Lesiones del Entrenador Deportivo
Publicado 5 de enero de 2013, 14:49
La lesión del Entrenador no tiene precisamente que ver con una luxación de hombro, o una fractura de tibia y peroné. No obstante, los conductores también pueden sufrir la imposibilidad de realizar su trabajo en plenitud por ciertas “inhabilitaciones” parciales o totales, transitorias o permanentes.
La lesión forma parte de la vida deportiva. Miles de deportistas han pasado por la experiencia de la lesión, por la imposibilidad de jugar, de practicar aquello que los apasiona y que muchas veces además es su medio de vida.
Rodillas, hombros, muñecas, tobillos, huesos, músculos, tendones, meniscos… todo se puede lesionar. Algunos cuadros son pasajeros y leves, otros duraderos y severos.
¿Y los entrenadores? ¿Se lesionan?
Nuestra Ciencia Aplicada, es decir, la Psicología del Deporte, nos muestra que no solamente el cuerpo puede lesionarse, sino la mente también. Y cuando se hace referencia a “lo mental”, no estamos hablando de un tumor cerebral o un accidente cerebrovascular.
Estamos haciendo referencia a modos de pensar y de sentir del entrenador, que indudablemente determinan su modo de actuar, de hacer.
Describamos la definición de lesión para enumerar algunas situaciones puntuales a continuación: daño parcial o total, transitorio o permanente, que impide el normal desenvolvimiento de una tarea.
- ¿Acaso un entrenador agotado no está lesionado entonces?
- ¿Y uno que se siente abandonado?
- ¿O el que es culpado todo el tiempo?
- ¿Qué decir por lo tanto de los entrenadores que se perciben derrotados e ignorados?
Subrayamos estos estados ya que un entrenador lesionado puede convertirse perfectamente en un entrenador que lesiona. ¿De qué manera? Entendiendo que el agotamiento, abandono, culpa, derrota, o indiferencia puede favorecer:
- La
despreocupación en el desarrollo del rol de entrenador.
- El castigo innecesario con sus dirigidos.
- La
sobre-exigencia desmedida en cargas de entrenamiento y demandas en
situaciones de competencia.
- La ausencia de imparcialidad y equidad en el trato con todos.
- El fanatismo en el ejercicio de su función.
Conclusión: la flexibilidad cognitiva para pensar y la regulación emocional para sentir pueden convertirse en potentes medidas preventivas para actuaciones como líderes de conjunto sólidas y sanas.