Entrenar la Cabeza

Publicado 18 de enero de 2013, 19:32

Desde las edades más pequeñas hasta los niveles más competitivos del deporte vemos sistemas de entrenamiento que tienen que ver con la técnica, la táctica, las capacidades motrices. ¿Y la mentalidad? ¿Se entrena?

Es cada vez más frecuente que deportistas de diferentes edades, niveles de competencia, y disciplinas deportivas asocien su nivel de rendimiento a aspectos tales como la confianza, la motivación, o los niveles de ansiedad.

Comentarios como “hoy sentí muchísima seguridad para hacer las cosas, por eso me fue bárbaro”, “no sé qué me pasa, no tengo ganas de entrenar”, o “los nervios me jugaron una mala pasada en el partido” son muy comunes en cualquier comunidad deportiva.

Este punto lleva a la siguiente reflexión: si son los mismos deportistas los que otorgan suma importancia a estas habilidades mentales,

- ¿cómo se desarrollan estas herramientas?

- ¿quién las desarrolla?

El primer interrogante se responde con una palabra: ENTRENÁNDOLAS.

El segundo, enumerando los actores que el atleta tiene a su alrededor, pero subrayando la figura de uno de ellos: EL ENTRENADOR.

Ahora bien, la metodología para “entrenar la cabeza” del deportista tiene que ver con uno de los principales axiomas de la Psicología
Cognitiva Comportamental en general, y la Psicología Aplicada al Deporte en particular: PENSAR – SENTIR – ACTUAR.

Esto quiere decir que lo que cualquier atleta HACE dentro
del campo de juego, tiene que ver necesariamente con lo que PIENSA y con lo que SIENTE.

No es difícil darnos cuenta que si un jugador a la hora de patear un penal tiene un diálogo interno con ideas como “si la tiro afuera o me lo atajan el equipo perderá por mi culpa, yo quedaré como un miedoso al frente de todo el mundo, y no mereceré otra chance dentro del equipo”, seguramente sentirá dudas, temores, ansiedad, y lógicamente la probabilidad de que la actuación sea la requerida pateando el balón, sea menor. Sucede lo contrario si las ideas que el deportista tiene en relación a la misma situación son diferentes.

Por lo tanto, la materia sensible con la cual debemos trabajar para entrenar las habilidades mentales de nuestros atletas son sus IDEAS, ya que son “archivos” moldeables y flexibles a ser modificados. Un ejemplo típico de este constructo teórico lo dan dos deportistas que tienen un concepto totalmente diverso respecto del mismo escenario: mientras que para el JUGADOR A participar de una final de campeonato es una AMENAZA queprovoca angustia, para el JUGADOR B esa misma final es un DESAFÍO que provoca la oportunidad de hacer lo que sabe.

Debido a esto, es sumamente trascendente entender que los mensajes que emite un entrenador potencian o inhiben las capacidades psico-deportivas de sus dirigidos, ya que fomenta la aparición de tales o cuales IDEAS en quienes lo escuchan. Así, la confianza se entrena comprendiendo que el camino son los intentos que cada jugador haga de acuerdo a sus posibilidades, y no la presión por el logro permanente en relación a esos intentos; la motivación se entrena teniendo objetivos permanentes, de realización y de logro, y los mismos tienen que estar
adaptados a la realidad de cada deportista; los niveles de ansiedad se
controlan entendiendo que el error es una herramienta de aprendizaje y no un arma de castigo, solamente por citar algunos ejemplos.

Conclusión: lo que determina lo que un deportista hace en la cancha no es lo que le sucede, sino lo que él interpreta que le sucede. Facilitar interpretaciones constructivas es tarea de quienes lo acompañamos en su desarrollo permanente.