El conocimiento acerca de la evolución de las cualidades coordinativas y condicionales es determinante para llevar al niño al Alto Rendimiento Deportivo.

Publicado 11 de mayo de 2016, 15:53

El conocimiento acerca de la evolución de las cualidades coordinativas y condicionales es determinante para llevar al niño al Alto Rendimiento Deportivo.


¿Entrenamos a los jóvenes de manera coherente o simplemente les reducimos las cargas de entrenamiento?

La respuesta a esta pregunta podría llevar al niño por el itinerario correcto para que, llegado el momento de su madurez, pudiese acceder al Alto Rendimiento Deportivo. En el caso de conducirle por otro distinto, se quedará a mitad de recorrido, se acortará su vida deportiva o se perderá para el deporte.

Bajo nuestro punto de vista, el proceso debería estar sustentado por dos grandes pilares:

  • Una buena formación integral. Basada en la parcela educativa y formativa de la personalidad, mediante la adquisición de los valores necesarios que debe tener un campeón.
  • Un correcto entrenamiento deportivo. Mediante la introducción de los estímulos óptimos en cada momento evolutivo y de desarrollo.

Dada la poca extensión que puede tener este blog trataremos, aunque de forma un tanto superficial, algunos aspectos referentes al entrenamiento. Para ello, es preciso considerar aspectos que nos pueden facilitar el trabajo a la hora de diseñar las planificaciones a largo plazo y la dosificación de las cargas puntuales, las cuales, deben diferenciarse de aquellas que pudieran ser más aplicables para los adultos.

Existen diferentes aspectos que condicionan el entrenamiento infantil, entre los podríamos citar los siguientes:

  • La reserva de adaptación.
  • El principio de la unidad funcional.
  • Las irregularidades en el desarrollo y la evolución.
  • El tiempo disponible.
  • La energía disponible y la economía de esfuerzo.

La reserva de adaptación.

Viene siendo el margen de mejora que tiene el individuo. Ésta reserva puede observarse desde dos puntos de vista:

  • Reserva de adaptación actual, referida al margen de mejora en un momento determinado.
  • Reserva de adaptación total, que explica las posibilidades potenciales de progreso a lo largo de toda una vida deportiva.

Refiriéndonos a la última, el niño es muy permeable a todo tipo de estímulos ya que su reserva de adaptación total es mucho mayor que la del adulto entrenado. Este último se encuentra mucho más limitado al haber llegado muy próximo al máximo desarrollo de sus capacidades (figura 1).

Figura 1. Representación de la reserva de adaptación en niños (izquierda) y adultos (derecha). Puede apreciarse la mayor reserva en los primeros debido a que tienen menos adaptaciones adquiridas por el entrenamiento.

El adulto, para mejorar solamente puede hacerlo ante cargas de una gran magnitud, bien sean referentes al volumen, intensidad o densidad y éstas deben ser muy dirigidas hacia algún sistema determinado ya que la dispersión puede hacer que no obtenga adaptaciones. Por ello también cabe citar otra característica de las cargas, tal cual es la complejidad.

Sobre esto último las cargas pueden ser simples o complejas.

Entendemos por cargas simples aquellas que afectan a un sistema concreto, por ejemplo un trabajo de carrera que implique al VO2max. Este tipo de cargas permiten que el total del esfuerzo desestabilice algún sistema determinado por lo que el impacto es grande y produce adaptaciones grandes en ese sistema.

Entendemos por cargas complejas, aquellas que afectan a varios sistemas al mismo tiempo, por ejemplo, un entrenamiento en circuito en el que se introducen ejercicios de fuerza, velocidad, coordinaciones, resistencia de todo tipo, etc., y que van a afectar a varios sistemas al mismo tiempo. Este tipo de trabajos, al afectar en muchas direcciones, se dispersa. Por ello, a cada sistema le llega el estímulo dividido. Si el deportista ya tiene su reserva de adaptación limitada por estar muy entrenado, es posible que el estímulo no sea suficiente por lo que no le producirá desestabilización. Como consecuencia, no aparecerán supercompensaciones y solamente habrá gastado energías sin beneficios.

El organismo del niño, al tener esa gran reserva de adaptación sí que es estimulado por cargas complejas ya que con un pequeño estímulo (que sería lo más indicado) en cada uno de sus sistemas, éstos sí que se desestabilizan, viéndose obligados a reaccionar y producir las adaptaciones apetecidas (figura 2).

Figura 2. Ante cargas simples, todo el impacto se dirige hacia un sistema determinado, produciendo importantes adaptaciones (A). Por el contrario, ante una carga compleja, el impacto se dispersa, produciendo adaptaciones menores o, incluso, no llegándose a producir.

El principio de la unidad funcional.

Es sabido que ante cualquier estímulo el organismo responde como un todo. Esto es más ostensible cuando se trata de los niños como consecuencia de su mayor reserva de adaptación y de que su organismo es mucho más permeable ante todo tipo de esfuerzos (figura 3).

Figura 3. Por el principio de la unidad funcional toda carga afecta, en mayor o menor medida a todo el organismo. Este efecto es mayor en los niños debido la mayor permeabilidad de todos sus sistemas.

La irregularidad en la evolución.

Está admitido por la fisiología de la evolución que el proceso, tanto en crecimiento como en el desarrollo de los sistemas, no se produce de una manera regular. Existen aceleraciones y desaceleraciones que, en muchas ocasiones, no son previsibles. Por ello, deberemos estar muy atentos a ciertos síntomas que se observan en los chicos y las chicas tales como el surgimiento de los caracteres sexuales secundarios (aparición de bigote en los chicos, crecimiento del pecho en las chicas, etc.), para decidir el diseño de las cargas de entrenamiento adecuados en cada momento.

Esto último pasa por la detección de las conocidas y también cuestionadas fases sensibles.

Se sabe que el organismo es receptivo a influencias del medio durante períodos breves y limitados en el tiempo. Antes y después de esos momentos, éste es poco sensible y no reacciona de manera tan positiva. Así pues, si en un instante del desarrollo del individuo no inciden ciertos estímulos, se puede originar un déficit que en, mayor o menor medida, podría llegar a ser irreversible.

Si el medio incide prematuramente en alguno de los sistemas, las estructuras aún no se encuentran suficientemente receptivas y no pueden crearse por efecto del entrenamiento. Por el contrario, si el ambiente plantea sus exigencias demasiado tarde, dichas estructuras pueden verse parcialmente limitadas y tampoco se producirían los efectos deseados. Es por ello que también podríamos hablar de fases poco sensibles.

El conocimiento más exacto posible de estos fenómenos es muy importante para entrenar las capacidades de los niños y jóvenes (figura 4).

Figura 4. En ciertos momentos, a lo largo del desarrollo, un mismo estímulo produce adaptaciones mayores que en otros. Se dice ,entonces, que el niño pasa por una fase sensible.

Dentro de este apartado no se puede obviar que en cada momento del desarrollo del joven deportista, cada cualidad, tanto condicional como coordinativa tiene momentos de mayor o menor sensibilidad ante determinados estímulos. Por ello y, aunque sea de forma individualizada, es preciso tener en cuenta esos instantes para cada una de las cualidades. El mayor acierto en su detección nos permitirá incidir con los contenidos de entrenamiento adecuados y alcanzar el mayor rendimiento con el menor gasto de energías.

De acuerdo con todo esto, consideramos importante, aunque de manera un tanto simple, la descripción las características principales de cada una de las cualidades, así como su evolución y la aproximación a los momentos de mayor o menor posibilidad de adaptación al entrenamiento.

La evolución de las capacidades coordinativas.

Dependen directamente del Sistema Nervioso Central (SNC) el cual madura alrededor de la llegada a la pubertad. Este fenómeno influirá de forma determinante en todas las capacidades relacionadas con la adquisición de habilidades, del equilibrio, de las capacidades de perceptivas y de ajuste, etc. Por ello, las fases sensibles ante estos estímulos se encuentran en etapas anteriores. De esta forma, resulta de vital importancia incidir en estas capacidades antes de la entrada en la pubertad (figura 5).

Figura 5. Evolución aproximada de las capacidades coordinativas.

La evolución de la capacidad de fuerza.

Para tratar esta cualidad, es preciso plantearla desde el punto de vista de los factores que la componen. Aún cayendo en el reduccionismo, podríamos desglosarlos en dos grupos: factores neurales y factores de hipertrofia.

Factores neurales: Aquí entrarían las capacidades de sincronización, reclutamiento, coordinación intra e inter muscular. Éstos dependen directamente del SNC, por lo que es de vital importancia su estimulación antes de la pubertad.

Factores de hipertrofia. Dependen de la producción de testosterona entre otros. Ésta hormona se produce en grandes cantidades a partir de la pubertad y dicha producción es muy superior en los chicos lo que explica al diferenciación en fuerza entre ambos sexos, a partir de cierta edad.

En la figura 6 se representa de forma esquemática la evolución de la fuerza y sus componentes y la diferenciación entre chicos y chicas durante etapas de desarrollo.

Figura 6. Evolución aproximada de la fuerza y algunos de sus factores determinantes. Arriba chicos y abajo chicas.

Estos fenómenos nos inducen a pensar que antes de la pubertad, el entrenamiento de la fuerza sería prioritariamente incidiendo en aspectos explosivos y reactivos con cargas muy ligeras (lanzamientos con poco peso, saltos con caída en alto para evitar impactos de caída, etc.).

La evolución de la capacidad de velocidad.

La velocidad, para muchos autores no resulta una cualidad pura sino el conjunto de manifestaciones de otras capacidades. Aquí podríamos hablar, entre otras, de la velocidad de reacción, velocidad gestual, velocidad frecuencial, velocidad de desplazamiento, capacidad de aceleración o resistencia ala velocidad.

Ya se ha tratado que el SNC madura con la pubertad. Por consiguiente, las posibilidades de estimular la mayoría de las manifestaciones, serían antes de esta fase.

Especial interés tiene la velocidad de desplazamiento. Está admitido que depende de dos factores: frecuencia (nº de pasos por segundo) y amplitud (longitud de los pasos).

El primer factor depende fundamentalmente del SNC, por lo que habrá que enfatizar su estímulo antes de la llegada a la pubertad.

El segundo factor, depende directamente de la fuerza. Ésta en alguno de sus componentes, se ve influenciada por la testosterona. Por lo tanto, sería mejor incidir más en el estímulo de la fuerza máxima y potencia, a partir de la entrada en la pubertad.

Como consecuencia, aunque solamente sea aplicando la lógica, no sería demasiado aceptable realizar pruebas de 40 o 50 m. a niños de menos de 10-11 años ya que al faltar fuerza y potencia que aún no se han manifestado de forma ostensible, no les permitirá acelerar. Por otra parte, aquí siempre ganarán aquellos chicos con desarrollo prematuro ya que éstos si que dispondrán de esa capacidad de fuerza y potencia. Por consiguiente, antes que haya madurado el SNC se deberían establecer test de frecuencia o de velocidad de reacción para averiguar la potencialidad de un futuro velocista.

En la figura 7 se representa de forma esquemática la evolución de la velocidad y sus componentes y la diferenciación entre chicos y chicas durante etapas de desarrollo.

Figura 7. Evolución aproximada de la velocidad y algunos de sus factores determinantes. Arriba chicos y abajo chicas.

La evolución de la capacidad de resistencia.

Con respecto a esta capacidad, habría que diferenciar los tipos de resistencia y su dependencia del metabolismo. Así pues podríamos hablar de cuatro tipos y vías de obtención de ATP: Vías Anaeróbicas (Aláctica y Láctica) y Vías Aeróbicas (Glucolítica y lipolítica).

La vía Anaeróbica Aláctica. Depende directamente de los fosfágenos. Los chicos, antes de la pubertad, están perfectamente dotados para producir energía por esta vía. El único problema es que su musculatura almacena menos Fosfocreatina. Como consecuencia, los esfuerzos deberán ser de menor duración y las recuperaciones mayores.

Vía Anaeróbica Láctica. Antes de la pubertad, los chicos están muy limitados para producir cantidades importantes de ATP a través del metabolismo del Lactato por una serie de razones (figura 8):

  • Menor cantidad de enzimas glucolíticas (principalmente la PFK) y menos activas.
  • Menor tolerancia a la acidez muscular y menor posibilidad de tamponamiento.
  • Menor stock de Glucógeno.
  • Otras.

Vía Aeróbica Glucolítica versus vía Aeróbica Lipolítica.

El niño al disponer de menor stock de glucógeno, tiende a utilizar las grasas en sus esfuerzos aeróbicos. Como consecuencia, los esfuerzos aeróbicos deberán ser de baja potencia (energía/tiempo).

Figura 8. Evolución aproximada de la resistencia y algunos de sus factores determinantes.

Como resumen, la resistencia siempre mejora con el desarrollo. Si le pedimos a un niño que corra, por ejemplo, una carrera de 1.000 m, cada año la irá mejorando de una manera regular. No obstante esta mejora no será regular en lo que respecta a las prestaciones metabólicas ya que éstas sí que evolucionan de una manera un tanto “caprichosa”. En la figura 9 se expone el fenómeno de la progresión en resistencia y la dependencia de sus componentes.

Figura 9. La resistencia aumenta de forma regular durante el desarrollo de los chicos. No obstante lo hace de forma diferente con respecto a sus componentes.

La energía disponible.

Sea cual sea el tipo de ejercicio implica un gasto de energía por parte del niño. Éste, sobre todo a ciertas edades, se ajusta muy bien a la ejecución y la adquisición de habilidades. Pero esto no significa que el niño sea económico ya que para cualquier tipo de esfuerzo, gasta en proporción más energía que el adulto, lo cual se explica por una serie de razones (metabolismo basal más elevado, metabolismo superior ante cualquier tipo de ejercicio, mayor frecuencia cardiaca y ventilatoria, etc.).

Todo esto deriva en que el entrenamiento, independientemente de las características de las cargas, debe ser más reducido en lo que respecta a la duración de los esfuerzos.

El tiempo disponible.

El niño tiene muchas ocupaciones, en muchas ocasiones, superando la jornada laboral del trabajador más abnegado. Desde que se levanta hasta llegada la noche, tiene todo su día ocupado entre asistir al colegio, estudiar, realizar las tareas y deberes. Esto implica que el tiempo disponible para entrenar, al que hay que añadir el tiempo utilizado en desplazamientos está limitado y esto nos obliga a reducir tanto sesiones de entrenamiento semanales como su duración.

Reflexiones finales

Como consecuencia de todo lo tratado, nuestra propuesta, a la hora de entrenar a niños hasta llegada la pubertad, estaría basada en las siguientes directrices:

  • Entrenar mediante modelos integrados en los que habría que trabajar, de forma simultánea, todas las capacidades de acuerdo a las características y el momento evolutivo de éstas.
  • Incidir en tareas con incidencia en procesos neurales (velocidad de reacción, velocidad frecuencial, fuerza reactiva, etc.), teniendo en cuenta que los esfuerzos no deberían sobrepasar los 4 o 5 segundos de esfuerzo y con pausas muy amplias que permitan recuperar los depósitos de fosfágenos y la recuperación de su sistema nervioso.
  • Incidir en actividades dedicadas a la adquisición de habilidades.
  • Reducir o suprimir esfuerzos con exigencias lácticas debido a su limitación.
  • Reducir o suprimir esfuerzos aeróbicos intensos ya que pese a encontrarse capacitados podrían realizarlos pero a costa de elevados estados de fatiga que pueden ser perjudiciales en estas edades.
  • Fomentar los esfuerzos aeróbicos lipolíticos. Siempre y cuando se realicen de forma jugada para evitar la monotonía y fraccionándolos e intercalándolos con ejercicios de acondicionamiento general.
  • Reducir la duración y el nº de sesiones. Nuestra propuesta sería:

- Antes de los 10 años: 2 sesiones semanales como máximo de hora de duración.
- De 10 a 12 años: 3 sesiones semanales como máximo de 1 hora 30’ de duración.
- De 12 a 14 años: 4 sesiones semanales como máximo de 2 horas de duración.

Todos los puntos aquí tratados, de forma un tanto superficial, serán expuestos y desarrollados en profundidad, en la conferencia on-line que impartiremos el día 29 de junio y que durará alrededor de 2 horas. Ustedes pueden ver la información en el siguiente enlace:

http://g-se.com/es/actividad-fisica-y-entrenamient...

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