, en la resistencia y en la fuerza, sino en la coordinación neuromuscular y en el equilibrio. Por lo tanto, el objetivo del presente estudio fue comparar, en individuos mayores sanos que viven en comunidad, los efectos de dos intervenciones de ejercicio físico: una dando prioridad el desarrollo de la fuerza muscular (entrenamiento progresivo de fuerza EPF), y la otra centrada en la coordinación neuromuscular, el equilibrio, la agilidad y el control cognitivo ejecutivo (entrenamiento multicomponente, EMC). Se planteó la hipótesis de que ambas intervenciones de ejercicio podrían tener un impacto positivo sobre las funciones ejecutivas y la movilidad funcional.

Estos resultados expuestos por Forte y sus colaboradores (2013) confirman que, el entrenamiento físico beneficia la función ejecutiva y sugieren que, los diferentes tipos de entrenamiento pueden conducir a tales beneficios a través de diferentes vías. Ambos tipos de entrenamiento también promueven la movilidad funcional en la edad avanzada, sin embargo, ni la capacidad inhibitoria, ni las ganancias de la fuerza muscular, parecen explicar los resultados de la movilidad funcional.

Roberta Forte, Colin AG Boreham, Joao Costa Leite, Giuseppe De Vito, Lorraine Brennan, Eileen R Gibney, and Caterina Pesce. Enhancing cognitive functioning in the elderly: multicomponent vs resistance training. Clin Interv Aging. 2013; 8: 19–27. Published online 2013 January 10. doi: 10.2147/CIA.S36514

El ejercicio estimula en el hipocampo la secreción del Factor Neurotrófico Cerebral (BDNF). Esta neurotrofina mejora la memoria a través de sus efectos sobre la plasticidad de las sinapsis de forma directa o indirecta. En el primer caso, interviene modificando la comunicación entre las sinapsis y alterando su forma. En el segundo, su acción consiste en fijar las condiciones por las que se origina la plasticidad. La consecuencia final, es contribuir a la estabilización y maduración de las sinapsis preexistentes y además originar nuevos contactos entre ellas (Gómez-Palacio y Escobar-Rodríguez, 2007).

Gómez-Palacio Schjetnan A, Escobar-Rodríguez ML. Memory coding and retention: brain-derived neurotrophic factor (BDNF) in synaptic plasticity. Rev Neurol.45(7):409-417-2007.

5. Y por último profesor, ¿puede la práctica de ejercicio prolongar la actividad sexual en las personas mayores y por qué?

En lo que se refiere a la actividad sexual, varios investigadores han publicado trabajos en los que se asegura que el ejercicio aumenta el deseo, la actividad y la satisfacción sexual, tanto en los hombres como en las mujeres (Stanten & Yeager, 2003). Dado que el ejercicio al activar el sistema nervioso simpático aporta mayor cantidad de sangre al aparato genital, lo que facilita el mantenimiento de la erección del pene en el hombre y del clítoris en la mujer. Además, el ejercicio estimula en el endotelio capilar la síntesis del óxido nítrico, hecho que colabora a la dilatación de las arteriolas de las estructuras sexuales citadas. Con tan sólo realizar un paseo de 3 km al día con cierta rapidez se puede disminuir el riesgo a padecer la disfunción eréctil (Stanten & Yeager, 2003).Tanto en los hombres como en las mujeres, la testosterona aumenta la líbido, aunque en estas últimas lo hace conjuntamente con los estrógenos. El ejercicio agudo y en especial el de fuerza aumenta los niveles de la testosterona, pero el aerobio de larga duración los disminuye (Krucoff & Krucoff, 2000). Según Bacon, Mittleman, y Kawachi, (2003), en los hombres mayores de 50 años activos el riesgo a padecer la impotencia sexual es un 30% menor que el de los sedentarios. El grado de forma física se relaciona de forma directa con la actividad y la satisfacción sexual en los hombres y en las mujeres mayores (Krucoff & Krucoff, 2000). Para Penhollow y Young (2004) el ejercicio regular es una forma de evitar el declive del deseo y el rendimiento sexual.

Stanten, N., & Yeager, S. Four workouts to improve your love life. Prevention, 55, 76-78-2003.

Krucoff, C., & Krucoff, M. Peak performance. American Fitness, 19, 32-36-2000.

Bortz, W. M. 2nd, & Wallace, D. H. Physical fitness, aging, and sexuality. Western Journal of Medicine, 170, 167-175-1999.

Bacon, C. G., Mittleman, M. A., & Kawachi, I. Sexual function in men older than 50 years of age: Results from the health professionals follow-up study. Annals of Internal Medicine, 139, 161-168-2003.

Penhollow.T.M. and M.Young, Sexual Desirability and Sexual Performance: Does Exercise and Fitness Really Matter?. 2004. University of Arkansas, Program of Health Science meyoung(at) uark.edu.

Muchas gracias Dr. Becerro por sus sabias aportaciones, esperamos que toda la sociedad tome nota y empiece a modificar sus hábitos ya que “más vale tarde que nunca”.