El Jugador de Entrenamiento

Publicado 12 de marzo de 2013, 15:53

La rompe en el entrenamiento, hace 10 goles por práctica y cuando llega la competencia se borra, desaparece!!! Comentarios como este suelen escucharse con frecuencia de
diferentes entrenadores deportivos.

Ahora bien, ¿Qué sucede con el deportista que rinde de manera superlativa en los entrenamientos y en competencia no puede plasmar un rendimiento similar? ¿Qué mecanismo condiciona el rendimiento del deportista? ¿Por qué se paraliza?

Intentaremos entender este fenómeno y ver que recomendaciones tenemos al respecto.

El deportista cuando entrena generalmente fluye, se conecta con el juego, con lo que quiere hacer y se divierte intentándolo. Pero al momento de llegar a la competencia
estas sensaciones desaparecen y comienza a preocuparse por el resultado, por su
rendimiento, por lo que el entrenador pueda decirle, por los comentarios de la
prensa, por los dichos de la afición, etc. En definitiva, se llena de preocupaciones.

La preocupación desgasta, distrae y daña.

La preocupación aparece a medida que se acerca la competencia y le impide al deportista pensar relajadamente. La preocupación aparece como una serie de pensamientos que se
repiten de manera reiterada sin que el deportista pueda sacárselos de la cabeza. Ese mecanismo le consume las energías al deportista, lo desgasta.

La preocupación impide que el deportista pueda centrarse en su plan de juego, le impide
enfocarse en lo que tiene que hacer. Lo distrae y de esa manera casi a modo de
profecía autocumplida, al tenerlo distraído incrementa la probabilidad de que
la ejecución se deteriore y de esa manera se confirme el mensaje de la preocupación.

La preocupación deteriora el rendimiento y en consecuencia daña la autoestima del deportista. Siembra la idea de que el deportista no está a la altura del desafío.

Es un verdadero círculo vicioso. Ese deportista que fluía en el entrenamiento se ve invadido por las preocupaciones, no las puede detener y en consecuencia pasa a estar
preso de ellas. El deportista que dominaba sus emociones y disfrutaba del
entrenamiento pasa a ser dominado por las preocupaciones y por las emociones
que ellas generan.

¿Qué puede hacer un entrenador frente a este escenario?

Debe trabajar en la etapa previa a la competencia no solo en ajustar el plan de juego sino también en bajar las preocupaciones.

¿Cómo se bajan las preocupaciones?

Pidiéndole al deportista algo que esté a su alcance. Si un entrenador le pide al deportista
que el domingo haga maravillas, eso no está al alcance del deportista.

En cambio, si le pide que haga lo que hace en entrenamiento, de manera estrictamente táctica, por ejemplo: desborde por la derecha y tire el centro; y si además este
comentario se acompaña con datos que respaldan que sabe hacer lo que le están
pidiendo, la ansiedad y la preocupación se reduce significativamente.

Y finalmente si el entrenador le anticipa al deportista que el normal que se sienta incómodo en los primeros minutos de la competencia, que debe intentar y no pensar en nada más, de esa manera la preocupación no podrá tener más lugar en ese deportista.

De círculo vicioso a círculo virtuoso.

Jugador de entrenamiento y Jugador de competencia.-