La hipertrofia del músculo esquelético
Publicado 30 de septiembre de 2018, 11:32
De respondedores y no tan respondedores.
Los que llevan muchos años trabajando con diferentes poblaciones en el territorio de la fuerza muscular conocen muy bien que no todas las personas tienen la misma respuesta hipertrófica al ser entrenadas. Y esto aun considerando las variables necesarias que justificarían una respuesta similar, como lo son la intensidad de la carga a desplazar, el número de series y repeticiones, las pausas entre series y entre sesión, la alimentación, etc.
Varios trabajos de investigación han enfocado su objetivo a la búsqueda de biomarcadores que pudieran mostrarse en quienes tienen una alta respuesta hipertrófica, identificados como sujetos respondedores (HR), respecto de los de baja capacidad, o no respondedores (LR). Así por ejemplo, fue visto por Ogasawara y su equipo que los HR expresaron mayor cantidad de ARNm, responsable de aumentar la cantidad de IGF-1, y también ARNm garante de la diferenciación de células satélite (CS) (Ogasawara R., et al.. MicroRNA expression profiling in skeletal muscle reveals different regulatory patterns in high and low responders to resistance training. Physiol. Genomics 2016).
Aun considerando que factores externos como el sueño y la nutrición impactan fuertemente en la respuesta hipertrófica, puede advertirse que al menos 3 elementos intrínsecos son de protagonismo decisivo: 1) la señalización de la mTORC1, 2) el control de la proteólisis posterior al ejercicio y 3) la adición de mionúcleos provenientes de CS.
En cuanto a la mTORC1, diversos estudios sugieren que la magnitud de la señalización de mTORC1, luego de una sesión de ejercicio, define el nivel de síntesis de proteina miofibrilar (MyoPS). En este aspecto, un trabajo reciente de Mitchell y colegas mostró que entrenamientos de fuerza de intensidad baja concretados durante 4 meses tubieron una respuestade MyoPS muy baja, lo que da evidencia que la señalización fuerte de la mTORC1 reclama de una carga de trabajo adecuada si se busca un propósito hipertrófico (Mitchell C. J., et al.. Acute post-exercise myofibrillar protein synthesis is not correlated with resistance training-induced muscle hypertrophy in young men. PLoS One 2014).
Otra información que recientemente se ha confirmado a través de un trabajo de Figueiredo y colaboradores, es que la cantidad de ribosomas se incrementaba entre los HR luego de entrenamiento de fuerza de 8 semanas, asociado ello al incremento de ARN ribosómico, paso decisivo para incrementar la cantidad de ribosomas. De destacar es que este aumento no acontecía entre los LR (Figueiredo V. C., et al. Ribosome biogenesis adaptation in resistance training-induced human skeletal muscle hypertrophy. Am. J. Physiol. Endocrinol. Metab. 2015). Esta es una información de relevancia toda vez que los ribosomas están asociados a la síntesis de proteínas.
En un reciente trabajo de Stec y colegas, los autores vieron un incremento en la cantidad de ribosomas (~30%) en sujetos adultos mayores luego de un entrenamiento de fuerza concretado durante un mes. De resaltar es que estos cambios solo se observaron en quienes fueron clasificados como HR, lo que no se evidenció en los LR (Stec M. J., et al. Ribosome biogenesis may augment resistance training-induced myofiber hypertrophy and is required for myotube growth in vitro. Am. J. Physiol. Endocrinol. Metab 2016). Idénticas modificaciones pero en sujetos jóvenes de edad universitaria fueron recientemente documentadas por Mobley y su equipo de colaboradores, quienes experimentaron sensibles aumentos en el grosor del vasto lateral de los individuos clasificados como HR después de 12 semanas de entrenamiento de fuerza (Mobley C. B., et al.. Biomarkers associated with low, moderate, and high vastus lateralis muscle hypertrophy following 12 weeks of resistance training. PLoS One 2018a).
De lo visto hasta acá, se puede afirmar que no todos los individuos responden de igual manera frente al entrenamiento de fuerza con la respectiva hipertrofia. Y de interés es de destacar que hay impacto importante en los HR sobre los ribosomas, estructuras que tienen la responsabilidad de leer al ARNm para formar las proteínas necesarias.En estos sujetos, e independientemente de la edad, hay multiplicación ribosomal a través de un proceso conocido como biogénesis ribosómica, lo que potencia el incremento de la síntesis de proteínas miofibrilares frente a entrenamientos hipertróficos. En síntesis, los estudios advierten que el grado de biogénesis de los ribosomas está asociado con el nivel de hipertrofia muscular en condiciones donde hay entrenamiento de la fuerza. Acá y según sostienen algunos, el incremento de ribosomas acontece paralelamente al aumento en las tasas basales de síntesis proteica durante los períodos de entrenamiento.
Otro punto de interés en cuanto a la respuesta anabólica es el hecho de haber evidencia de que el receptor anabólico a la testosterona aumenta el número de proteínas que lo constituyen, fenómeno que se da por entrenamiento hipertrófico y que potencia el efecto anabólico de la hormona sexual masculina. Este receptor sarcoplásmico, una vez que es contactado por la testosterona, se desplaza hacia el núcleo celular para lograr la traducción de proteínas. Diferentes autores han dado evidencia del aumento de las proteínas den receptor en entrenamientos de fuerza de entre 12 y 21 semanas.
Varios estudios también han buscado vínculos entre la heredabilidad y las respuestas adaptativas, los que han estimado que ~ 50% de las adaptaciones al entrenamiento están influenciadas por la genética, expeculándose que ella facilitaría las adaptaciones de entrenamiento óptimas.
Como puede observarse de lo expuesto, numerosas variables intervienen en la potencial respuesta muscular hipertrófica. Pero por encima de ellas, hay condiciones propias de la biología del sujeto sobre la que poco podrá hacerse para buscar aquello que en algunos puede ser fácilmente observable como reacción del músculo, y en otros un deseo, pero con poco de realidad.