​La dieta cetogénica en situación de ejercicio. (Parte 1)

Publicado 15 de abril de 2019, 14:48

​La dieta cetogénica en situación de ejercicio. (Parte 1)

La promoción durante décadas de que la dieta de las personas tuviera como propuesta una amplia base sostenida por diferentes formas de carbohidratos (CHO) y muy baja en grasas (GRA), y que paralelamente a ella la población de obesos y portadores de patologías metabólicas se haya multiplicado en forma alarmante, ha llevado a analizar seriamente este vínculo potencial (Shaw JE, Sicree RA, Zimmet PZ.. Global estimates of the prevalence of diabetes for 2010 and 2030. Diabetes Res Clin Pract. 2010).

En relación a lo anterior, numerosos estudios han ido detrás de estrategias nutricionales donde se invirtió la proporción de CHO y GR en la alimentación de manera de pasar de dietas con alta carga de CHO y bajas en GR a propuestas absolutamente invertidas en la cantidad porcentual de estos nutrientes. Así, las llamadas genéricamente dietas cetogénicas (DC), que están caracterizadas justamente por estas proporciones muy bajas en CHO y conocidas por las siglas LCHF (Low Carbohydrate, High Fat), aparecen muy promocionadas.

De recordar acá es que la cetosis se refiere a la producción de cuerpos cetónicos, los que son derivados de las grasas (y algunos aminoácidos) para usar como un combustible alternativo en tiempos de ayuno o restricción drástica de CHO.

Es de admitirse que suficiente información hay documentada respecto de los vínculos que existen entre las DC, producto de una intencionada cetosis nutricional, y la mejora en la salud. Sin embargo no hay en la misma cuantía los que verifican el impacto que ella puede tener sobre el rendimiento en situación de ejercicio. Y aquí, justamente, se torna necesario distinguir las distintas formas de esfuerzos físicos a los que se puede estar sometido, de manera de ver el grado de afectación que tendría una limitación en el aporte del macronutriente más efectivo en cuanto a tasa de resíntesis de ATP se refiere. Porque, valga recordar, que ciertos ejercicios reclaman una tasa metabólica energética tan elevada que se admite que solo los CHO podrían garantizar la recarga rápida de ADT para que el músculo pueda continuar siendo exigido al mismo nivel de contracción. Las afirmaciones recientes de Burke respecto del beneficio que mantienen e incluso mejoran la performance en esfuerzos de endurance, impone re-examinar a las LCHF en la performance deportiva (Burke LM. Re-examining high-fat diets for sports performance: did we call the ‘nail in the coffin’ too soon? Sports Med. 2015).

A pesar de no haber cantidades fijas de CHO en las dietas LCHF, es un denominador común identificar aquellas donde la proporción de CHO no supera el 20% de la energía total a aportar, aunque las hay en límites tan extremos de llegar a menos del 5% (Martin CK, et al. Change in food cravings, food preferences, and appetite during a low-carbohydrate and low-fat diet. Obesity (Silver Spring) 2011). El objetivo básico es generar la formación significativa ( ≥0.5 mmol L-1) de Beta-hidroxibutirato (BOHB), punto de corte reconocido como inicio de la cetosis, ya lograble con aporte de CHO inferior a los 50g diarios (Gibson A, et al.. Do ketogenic diets really suppress appetite? A systematic review and meta-analysis. Obesity Reviews. 2015).

Si bien el cerebro y los músculos pueden oxidar cuerpos cetónicos (CC) sin mayores inconvenientes cuando hay escases de CHO en la dieta (las grasas no atraviesan la barrera hemato-encefálica), algunos aspectos a nivel muscular deben ser considerados. Como es sabido el ciclo de Krebs reclama para su funcionamiento que la molécula final del ciclo, el oxaloacetato, pueda condensarse con el acetil-CoA de manera de formar citrato y así continuarse las reacciones en la resíntesis de ATP mitocondrial. De acuerdo a ello, el oxaloacetato se convierte en un factor limitante para la oxidación de grasas cuando hay disponibilidad inadecuada de glucosa, lo que trae asociado a esto la desaminación de aminoácidos glucogénicos, con la afectación de las proteínas del propio músculo. Debido a esta situación última, el consumo proteico diario deberá aumentar significativamente para asegurar el mantenimiento de la masa muscular, la gluconeogénesis y la oxidación de grasas, tal como refieren Paoli y colegas (Paoli A, et al.. Ketogenic diet does not affect strength performance in elite artistic gymnasts. J Int Soc Sports Nutr. 2012). Al respecto, y como también sostiene Paoli en otro trabajo posterior, las dietas bajas en CHO no serán un problema en la medida que el aporte energético y proteico estén garantidos suficientemente. Sin embargo hay que tener presente que cuando las reservas glucogénicas se vuelven insuficientes para suministrar la glucosa necesaria para la β-oxidación normal de los ácidos grasos en la mitocondria, el acetil-CoA se utiliza en la biosíntesis de CC (Lehninger, Cox & Nelson DL. Lehninger principles of biochemistry. Sixth Edition. New York: Macmillan Learning; 2008).

Algunos estudios pusieron el énfasis en ver la respuesta del entrenamiento de fuerza asociado a las dietas LCHF para observar el impacto que ella podría tener a nivel de la masa muscular. Entre ellos, el de Jabekk y su equipo resulta interesante de considerar por el hecho que dieron la dieta LCHF en mujeres con sobrepeso graso junto a entrenamiento de fuerza. Lo observado fue que la asociación de ese modelo dietario con ese tipo de ejercicios logró la pérdida de tejido graso manteniendo la masa muscular. Sin embargo, en las mujeres que fueron sometidas al mismo ejercicio pero en las cuales la dieta era alta en CHO, ellas conservaron la masa grasa aunque incrementaron la masa muscular (Jabekk PT, et al. Resistance training in overweight women on a ketogenic diet conserved lean body mass while reducing body fat. Nutr Metab (Lond) 2010). Volek afirma que parte de estos cambios serían consecuencia de la respuesta hormonal, en concreto de la insulina, la que puede haberse mantenido baja por la dieta reducida en CHO y con ello estar disminuido el efecto anti-lipolítico de la misma. Pero también, que la tiroxina total y la libre, que se preservaron aumentadas, hayan actuado como protectoras proteicas (Volek JS, et al. Body composition and hormonal responses to a carbohydrate-restricted diet. Metabolism. 2002).

Es de suma relevancia tener en cuenta que la intensidad del ejercicio está en línea con la utilización porcentual de tal o cual macronutriente como recurso energético en la resíntesis de ATP. En este aspecto, un dato de relevancia aportado por Achten y Jeukendrup es el que brindan al afirmar que la oxidación de las grasas tiene una tasa máxima diferente entre personas según estén o no entrenados, la que en sujetos desentrenados acontece entreal 47-52% de VO 2max. mientras que en los bien preparados aeróbicamente dicha tasa de oxidación máxima se da al 59-64% de VO 2max.. Asociado a esto es también de destacarse que a medida se alejan las personas de esta tasa máxima en dirección a una intensidad superior, cada vez es menor la oxidación de grasas, siendo casi nula por encima del 90% del VO2 máx..( Achten J, Jeukendrup AE.. Optimizing fat oxidation through exercise and diet. Nutrition. 2004). En definitiva y sobre esto, al presente no caben dudas de que la intensidad le abre paso a la participación cada vez más relevante de los CHO y se la quita a las GR, conociéndose que la reducción del aporte de los ácidos grasos disminuye su oxidación en forma muy significativa en intensidades tan altas como el 80% del VO2max.. En este punto, todo parece indicar que no es solo la cantidad de ellos presentes en la circulación sino también al menos tres cuestiones: 1) la posibilidad enzimática para lograr su metabolización, 2) el transporte de los mismos a través de la membrana muscular y mitocondrial a medida se presentan y, no menos importante, 3) la carnitina disponible para que la inclusión del ácido graso se efectivice, tal como lo destacan Stephensy colegas (Stephens FB, et al.. New insights concerning the role of carnitine in the regulation of fuel metabolism in skeletal muscle. J Physiol. 2007).