¿Es posible la modulación de la microbiota a través de la dieta?
Publicado 2 de octubre de 2018, 12:07
Laura L. Sánchez (Lic. en Biología. Grado en Nutrición Humana y Dietética. Máster en Investigación en Medicina Clínica)
En la actualidad, la composición de la microbiota intestinal ya está entre una de los factores a tener en cuenta a la hora de tratar ciertas patologías, al menos, se sabe que la alteración de aquella microbiota considerada “saludable” está muy relacionada con diversas patologías, no teniendo certeza de si es causa o efecto.
Relacionado con esto, uno de los temas de mayor relevancia en el ámbito de la nutrición es conocer si es posible modular la composición de la microbiota a través de una dieta determinada y/o cómo afectan los nutrientes a las poblaciones, sobretodo bacterianas, que colonizan el tracto gastrointestinal.
Este hecho queda de manifiesto desde los primeros días de vida, donde se ha visto cómo la lactancia materna ejerce un efecto muy beneficioso sobre la colonización y maduración de la microbiota del bebé a través de los oligosacáridos de la leche humana y, poco a poco, la microbiota se va modificando conforme se van introduciendo nuevos alimentos y nutrientes en la dieta del bebé, hasta finalmente, consolidarse la microbiota más semejante a la de un individuo adulto.
Por tanto, cabe esperar que sí haya una modulación más o menos directa de los alimentos sobre la composición de microorganismos gastrointestinales, donde determinados nutrientes generarán cambios en los ciclos de vida favoreciendo o inhibiendo la proliferación de unos grupos frente a otros. A su vez, existe una cierta asociación entre determinados microorganismos, donde el beneficio de unos va asociado a la modificación de otros grupos, es decir, gracias a la generación de diversos componentes por un grupo, se modifica positiva o negativamente la composición de otro, de esto tratan los sistemas ecológicos y esto es uno de los puntos que dota de complejidad al tema.
La microbiota se ha visto tiene una gran plasticidad, lo que supone la capacidad de adaptar sus poblaciones a las condiciones fluctuantes del medio, esto no siempre es beneficioso para el ser humano, sin embargo, como todo ser, cada grupo trata de desarrollarse y sobrevivir a la adversidad, colonizando los espacios disponibles o tratando de modificar o aprovecharse de aquello que le rodea. Su objetivo no es buscar la salud del organismo que lo alberga, sino, buscar su propio beneficio y supervivencia.
¿Qué ocurre en la sociedad “moderna” a nivel nutricional? Las denominadas “Western diets” son, de forma resumida, dietas altas en grasas y en azúcares, generalmente refinados, y bajas en fibra, además de pobres nutricionalmente, pero son muy populares en las zonas industrializadas dada la facilidad en el acceso y la rapidez en la obtención de alimentos, así como en la gran palatabilidad de las mismas. La microbiota cambia ante estas dietas, tanto en composición como en función lo que genera modificaciones en el organismo directas o indirectas, a través de los mecanismos fisiológicos existentes, de la relación con los epitelios gastrointestinales y con afectación sobre el sistema inmunitario.
Siendo así este efecto nutriente-microbiota es lógico pensar que en aquellas situaciones de desnutrición haya una alteración en la composición de la microbiota, viéndose que en muchas ocasiones, tras reestablecer una nutrición adecuada que cubre las necesidades, la composición puede variar hacia la considerada como “saludable”, sin embargo, no llega a restaurarse en su totalidad. Esto quiere decir, que los cambios en el ambiente no afectan igual a todos los grupos. Algunos son mucho más sensibles, por lo que no son capaces de sobrevivir ante la adversidad.
Existe una fluctuación en la composición de la microbiota debido a diversos factores, asociado a los ritmos circadianos, al estrés, afectando también las fases de ayuno-ingesta, etc. Por lo que los cambios en la dieta, la pérdida de peso o la adición de determinados suplementos, entre otros, puede generar un cambio en los colonizadores, que puede restaurarse si el individuo vuelve a la condiciones iniciales. Pero, en algunos grupos, el cambio permanece durante un periodo variable de tiempo, todos no responden igual a los cambios en el ambiente intestinal.
Parecería sencillo definir entonces qué grupos se modifican ante determinados cambios, cuáles perduran, cuáles desaparecen, etc. De hecho en ratones, el ambiente controlado permite estudiar algunos de estos asuntos y se puede obtener ciertos resultados más o menos concluyentes. Sin embargo, el estudio de las modificaciones de la microbiota intestinal en humanos en base a determinados nutrientes entraña la dificultad de todos aquellos otros factores implicados que no son controlables. Si bien, existen algunos estudios en los que se observa que la deficiencia en ciertos micronutrientes y otros componentes pueden influir sobre la estructura de la microbiota.
¿Y qué se sabe sobre la influencia de los alimentos y nutrientes sobre la microbiota? Ya se avanzaba antes algo sobre el efecto modulador de la microbiota sobre el sistema inmunitario. Se sabe que algunos grupos bacterianos fermentan determinados componentes de la fibra y se ha visto que la generación de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) está implicado en esta inmunomodulación, generalmente, positiva, sobre lo que existen investigaciones más o menos sólidas. Sin embargo, y aún cuando se ven modificaciones en la composición en aquellos individuos que siguen dietas altas en grasas o altas en proteínas, todavía es necesario profundizar en cómo y porqué se generan estos cambios, así como, tratar de investigar de forma más específica sobre el efecto en humanos, más allá de una población controlada de ratones.
Hasta ahora, la nutrición se ha estudiado desde el punto de vista de los alimentos sobre el sistema gastrointestinal, sin embargo, la investigación sobre la microbiota intestinal y su función sobre el organismo, así como su relación con los nutrientes ha introducido un nuevo mediador que interviene en el procesado de los alimentos. Como entidades independientes al organismo que son, tratan de cubrir sus necesidades para su propia supervivencia y evolución, por lo que la llegada de nutrientes es una oportunidad para todos ellos de prosperar. En ocasiones, esto significa que algunos nutrientes no llegan en la cantidad deseada al organismo, sino que se reparten entre la microbiota siendo, generalmente en estos casos, patógena u oportunista.
Por tanto, la complejidad que estriba este ecosistema interno que coloniza el organismo y la influencia de muchos otros factores ajenos a la dieta hace que la capacidad de modular la microbiota de una manera efectiva y controlada a través de los alimentos requiera todavía un mayor estudio, sobre todo en sujetos humanos, dadas las diferencias con los modelos murinos. Sin embargo, se trata de un tema controvertido y no carente de dificultad. Es necesario continuar teniendo en cuenta que en la nutrición humana existe una tercera variable que interviene en los procesos de salud y enfermedad, por lo que es fundamental ir definiendo poco a poco este factor y comenzar a expandir los conocimientos relativos a todos los microorganismos que colonizan el tracto gastrointestinal, incluyendo otros grupos, más allá del bacteriano.
Se recomienda la lectura completa de este artículo de revisión de gran interés.
Referencia: Zmora N, Suez J, Elinav E. You are what you eat: diet, health and the gut microbiota. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology [Internet]. 27 de septiembre de 2018; Disponible en: https://doi.org/10.1038/s41575-018-0061-2