Las proteínas en el camino de la obesidad y otras patologías metabólicas
Publicado 28 de abril de 2019, 22:20
Si una expresión se ha acuñado en los últimos años es el de “alimento saludable”, algo que al parecer no muchos han acordado sobre lo que expresa, ya que están los que se manifiestan castigando a las grasas y otros a los carbohidratos. Aparecen también los que beatifican a las frutas y verduras pero también los que castigan a las primeras, advirtiendo sobre la fructosa que ellas contienen. Y finalmente los que en número reducido hacen referencia al rol central que tienen en esta historia las proteínas (PR), pero no pocas veces colocándole el asterisco al lado para aclarar que “cuidado con los excesos por el potencial daño a los riñones”.
Respecto de las PR y aun que pudieran ser tenidas muy presentes, no siempre se habla de la cantidad a consumir de ellas y en el mejor de los casos hacen la advertencia de la importancia de que sean las de “alto valor biológico”. Lamentablemente acá, a la hora de analizar su rol en la obesidad, el considerar la cantidad de PR tiene una importancia que incluso excede la de verse como un macronutriente más, porque de esa cantidad dependen varios factores de impacto anorexígeno y en la salud metabólica, todo lo cual podría repercutir entonces fuertemente sobre dichas patologías, como se verá.
Por lo que podemos analizar de lo anterior, hay varios puntos que parecen transitar una nebulosa que no permite ver debidamente varios aspectos de la alimentación en cuanto a nutrimentos y, obviamente, ello puede acabar impactando negativamente en la salud. Y claro está, la obesidad se ubica entre las más preocupantes al presente por la dimensión pandémica que ha alcanzado.
Diversos estudios han mencionado a las PR como saciantes, incluso pudiendo demostrar que las obtenidas del suero de leche o whey protein (WP) lo son más que carbohidratos como el oligosacárido maltodextrina (Bendtsen L.Q., et al. Effect of dairy proteins on appetite, energy expenditure, body weight, and composition: A review of the evidence from controlled clinical trials. Adv. Nutr. 2013).
Las WP tienen la particularidad de que no se coagulan en condiciones ácidas, resistiendo la acción de la quimosina del estómago y de esta manera alcanzando rápidamente el yeyuno, por lo que se digieren rápidamente y elevan las concentraciones de aminoácidos en plasma (Pal S, Ellis V. The acute effects of four protein meals on insulin, glucose, appetite and energy intake in lean men. Br J Nutr. 2010). De destacar es que las WP favorecen la absorción de minerales, potencian la síntesis de proteínas, incrementan la sensibilidad a las hormonas y, de relevancia, disminuyen los niveles de glucosa y lípidos en la sangre, lo que les confiere acción sobre ciertas patologías metabólicas.
Se reconocen varios péptidos gastrointestinales con efecto anorexígeno y sobre los que los macronutrientes como las PR tienen acción, entre los cuales están la colecistoquinina (CCK), el polipéptido pancreático (PP), el péptido 1 similar al glucagón (GLP-1) así como el polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP), a todo lo cual se le debe agregar también que pueden tener una reducción de la hormona orexígena grelina. Al respecto, distintos investigadores se han expresado advirtiendo que el consumo de WP en un tiempo de 2hs antes de la comida principal reduce la ingesta posterior de alimentos (Chungchunlam S.M., et al. Dietary whey protein influences plasma satiety-related hormones and plasma amino acids in normal-weight adult women. Eur. J. Clin. Nutr. 2015). En este punto, hay evidencia de que la liberación de insulina por la ingestión de PR es elevada, pero va acompañada de una rápida normalización de la glucemia así como del aumento a la sensibilidad a la hormona. Y algo más de indiscutible interés para considerar, el incremento de insulina inducido por la ingesta de WP no parece aumentar la masa grasa (Sousa GT, et al: Dietary whey protein lessens several risk factors for metabolic diseases: a review. Lipids Health Dis 2012).
Comparando la respuesta de la glucemia y de la insulinemia frente a carbohidratos (CHO) y WP, distintos trabajos han dado muestras de dos fenómenos de relevancia que argumentan y dan valor al mayor aporte proteico y reducción concomitante de CHO en la dieta. Para el caso, un reciente trabajo concretado con dos preparados isocalóricos en otros tantos grupos de personas, uno con maltodextrina y otro con WP, mostraron que mientras estas últimas indujeron un aumento sensiblemente menor de la glucemia a lo largo de 2hs, no hubieron diferencias significativas en las respuestas insulinémicas entre los dos grupos experimentales (Rigamonti A. et al. Whey Proteins Reduce Appetite, Stimulate Anorexigenic Gastrointestinal Peptides and Improve Glucometabolic Homeostasis in Young Obese Women Nutrients 11, 2019).
Entre las consideraciones que se tienen al valorar la potencia anorexígena que tienen las proteínas está en la concentración de BCAA que ellas tienen, y muy especialmente del aminoácido leucina que los constituye, dado que este en fuertemente insulinotrópico pero además los BCAA estimulan la secreción de algunos péptidos gastrointestinales anorexígenos.
En cuanto a la procedencia de la proteína, esto también ha sido comparado en los obesos en cuanto a la posibilidad de perder grasa por el consumo de este macronutriente según la fuente. Al respecto, Baer y su equipo de colaboradores mostraron que el tipo de PR puede influir en la respuesta a la pérdida de peso. El mismo fue concretado sobre un grupo consumiendo WP (GWP) y otro grupo ingiriendo soja (GSJ). Ellos suplementaron a ambos con 56g de PR dos veces por día y durante 23 semanas (casi 6 meses). Al final del trabajo observaron una disminución de la masa grasa en el GWP respecto del GSJ. En estos últimos también se apreció una menor reducción del perímetro de cintura así como los niveles de grelina en situación de ayuno más elevada, que como se dijo es un orexígeno (Baer DJ, et al. Whey protein but not soy protein supplementation alters body weight and composition in free-living overweight and obese adults. J Nutr. 2011).
Un dato de atención muy especial también es el que han mostrado varias investigaciones sobre la ingestión de WP y las concentraciones de triglicéridos (TG) circulantes. Es sabido que estos representan un serio factor de riesgo en las enfermedades cardiovasculares, por lo que su control es de gran importancia. Recientemente Mortensen y colegas documentaron en sujetos que padecían diabetes mellitusuna reducción en los niveles de TG en individuos que habían consumido WP.
A los fines, compararon en diabéticos el impacto de 4 comidas isocalóricas con la misma distribución de nutrientes pero con 4 fuentes de proteínas agregadas a una comida rica en grasas: WP, caseína, gluten y proteína de bacalao. El principal hallazgo fue que la WP agregada a una comida rica en grasas redujo significativamente la respuesta de los TG postprandiales en comparación con la caseína, el bacalao y el gluten (Mortensen LS, et al. Differential effects of protein quality on postprandial lipemia in response to a fat-rich meal in type 2 diabetes: comparison of whey, casein, gluten, and cod protein. Am J Clin Nutr. 2009). Y en este mismo terreno de investigación, Pal y colaboradores observaron una disminución en la concentración de TG en individuos con sobrepeso y obesos después de 12 semanas de suplementación con 54 g de WP en comparación con el grupo control (sin suplementación) (Pal S, Ellis V, Dhaliwal S. Effects of whey protein isolate on body composition, lipids, insulin and glucose in overweight and obese individuals. Br J Nutr. 2010).