Función inmune en atletas de resistencia

Publicado 16 de enero de 2016, 21:03

Función inmune en atletas de resistencia

Por Franco Cragnulini


Periodos de entrenamiento excesivo, en combinación con dietas insuficientes y escasos periodos de recuperación entre sesiones de entrenamiento pueden reducir el nivel de rendimiento en atletas de resistencia. El sobreentrenamiento y las infecciones son dos de las razones por las cuales algunos deportistas fracasan para rendir según sus expectativas. Los atletas involucrados en programas de entrenamiento muy intensos, particularmente aquellos involucrados en eventos de resistencia, parecen ser más susceptibles a las infecciones (Gleeson, 2002). Existe evidencia de que aquellos deportistas que se encuentren en periodos de entrenamientos de elevada exigencia o de repetidas competiciones se encuentran ante un mayor riesgo de padecer enfermedades leves infecciosas (Gleeson, 2005). Siendo las infecciones del tracto respiratorio superior (ITRS) las más comunes, y encontrándose como alguna de sus causas el incremento de la exposición de patógenos transportados por el aire, consecuencia de una mayor velocidad y profundidad de la respiración.

Imagen 1. Órganos principales del sistema inmune (imagen extraída de Google)


Al parecer los repetidos entrenamientos de elevado estrés fisiológico (especialmente aquellos que se realizan sin ingesta de carbohidratos), tiempos limitados de recuperación y/o una ingesta energética inadecuada, pueden comprometer el sistema inmune del organismo.

La periódica repetición de sesiones prolongadas o intensas de entrenamiento, eleva las hormonas del estrés, particularmente los glucocorticoides, lo que causa una inmunosupresión temporal (Khansari, 1990). Según algunos autores (Parry Billings y col., 1992; Walsh y col., 1998) la concentración plasmática de glutamina cae aproximadamente un 20% y se mantiene reducida durante algún tiempo. Para el funcionamiento óptimo de algunos leucocitos, incluyendo linfocitos y macrófagos parecen requerirse niveles normales de glutamina plasmática (Gleeson, 2002). En este entorno se crea una “ventana abierta” de defensa disminuida, en la que virus y bacterias pueden ganar capacidad invasora, incrementando el riesgo de desarrollar una infección (Gleeson, 2000; Nieman y Pedersen, 2000). Durante esta fase, que puede durar de 3 a 72 horas dependiendo de las características del entrenamiento, tanto virus como las baterías tienen mayor posibilidad de acceso. Siendo los deportistas participantes de maratón y ultramaratón, así como también los que realicen entrenamientos muy exigentes, los principalmente afectados por ITRS (Nieman, 2000).

Es interesante destacar otros factores que pueden propiciar una diminución del sistema inmune, como: el estrés psicológico, la pérdida de sueño y la malnutrición (Figura 1).

Figura 1. Causantes del aumento de riesgo de padecer infecciones en deportistas. Adaptada de Jeukendrup (2010).


El principal anticuerpo o inmunoglobulina IgA hallado en las secreciones externas (mucus, lágrimas, saliva) es considerado un importante mecanismo de defensa, particularmente contra patógenos que causan URTI. Mackinnon (1996) reporto bajos niveles salivales de IgA en atletas sobreentrenados, y en períodos de intensificación del entrenamiento en nadadores de elite pudo observarse una caída progresiva en la concentración salival de IgA. En relación con lo anteriormente planteado, Gleeson (2010) afirma que el consumo de carbohidratos no solo ayuda a prevenir la deshidratación sino también a mantener el flujo salival, el cual contiene proteínas con propiedades antimicrobianas, incluida la IgA. Debido a que la secreción salivar suele caer durante el ejercicio, el consumo regular de líquidos parece ser una estrategia importante para evitarlo (Bishop, 2000).

Una de las más convenientes estrategias que puede adoptar el atleta para hacer frente a tal estado, consiste en sostener una dieta variada, rica en nutrientes, basada en verduras, frutas, frijoles, granos, legumbres, carnes animales, aceites, y fuentes de carbohidratos. Más aun en periodos de la temporada donde los entrenamientos tienen las características anteriormente descriptas. Para mantener una salud optima resulta clave garantizar una ingesta adecuada de energía (carbohidratos, proteínas, calcio, cobre, hierro, magnesio, manganeso, selenio, sodio, zinc y vitaminas A, C, E, B6 Y B2) (Gleeson, 2010).

A continuación (Tabla 1) presentamos algunas estrategias que pueden ser contempladas por atletas y entrenadores:

Tabla1. Adaptada de Jeukendrup (2010).

En la misma línea, Burke (2010) afirma que “El entrenamiento de elevada intensidad promueve adaptaciones máximas, lo que a su vez lleva a suprimir la función inmune. La recuperación a través de la dieta, debería tener en cuenta ciertos factores que ayudan al sistema inmune a mantenerse en un estado óptimo”. Y propone algunas normas de actuación generales:

  • Las funciones del sistema inmune son mejores cuando la disponibilidad de hidratos de carbono está disponible. Por lo que se debería asegurar el adecuado aporte de carbohidratos antes, durante y después del entrenamiento para ayudar a disminuir los efectos inmunosupresores secundarios al ejercicio vigoroso.
  • La cantidad de energía aportada resulta clave. Cuanto mayor sean las necesidades, más importante es tener un plan de recuperación en lugar de ocuparse por la imagen corporal.
  • Nuevas investigaciones parecen descubrir beneficios acerca del consumo de probiótcos/prebióticos y consumir elevadas dosis de vitamina D (invitamos a los lectores a leer este reciente artículo publicado en G-se).

A modo de conclusión, desde el IEWG, sumamos los siguientes tips al desarrollo del presente post:

  • Asesorarse con un profesional del área que programe la dieta en función de las demandas energéticas diarias (pre, intra y post esfuerzo).
  • Luego de un periodo de enfermedad (resfriado, gripe, anginas, etc.) tomarse el mismo número de días en retomar la rutina que los que estuviste sin entrenar.
  • Si se sufre trastornos de sueño, es importante saber que esto puede conducir a un estado de sobreentrenamiento, enfermedad o lesión. Algunas estrategias simples para mejorar la higiene del sueño, podrían ser: regularizar la hora de acortarse; reducir al mínimo la ingesta de el café y alcohol antes de acostarte; dejar el celular en silencio y lejos de la meza de luz o apagarlo por las noches; incluir siestas breves, durante el día, por un tiempo de entre 30-45 minutos y alejada del final de la tarde.
  • Contratar a un entrenador calificado que programe correctamente las cargas de entrenamiento, tiempos de recuperación y monitorice las respuestas a éstas.
  • Incluir la realización de analítico sanguíneo en determinados momentos de la temporada, con el propósito de analizar ciertos marcadores bioquímicos y así evitar un síndrome de sobreentrenamiento.

Autor

Prof. Franco Cragnulini

Profit Training

Referencias

  • Dylan T. Dahlquist, Brad P. Dieter y Michael S. Koehle (2016). Posibles Efectos Ergogénicos de la Vitamina D Sobre el Rendimiento y la Recuperación Deportiva. PubliCE Premium
  • Gleeson, M (2002). Biochemical and Immunological Markers of Over-Training. Journal of Sports Science and Medicine; Vol. 1 (2), 31-41.
  • Jeukendrup, A (2000). Posibles Vínculos entre la Nutrición y el Sobreentrenamiento. PubliCE Standard.
  • Jeukendrup, A (2010). Nutrición para la recuperación. Cap. 7 En Guía práctica de nutrición deportiva. Ed. Tutor.
  • Jeukendrup, A (2010). Nutrición y función inmune. Cap. 15 En Guía práctica de nutrición deportiva. Ed. Tutor.
  • Jeukendrup, A (2010). Suplementos para aumentar la función inmune. Cap. 16 En Guía práctica de nutrición deportiva. Ed. Tutor