Especificidad en el Entrenamiento de la Fuerza: Revisión para el Entrenador y el Deportista
Publicado 11 de marzo de 2014, 21:21
Digby Sale y Duncan MacDougall
Universidad McMaster Hamilton, Ontario, Canadá
Reproducido del artículo original publicado en Canadian Journal of Applied Sport Sciences, 6-2: pp.87-92, 1981, editado por Canadian Society of Exercise Physiology. Traducido y publicado con el permiso de los autores y del Editor.
INTRODUCCIÓN
Actualmente, existen dos teorías opuestas sobre el entrenamiento de la fuerza en relación al rendimiento deportivo. Una teoría sostiene que los ejercicios de fuerza deberían imitar el gesto deportivo tan estrechamente como sea posible en términos del patrón de movimiento anatómico, velocidad, tipo y fuerza de contracción. La teoría opuesta sostiene que sólo es necesario entrenar los grupos musculares apropiados. No hay necesidad de realizar ejercicios con movimientos específicos. Practicando las destrezas del deporte en forma separada, la fuerza lograda en el entrenamiento muscular no específico puede ser “utilizada” para la performance. Por lo tanto, en esta teoría, el motor (los músculos) es desarrollado en la sala de musculación; el aprendizaje de cómo encender el motor (control neurológico) se adquiere en el gimnasio, en el campo, en la pileta, etc. Por en contrario, la primer teoría sostiene que uno debería tanto construir el motor como aprender a encenderlo en el gimnasio de pesas.
Cuál de los dos métodos para entrenar la fuerza produce mejores resultados?. La posición de los autores es que si bien ambos enfoques producen resultados, la evidencia científica hasta el momento favorece fuertemente la especificidad en el entrenamiento. En este trabajo se revisarán los datos científicos en relación a la especificidad de entrenamiento y se discutirán bajo cuatro bases: 1) patrón de movimiento, 2) velocidad, 3) tipo de contracción, y 4) fuerza de contracción.
ESPECIFICIDAD
1. Patrón de movimiento
Uno de los primeros datos que el entrenamiento de la fuerza era muy específico fueron reportados por Rasch y Morehouse en 1957. Un grupo de sujetos entrenó la flexión de codo en una posición de parado. Luego del entrenamiento, la fuerza de flexión del codo había aumentado considerablemente cuando se medía en la posición de pardo; sin embargo. Las mediciones antes y después del entrenamiento en una posición no familiar (supina) revelaron solamente un leve incremento en la fuerza. Los investigadores concluyeron que el entrenamiento de la fuerza fue en gran parte una adquisición de destreza. En la Figura 1 se presenta un ejemplo más reciente del efecto del entrenamiento de un movimiento específico. El entrenamiento durante ocho semanas con un ejercicio de sentadillas con barra de pesas provocó un gran aumento en la performance de un test específico (1 repetición máxima en la sentadilla con barra de pesas), pero una mejoría mucho más pequeña en un test no específico (“press” isométrico de piernas), a pesar del hecho que en ambos tests estuvieron involucrados los mismos grupos musculares
La especificidad también ha sido observada en relación a la evaluación de la fuerza isocinética (Cybex). En la Universidad McMaster llevamos a cabo experimentos para investigar los efectos del entrenamiento de la fuerza sobre el tríceps braquial (MacDougall y cols. 1977, 1979, 1980 a). En el primer experimento, los sujetos entrenaron el tríceps con un número de ejercicios de entrenamiento con pesas que incluían extensión de codo. La fuerza de levantamiento de pesas y el perímetro de brazo aumentaron sustancialmente; por el contrario, la fuerza de extensión de codo medida con un dinamómetro isocinético no se incrementó significativamente. En el segundo experimento los sujetos llevaron a cabo el mismo programa de entrenamiento de pesas; además, tamién practicaron en un dinamómetro isocinético tres veces por semana. Luego de un período de de entrenamiento similar, las mejorías en la fuerza de levantamiento de pesas y en el perímetro de brazo fueron similares a las del primer experimento; sin embargo, la fuerza también aumentó sustancialmente debido al entrenamiento específico en el dinamómetro. Por lo tanto. en un simple movimiento como la extensión del codo existe especificidad en el patrón de movimiento
La respuesta al entrenamiento podría ser específica aún en el ángulo articular al cual ocurre el entrenamiento, como se muestra en la Figura 2. La extensión isométrica de rodilla a un ángulo articular de 15 grados causó el mayor aumento de la fuerza en ese ángulo. En un ángulo articular no familiar o con un diferente tipo de contracción se observaron menos mejorías. Cuando el entrenamiento se realizó a un ángulo articular diferente (60 grados) se obtuvo un patrón de resultados similar.
Por lo tanto, nosotros concluimos que si puede demostrarse especificidad en el patrón de movimiento en relación a movimientos relativamente simples, este aspecto de la especificidad se aplica aun más a los patrones más complejos de movimiento de los distintos deportes. La base fisiológica de este aspecto de la especificidad es el hecho que las adaptaciones neurológicas cumplen un rol importante en la respuesta al entrenamiento de la fuerza.
FIGURA 1. Demostración de la especificidad del patrón de movimiento y tipo de contracción en el entrenamiento. Ocho semanas de entrenamiento de fuerza utilizando un ejercicio de sentadillas con barra de pesas (involucrando contracciones concéntricas y excéntricas) provocaron un gran aumento en 1 RM para el ejercicio de sentadilla, pero un incremento relativamente pequeño en la fuerza isométrica en el “press de piernas”. Basado en Thorstensson y cols. (1976).
FIGURA 2. Demostración de la especificidad del tipo de contracción y velocidad de contracción del ángulo articular (patrón de movimiento) en el entrenamiento de la fuerza. Arriba: el entrenamiento de extensión isométrica de rodilla a un ángulo articular de 15 grados provocó un incremento relativamente elevado en la fuerza en ese ángulo articular, pero menores aumentos en ángulos “no familiares”. La medición de la fuerza con un tipo de contracción diferente (isocinético = contracciones concéntricas a velocidad constante) también reveló una menor mejoría. El entrenamiento isométrico causó un mayor aumento en la velocidad baja (30 grados/s) que en la alta (180 grados/s) de la contracción isocinética. Abajo: en entrenamiento a un ángulo articular de 60 grados produjo un patrón similar de resultados. Basado en líndh (1979).
2. Velocidad
El primer informe sobre la especificidad de velocidad en el entrenamiento de fuerza fue presentado por Moffroid y Whipple, en 1970. En uno de los primeros experimentos con entrenamiento isocinético (= contracciones a una velocidad constante) se observó que el entrenamiento a una baja velocidad provocaba un aumento en la fuerza en la velocidad baja, pero no a una velocidad mayor. La Figura 3 muestra los resultados de un trabajo reciente (Coyle y Feríng, 1980). A partir de los resultados de este estudio se puede llegar a tres conclusiones. En primer lugar, hay una especificidad en el efecto de entrenamiento de velocidad, lo cual confirma los anteriores resultados de Moffroid Whipple (1970), y también concuerda con otras observaciones recientes (Caiozzo y cols., 1980). El entrenamiento a baja velocidad aumenta sustancialmente la fuerza a baja velocidad pero tiene poco efecto sobre la fuerza a alta velocidad. De manera similar, el entrenamiento a alta velocidad provoca una mayor mejoría en la velocidad alta que en la baja. El entrenamiento combinado (velocidad alta y baja) produce resultados intermedios. En segundo lugar, es más fácil incrementar la fuerza de baja velocidad con un entrenamiento específico que la fuerza de alta velocidad con un entrenamiento específico (este hecho también fuer observado por Moffroid y Whipple, 1970). En tercer término, el entrenamiento de alta velocidad tiene un mejor efecto de transferencia a velocidades bajas que el entrenamiento de baja velocidad a velocidades elevadas (también observado pro Moffroid y Whipple, 1970). Por lo tanto, el entrenamiento veloz produjo case los mismos resultados en amabas velocidades (alta y baja). Mientras que el entrenamiento lento produjo resultados marcadamente mejores en la velocidad baja. Cuál es la base fisiológica para especificidad del efecto de la velocidad?
Hay dos posibles mecanismos: 1) existe una adaptación específica a la velocidad dentro de los músculos; 2) existe una adaptación específica a la velocidad dentro del sistema nervioso.
Uno o ambos de estos mecanismos podría estar involucrado. Basados en la evidencia de que el cerebro organiza e inicia los movimientos rápidos, balísticos en forma diferente que los movimientos lentos (Desmedt y Godaux, 1979, para datos y referencias). Nosotros creemos que el mecanismo responde principalmente a una adaptación neurológica. Sin embargo se ha afirmado que el entrenamiento rápido o lento causa un reclutamiento selectivo de las unidades motoras rápidas y lentas, respectivamente (Counsilman, 1976,a,b). El entrenamiento de la fuerza a velocidades bajas recluta solamente las unidades motoras lentas; por lo tanto la adaptación (hipertrofia) sólo ocurre dentro de las fibras lentas. De forma similar, el entrenamiento de alta velocidad recluta selectivamente las unidades motoras rápidas y causa hipertrofia selectiva de las fibras musculares rápidas. Se hizo referencia (sin datos ni bibliografía) a los resultados de los estudios con biopsias musculares en físico-culturistas, los que indican que tienen fibras musculares lentas enormemente agrandadas pero fibras rápidas case normales (Counsilman, 1976,a,b). Esta idea de reclutamiento selectivo podría estar difundida entre entrenadores y deportistas; hasta los físico-culturistas están recomendando entrenamiento lento para la hipertrofia de las fibras lentas (Newell, 1980).
Sin embargo, lo dicho anteriormente no está de acuerdo con una cantidad considerable de datos científicos. En primer lugar, se ha mostrado que en los físico-culturistas (MacDougall y cols., 1980 b) y en los levantadores de potencia (MacDougall y cols., 1980 b; Prince y cols., 1976) tanto las fibras rápidas así como las lentas están agrandadas. Además, el entrenamiento convencional con sobrecarga a baja velocidad y el entrenamiento isocinético lento causa hipertrofia de ambos tipos de fibras (MacDougall y cols., 1980a). De hecho, las fibras rápidas aumentan en mayor proporción que las lentas en los físico-culturistas y levantadores de potencia; de manera similar, el entrenamiento de baja velocidad causa mayor hipertrofia de las fibras rápidas (MacDougall y cols., 1980 a; Thorstensson y cols., 1976). Esto no significa que las unidades motoras rápidas fueron reclutadas más, pero podría indicar que las fibras rápidas son más adaptables en relación a la hipertrofia. En segundo término, los estudios electromiográficos (en los cuales se registra la actividad de unidades motoras únicas) indican que suponiendo que el grado de esfuerzo voluntario es máximo, la activación de las unidades motoras es similar, independientemente de la velocidad de contracción (Desmedt & Godaux, 1979; Maton, 1980). En tercer lugar, existen datos que indican que las unidades motoras rápidas son activadas durante contracciones isométricas (velocidad = 0, muy lentas!)(Gollnick y cols., 1974; Warmolts y Engel, 1972). Además, se ha observado una correlación positiva entre la fuerza isométrica y el porcentaje de fibras rápidas dentro de un músculo (Tesch y Karlsson, 1978). Si no se hubieran reclutado las unidades motoras rápidas durante estas contracciones ultra-lentas, no hubiera sido posible una correlación positiva; por el contrario, se hubiera esperado ver una correlación negativa. Por lo tanto. nosotros concluimos que no hay una base para afirmar que durante contracciones máximas de baja velocidad se recluten preferencialmente las unidades motoras lentas. Este concepto erróneo podría haber surgido a partir de la suposición que las fibras musculares rápidas sólo pueden participar en las contracciones rápidas; sólo pueden participar en las contracciones rápidas; sin embargo, las fibras rápidas también están diseñadas para contribuir en la fuerza, independientemente de la velocidad. De manera similar, las unidades motoras lentas pueden contribuir en la fuerza en contracciones muy rápidas (la fibras lentas pueden desarrollar su fuerza pico dentro de 0.1 seg, o menos). El único caso reportado en el cual no fueron reclutadas las fibras lentas durante contracciones rápidas ha sido en el gato cuando sacude sus garras a alta frecuencia par sacarse de encima algún objeto que se le ha adherido. Cuando el animal realizaba movimientos de salto “explosivo” (más parecido al rendimiento deportivo rápido) las unidades motoras lentas siempre acompañaron a las unidades motoras rápidas (Smith y cols., 1980).
Para resumir, existe especificidad de velocidad en el entrenamiento de fuerza. La especificidad está relacionada con la organización de movimientos por el cerebro más que con el reclutamiento de los tipos de unidades motoras. Sigue habiendo una pregunta. Existe alguna justificación para que los deportistas que realizan movimientos de alta velocidad hagan entrenamientos de fuerza de baja velocidad? Sí. El entrenamiento de baja velocidad podría ser necesario para estimular la adaptación máxima dentro del músculo. El desarrollo muscular ( y el incremento en la fuerza contráctil) está relacionado con la magnitud de tensión desarrollada dentro del músculo (Goldberg y cols., 1975).
Las contracciones musculares de baja producción de fuerza o tensión no estimularán el desarrollo muscular aunque las contracciones se repitan muchas veces. Esto explica porqué el entrenamiento de “endurance” que comprende muchas contracciones pero de baja fuerza, no provoca agrandamiento muscular. Por lo contrario las contracciones de elevada fuerza provocarán agrandamiento de los músculos, como por ejemplo en el levantamiento de grandes pesos. La figura 4 muestra la relación fuerza-velocidad para contracciones musculares concéntricas o de acortamiento. Observar que, a medida que aumenta la velocidad de contracción disminuye la fuerza que puede ser desarrollada, a pesar del esfuerzo máximo. Cuando un deportista realiza entrenamiento de fuerza de alta velocidad, la fuerza real generada pro los músculos ser relativamente baja. Como se recalcó anteriormente, las contracciones de poca fuerza no son efectivas para estimular el desarrollo muscular. Por lo tanto, un deportista que realiza entrenamiento de fuerza de alta velocidad exclusivamente, podría no estar induciendo una adaptación máxima dentro de los músculos. Entonces, el programa de entrenamiento de fuerza diseñado para deportistas de “velocidad” y “potencia” debería incluir movimientos rápidos para entrenar los músculos.
FIGURA 3.Especificidad de velocidad en el entrenamiento de fuerza. El entrenamiento con contracciones concéntricas, isocinéticas, de baja velocidad de los músculos extensores de la rodilla causó un mayor aumento en la fuerza de velocidad lenta que rápida. De manera similar, el entrenamiento rápido provocó mayor aumento en la velocidad alta que baja, a pesar de que la diferencia no fue tan marcada. El entrenamiento combinado (rápido y lento) produjo resultados intermedios. Ver el texto para mayor discusión. El aumento no significativo con alta velocidad para el grupo con entrenamiento lento no fue reportado, y ha sido estimado en este trabajo. Basado en Coyle y Fering (MSSE, 12 (2), 134, 1980).
FIGURA 4.Relación esquemática fuerza-velocidad para contracciones concéntricas. A medida que aumenta la velocidad de contracción, disminuye la fuerza que puede ser desarrollada. Una desventaja del entrenamiento de velocidad rápida podría ser que la tensión (fuerza desarrollada dentro del músculo podría no ser lo suficientemente grande para estimular la máxima adaptación dentro del músculo. La ventaja del entrenamiento de alta velocidad es que “entrena” el sistema nervioso. [El reclutamiento de unidades motoras es similar en el entrenamiento lento que en el rápido. Ver texto par mayor discusión.
3. Tipo de contracción
Existen tres tipos básicos de contracción muscular. Un músculo puede desarrollar tensión mientras se acorta (contracción concéntrica), mientras se estira (contracción excéntrica), o mientras no se somete a cambios en la longitud (isométrica). Se ha demostrado que los músculos son más fuertes cuando realizan contracciones excéntricas y más débiles cuando realizan contracciones concéntricas (Komi, 1973; Rodgers y Berger, 1974 ). Cuando son comparadas las contracciones máximas, la activación de las unidades motoras en similar en los tres tipos de contracción (Komi, 1973; Rodgers y Berger, 1974); por lo tanto, el mecanismo para la mayor fuerza en las contracciones excéntricas reside en el mecanismo contráctil del músculo.
Hay especificidad en el entrenamiento de la fuerza en relación al tipo de contracción? En lo que se refiere al sistema nervioso, la respuesta es “si”. Poner énfasis en el mismo tipo de contracción en el entrenamiento como ocurre en la performance permitirá que ocurra la adaptación neurológica adecuada (ver Figura 1).
Sin embargo podía haber una ventaja con el entrenamiento suplementario con contracciones excéntricas aún para movimientos deportivos en los cuales el énfasis está en otro tipo de contracción (normalmente concéntrica). Debido a la mayor tensión que se puede desarrollar durante contracciones excéntricas (Komi, 1973: Rodgers y Berger, 1974), en entrenamiento excéntrico podría ser el más efectivo para estimular la adaptación dentro del músculo, por la razón presentada anteriormente en relación a la especificidad de la velocidad en el entrenamiento. Parte de los datos que respaldan esta especulación proviene del trabajo de Komi y Buskirk (1972), quienes demostraron que el entrenamiento con contracciones excéntricas máximas producía más desarrollo muscular que el entrenamiento con contracciones máximas, ya sean isométrica o concéntricas. También existen desventajas asociadas con el entrenamiento excéntrico. Lasw grandes fuerzas desarrolladas incrementan el riesgo de lesiones musculares (esguinces, desgarros, rupturas). Podría haber dolor muscular muy severo en las etapas iniciales de entrenamiento excéntrico, a menos que se utilice un primer período de contracciones submáximas. Finalmente, el entrenamiento excéntrico puede se peligroso. En el entrenamiento con sobrecarga, el peso debe estar colocado de manera que pueda ser bajado con contracciones excéntricas. Debe haber cerca ayudantes experimentados y de confianza que asistan en la fase concéntrica de los ejercicios. Con aparatos de pesas adecuadamente diseñados, la peligrosidad de esta clase de entrenamiento puede reducirse considerablemente.
Una segunda aplicación de contracciones excéntricas en el entrenamiento de fuerza ha sido el llamado efecto de “rebote” o “contra-movimiento” (algunos hasta lo llaman entrenamiento “pliométrico”). Estos términos se refieren al aumento (mayor fuerza) de la contracción concéntrica que ocurre cuando está inmediatamente precedida por una contracción excéntrica. Un ejemplo de este fenómeno es la mayor altura en un salto vertical que se puede lograr cuando el mismo está precedido por un movimiento contrario. El efecto puede ser amplificado saltando desde una plataforma (Asmussen y Bonde-Petersen, 1974). Tres mecanismos podrían contribuir a mejorar la contracción concéntrica, lo cual luego se libera durante la contracción concéntrica (Asmussen y Bonde-Petersen, 1974). En segundo lugar, el elemento el stico dentro del músculo podría acortarse durante la contracción excéntrica de manera que se pueda generar fuerza más rápidamente durante la contracción concéntrica (Cavanagh & Komi, 1979). En tercer lugar, las respuestas reflejas podrían ser mayores durante la contracción excéntrica locual refuerza la contracción concéntrica (Kami, 1979). Cualquiera sea el mecanismo, el resultado es una mayor fuerza de contracción lo que podría estimular una mayor adaptación dentro de las fibras musculares.
Las reservas con respecto al entrenamiento excéntrico se aplican igualmente aquí. Además, existe la posibilidad de lesiones articulares en los casos donde la técnica de rebote involucra impacto (saltar desde elevaciones). Por lo tanto, se debe tener sumo cuidado cuando se entrena con esta técnica. Podría estar contraindicada para deportistas con historia de lesiones articulares (algunos atletas podrían comenzar su historia de lesiones a partir de esta técnica!).
3. FUERZA DE CONTRACCIÓN.
En el entrenamiento de fuerza isométrica, la única manera práctica de preceder es realizar una serie de contracciones máximas o case máximas. De forma similar, en el entrenamiento isocinético, la técnica standard es llevar a cabo una serie de contracciones máximas. Sin embargo, en el entrenamiento con sobrecarga, son posibles distintos esquemas de “repetición con peso” y se debe decidir cuál es el más adecuado para un deporte en particular. Por ejemplo, es posible entrenar con una serie de levantamientos máximos únicos. Cada uno de estos levantamientos normalmente se conoce como una repetición máxima (1 RM = el mayor peso que se puede utilizar para una repetición). Por el contrario, en entrenamiento podría consistir en realizar series de varias repeticiones utilizando pesos relativamente livianos. Por ejemplo, se podría seleccionar un peso que permitiera, con esfuerzo máximo, realizar 8-10 repeticiones. Por lo tanto, se en nuestro ejemplo 1 RM para un ejercicio fuera de 100 kg, las 8-10 RM serían case 75-80 kg. En la Figura 5 se muestra la relación entre el número de repeticiones que se puden realzar y el porcentaje de 1 RM utilizado. No es sorprendente que para poder realizar más repeticiones se tenga que seleccionar un peso que represente un porcentaje más pequeño de 1 RM. La “zona” tradicional para el entrenamiento de la fuerza ha sido usar pesos que permitan realizar 1-20 repeticiones. Dónde, dentro de esta “zona”, debería entrenar el deportista? Si el movimiento deportivo incluye una o unas pocas contracciones máximas breves, entonces lo más específico sería entrenar con series de 1-3 RM (90-100 % de 1 RM). Este entrenamiento estimularía la adaptación neurológica ( activación sincronizada de todas las unidades motoras, Milner-Brown y cols., 1975 y las grandes fuerzas contráctiles estimularían las adaptaciones musculares relacionadas con la fuerza (Goldberg y cols., 1975). Si la performance deportiva requiere un gran número de contracciones submáximas, entonces sería apropiado entrenar con, por ejemplo, 8-10 RM (75-80 % de 1 RM). En el caso de 8-10 RM, se logra la activación máxima de las unidades motoras; sin embargo, la activación es progresiva (reclutándose más unidades motoras a medida que progresa la fatiga; Edwards & Lippold, 1956; Stephens & Taylor, 1972). La fuerza contráctil es menor que en 1-3 RM (Figura 5). No se sabe se el mayor número de repeticiones en el caso de 8-10 RM compensa la menor fuerza contráctil; sin embargo, el riesgo de lesión es menor cuando se utilizan pesos más livianos.
Entrenar con 1-3 RM versus 8-10 RM podría producir una adaptación mecánica diferente dentro de los músculos. El entrenamiento con 8-10 RM causa una adaptación tanto dentro del sistema ATP-PC como del ácido láctico (MacDougall y cols., 1977). La naturaleza más breve del entrenamiento con 1-3 RM probablemente estimula una adaptación solamente dentro del sistema ATP-PC. Si bien este punto de comparación entre los dos esquemas es de interés, se debería recordar que en muchos deportes, el entrenamiento del sistema del ácido láctico (y del sistema ATP-PC) se puede lograr con “drilles” o entrenamiento intervalado utilizando la actividad deportiva en sí
FIGURA 5. Relación entre el porcentaje de 1 RM (1 repetición máxima = el mayor peso que puede ser levantado durante una repetición) y el número de repeticiones que se pueden realizar. Arriba: se muestra la relación para un amplio rango en el porcentaje de 1 RM. También se indica una zona arbitraria de entrenamiento de fuerza (1-20 RM). El entrenamiento con mayores repeticiones(>20) normalmente se considera entrenamiento de “endurance”. Abajo: Se observa la zona de entrenamiento ampliada. Se indican los porcentajes de 1 RM que se utilizarían cuando se entrena con 8-10 RM y 1-3 RM. Ver el textopara mayor discusión. Basado en observaciones no publicadas de P. Anderson y B. Haring, 1977.
Nuestra opinión es que las recomendaciones que hemos dado con respecto a la especificidad de la fuerza de contracción (ejercicio de alta resistencia y pocas repeticiones versus ejercicio de baja resistencia y muchas repeticiones) son más válidas en conexión con el entrenamiento avanzado de fuerza, en el cual el deportista está intentando maximizar la performance. Con los “novatos” en el entrenamiento de fuerza, se ha observado que el mismo no tiene que ser específico, al menos durante las primeras semanas. Por ejemplo, en el entrenamiento de sobrecarga, un amplio rango en el número de repeticiones utilizadas en las series producir similares aumentos en la fuerza y la resistencia (Berger, 1962a,b,1963; Clarke & Stull, 1970 Delateur y cols., 1968; Stull & Clarke, 1970).
RESUMEN
Nosotros interpretamos que la evidencia científica actualmente disponible indica que el entrenamiento de la fuerza debería ser lo más específico posible. El entrenador o el deportista, al planificar el programa de entrenamiento fuerza, debería tratar que los ejercicios simulen lo más posible los movimientos deportivos en cuanto al patrón de movimiento, velocidad de movimiento, tipo de contracción muscular, y fuerza de contracción. En el caso de movimientos deportivos que se realicen a alta velocidad, en entrenamiento complementario a baja velocidad podría se necesario para inducir la máxima adaptación dentro de los músculos. El entrenamiento complementario con contracciones excéntrica máximas, o casi máximas, podría ser beneficioso para muchos deportes debido a que las grandes fuerzas generadas durante esta clase de entrenamiento estimularán la adaptación máxima dentro de los músculos. Sin embargo, se debería considerar el mayor riesgo de lesión asociado con en entrenamiento excéntrico. La equivocación de ser específico en el entrenamiento de fuerza podría provocar más desventajas que beneficios; y hasta podría ser contraproducente. Por ejemplo, el desarrollo de una mayor masa en grupos musculares irrelevantes podría ser perjudicial en deportes que demandan un alta relación fuerza-peso.
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