​Calidad de vida y longevidad en los adultos mayores

Publicado 12 de octubre de 2015, 18:18

​Calidad de vida y longevidad en los adultos mayores

Cuando lo saludable no considera las ensaladas ni lo aeróbico

Jorge Roig (2015)

La documentación existente respecto de que la disminución de la masa muscular y la fuerza son los principales contribuyentes al aumento de la morbilidad, la mortalidad y la reducción de la calidad de vida en las personas mayores ha generado toda una revisión de lo hecho hasta el presente en lo que a atención del tejido muscular se refiere.

Dado que hay clara evidencia respecto de que el envejecimiento muestra sarco-dinapenia en las personas, dos cuestiones se han puesto en consideración desde la ciencia: la carga proteica en la alimentación y la ejercitación muscular. Respecto a la ingestión de proteínas, este análisis se ha profundizado a partir de la certeza de que la síntesis proteica miofibrilar está disminuida en las edades avanzadas de la vida, lo que augura una afectación directa al músculo generando pérdida de miofibrillas, con especial consideración de las fibras rápidas (FT2). Esto a su vez aproxima la explicación de la reducción de fuerza en estas edades, ya que las FT2 están asociadas al mantenimiento y desarrollo de la fuerza muscular.

Analizando los requerimientos proteicos en los adultos mayores, Bauer y colaboradores advirtieron que las necesidades de proteínas son considerablemente más altas en estas poblaciones que las indicadas hasta el momento (Bauer J. et al. Evidence-based recommendations for optimal dietary protein intake in older people: A position paper from the PROT-AGE Study Group. J. Am. Med. Dir. Assoc. 2013;14:542–559. doi: 10.1016/j.jamda.2013).

El grupo PROT-AGE mencionado por Bauer va incluso un poco más allá cuando afirma que resultados de investigaciones recientes sugieren otras estrategias nutricionales específicas para promover la absorción de proteínas (disminuídas en los gerontes) y su uso eficiente en las personas mayores; este tipo de controles considera así también: 1) la fuente de las proteínas, 2) el momento de la ingesta, 3) el contenido de aminoácidos específicos y 4) la suplementación de ellas, tal como lo han puesto en evidencia recientemente los equipos de investigación de Paddon-Jones, Wall y Burd, entre otros (Paddon-Jones, et al. Dietary protein recommendations and the prevention of sarcopenia. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2009; Wall, B.T., et al. Leucine co-ingestion improves post-prandial muscle protein accretion in elderly men. Clin Nutr. 2013; Burd, N.A. et al. Greater stimulation of myofibrillar protein synthesis with ingestion of whey protein isolate v. micellar casein at rest and after resistance exercise in elderly men. Br J Nutr. 2012).

Respecto a la cantidad de proteínas diarias, aumenta la evidencia que la indicación de calcular la cantidad que se necesita a partir de 0,8gr/kg de peso corporal merece una reconsideración, muy especialmente en las personas de edad avanzada, dado que esas proporciones conducen a la reducción de la masa muscular. Esto ha sido recientemente demostrado por Campbell y colaboradores a partir de un estudio longitudinal de hombres y mujeres de entre 55 y 77 años de edad los cuales consumieron durante 3 meses esta cantidad de proteína diaria mostrando pérdida del referido tejido (Campbell W.W. et al. The recommended dietary allowance for protein may not be adequate for older people to maintain skeletal muscle. J. Gerontol. A Biol. Sci. Med. Sci. 2001). Las causas bien podrían sostenerse debido a la reconocida resistencia anabólica en los gerontes, pero además por la mayor absorción esplácnica de aminoácidos y por ello menor entrega a los músculos de estos metabolitos, lo que conlleva a un reducido aporte a la masa muscular y de allí a una limitación de la síntesis proteica ya que esta depende de la hiperaminoacidemia que en un momento dado acontezca.

Si bien los mecanismos que subyacen a la menor síntesis proteica en las edades geriátricas es multifactorial, hay evidencia que estas personas tienen una reducida estimulación de la mTOR a las cantidades normalmente sugeridas de aminoácidos de cadena ramificada, es decir 10grs (Cuthbertson D., Smith K., Babraj J., Leese G., Waddell T., Atherton P., Wackerhage H., Taylor P.M., Rennie M.J. Anabolic signaling deficits underlie amino acid resistance of wasting, aging muscle. FASEB J. 2005).

En este punto, es muy interesante el trabajo realizado por Casperson, quien suministró la dosis tradicionalmente sugerida de 0,8gr/kg pero asociada a 4gr de leucina suministrada 3 veces por día durante 2 semanas, lo que mejoraba sustancialmente la síntesis proteica muscular (Casperson S.L., et al. Leucine supplementation chronically improves muscle protein synthesis in older adults consuming the RDA for protein. Clin. Nutr.2012).

Respecto de la relación de la ingesta de proteínas con la sarcopenia en los viejos, distintos estudios longitudinales han encontrado un vínculo entre el incremento en el consumo de proteínas y la disminución de la pérdida de masa muscular. Así por caso, Houston y colaboradores comprobaron en un seguimiento de 3 años sobre 2066 personas, que quienes estaban en el quintil más alto del consumo de proteínas habían tenido una pérdida de masa muscular de un 40% menos que quienes estaban en el quintil más bajo (Houston D.K., et al. Dietary protein intake is associated with lean mass change in older, community-dwelling adults: The Health, Aging, and Body Composition (Health ABC) Study. Am. J. Clin. Nutr. 2008).

Recientemente tambien Tang ha mostrado que la ingesta proteica reveló su mejor momento luego de haberse concretado el ejercicio en razón de aprovechar fuertemente el factor sensibilizante del ejercicio a la absorción proteica, así como de factores asociados al anabolismo (Tang, J.E. et al. Maximizing muscle protein anabolism: The role of protein quality.Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2009).

Para concluir, parece imprescindible hablar de entrenamiento de fuerza asociado al consumo proteico en estas poblaciones. En un reciente trabajo de Tieland realizado con hombres y mujeres de entre 77 y 79 años de edad que padecían sindrome de fragilidad, ellos fueron divididos en un grupo experimental (consumieron proteínas) y un grupo placebo (no consumieron proteínas) y sometidos a un entrenamiento de fuerza junto a una suplementación de proteínas durante un período de 6 meses. Interesantemente solo mostraron incrementos de la masa muscular y de la fuerza los que conformaban el grupo experimental (Tieland, M., Dirks, M.L., van der Zwaluw, N. et al. Protein supplementation increases muscle mass gain during prolonged resistance-type exercise training in frail elderly people: A randomized, double-blind, placebo-controlled trial. J Am Med Dir Assoc. 2012). Respecto de lo anterior, trabajos de Cermak, Yang y Burd, entre otros, han concluido en lo mismo (Cermak, N.M., Res, P.T., de Groot, L.C. et al. Protein supplementation augments the adaptive response of skeletal muscle to resistance-type exercise training: A meta-analysis. Am J Clin Nutr.2012); (Yang, Y., Breen, L., Burd, N.A. et al. Resistance exercise enhances myofibrillar protein synthesis with graded intakes of whey protein in older men. Br J Nutr. 2012); (Burd, N.A., Yang, Y., Moore, D.R. et al. Greater stimulation of myofibrillar protein synthesis with ingestion of whey protein isolate v. micellar casein at rest and after resistance exercise in elderly men. Br J Nutr. 2012).

De acuerdo a lo expuesto, la evidencia al presente obliga a recapacitar sobre qué le proponemos a nuestros mayores respecto de la alimentación y el ejercicio. Seguir pensando que todos las personas en edad geriátrica padecen trastornos renales y por ello no deben “abusar” de las proteínas da la impresión de no corresponderse no solo con la realidad, tampoco con las conclusiones de la investigación científica.

Y en cuanto a las ejercitaciones, debieran recordar muchos de los que prescriben actividades que los músculos que se deterioran por envejecimiento no se recuperan caminando, hasta se pierden con esa elección.

Para reflexionar…