Monitorización de la carga de entrenamiento, la fatiga y el rendimiento en corredores élite

Publicado 2 de octubre de 2017, 9:15

Monitorización de la carga de entrenamiento, la fatiga y el rendimiento en corredores élite


El presente blog es un compendio de fragmentos de texto, extraídos (con permiso) de la tesis doctoral de nuestro docente colaborador el Dr. D. Carlos Balsalobre y que fue dirigida por los doctores Carlos Mª Tejero-González y Juan del Campo-Vecino. Se ha evitado entrecomillar el texto para facilitar su lectura en formato blog, pero todos los fragmentos son citas literales de texto con la autoría del Dr.D. Carlos Balsalobre.




La cuantificación de las cargas de entrenamiento es sin duda una de las partes más importante del proceso de preparación deportiva, pues ello permite organizar, prescribir y optimizar los estímulos de entrenamiento para controlar el estado de forma de cada deportista y maximizar su rendimiento [1,4,16,17]. Además, gracias a la cuantificación de las cargas de entrenamiento podemos aproximarnos al conocimiento del grado de fatiga que cada sesión le produce a cada deportista, lo cual puede aportar información de vital importancia para prevenir lesiones o el síndrome de sobreentrenamiento [16,17].

La manera más adecuada de cuantificar la carga de entrenamiento es mediante indicadores internos al deportista [4,16,18]. Estos indicadores son variables biológicas que muestran la respuesta individual de cada deportista para una carga externa dada (por ejemplo, número de kilómetros corridos a la semana). En el entrenamiento de deportistas de resistencia de alto nivel, los indicadores más utilizados son el consumo de oxígeno, la frecuencia cardíaca (y el cálculo asociado de los llamados impulsos de entrenamiento o TRIMPs[17,19]) o los niveles de lactato en sangre [14,20-24]. Sin embargo, dichas variables sólo pueden medirse unas pocas veces a lo largo de la temporada, pues requieren materiales tecnológicos muy sofisticados, asistencia médica o laboratorios de fisiología del esfuerzo y, además, pueden suponer un estrés importante para los deportistas.




Solucionando estas limitaciones, se han propuesto diversas opciones para valorar la carga de entrenamiento y el grado de fatiga de los deportistas de una manera no invasiva y prolongada en el tiempo [4,25-27]. Numerosos autores cuantifican la carga de entrenamiento mediante el uso de la percepción de esfuerzo (RPE, por sus siglas en inglés: rate of perceived exertion), siendo una variable psicológica y subjetiva que ha demostrado una gran capacidad para expresar el grado de esfuerzo que el entrenamiento le supone a los deportistas [28-31]. Además, en menor medida se está comenzando a valorar la capacidad de salto vertical como indicador del grado de fatiga neuromuscular, debido a las estrechas relaciones (r>0.90) que dicha habilidad ha mostrado tener con los valores de lactato y amonio en sangre después de diversos esfuerzos, principales indicadores biológicos de la fatiga[32] . Por último, la valoración del cortisol libre en saliva, hormona relacionada con la fatiga y el estrés, está siendo ampliamente utilizada gracias a su medición no invasiva y fácilmente administrable en el campo sin necesidad de personal e instrumental médico [3,33-35]. Dichas variables, inocuas para el deportista y fácilmente medibles en la propia pista de entrenamiento, pueden administradas a diario, lo cual puede ayudar a dar una visión cercana de la evolución del proceso de entrenamiento de los atletas.



Sin embargo, a pesar de que, por un lado, la producción de fuerza parece tener una importante relevancia en el rendimiento en actividades de carrera y que, por otro lado, la medición del RPE, el cortisol libre en saliva y el salto vertical han mostrado una alta capacidad para valorar la carga de entrenamiento y el grado de fatiga, no hemos sido capaces de encontrar estudios en la literatura científica que analicen las relaciones entre la capacidad de producir fuerza, la carga de entrenamiento, el grado de fatiga y el rendimiento competitivo en corredores de media y larga distancia de alto nivel, siendo este el objeto de estudio de la presente Tesis Doctoral. Así, cabe pensar que el conocimiento de dichas relaciones ayudará a entender los efectos que el entrenamiento de mediofondo y fondo tiene sobre la producción de fuerza y el grado de fatiga, así como a diseñar estrategias para optimizar el proceso de entrenamiento.

Objetivo: La presente Tesis Doctoral tuvo 3 objetivos: (1) Analizar la relación entre la carga de entrenamiento, los niveles de CMJ, cortisol libre en saliva y el rendimiento en competición durante toda una temporada en corredores de mediofondo y fondo de alto nivel; (2) Estudiar la evolución de la fuerza de los miembros inferiores durante toda la temporada, así como su relación con los niveles medios de carga de entrenamiento y cortisol libre en saliva; (3) Analizar los efectos de la competición más importante del año en el CMJ, los niveles de cortisol.

Método: El RPE, los kilómetros recorridos, la zona de entrenamiento (diariamente), el CMJ, el cortisol libre en saliva (semanalmente), la producción de fuerza en media sentadilla, el sprint de 50m (5 veces) y el rendimiento en competición fueron medidos durante toda una temporada en un grupo de corredores de mediofondo y fondo de alto nivel (12 hombres, 3 mujeres; edad=26.3±5.1 años). Adicionalmente, el CMJ y el cortisol libre en saliva (antes y después de la carrera) y el RPE (después de la carrera) se midieron en la competición más importante del año.

Resultados:

  1. Los niveles de cortisol libre en saliva correlacionaron significativamente con el CMJ (r = -0.777) y el RPE (r = 0.551). Además, los niveles de CMJ (+8.9%) y RPE (-17.6%) medidos antes de la mejor competición de la temporada fueron significativamente diferentes a los valores medidos antes de la peor competición de la temporada
  2. El RPE correlacionó significativamente con la producción de fuerza en media sentadilla (r = -0.602,-0.650) y el sprint de 50m (r = 0.560). Los atletas no variaron sus niveles de producción de fuerza en media sentadilla a lo largo de la temporada, con la excepción de la RFD, que disminuyó significativamente (-30.2%)
  3. La pérdida de CMJ después de la carrera más importante del año correlacionó significativamente con el incremento del cortisol (r =0.782) y los niveles de RPE (r = 0.762) medidos después de la misma.

Conclusiones

  1. La carga de entrenamiento, los niveles de cortisol libre en saliva y el CMJ medidos a lo largo de una temporada de entrenamiento están relacionados entre sí. Específicamente, los atletas que entrenaron con menores sensaciones de esfuerzo y menores kilómetros semanales tuvieron niveles de cortisol libre en saliva más bajos y valores de CMJ más altos. De hecho, antes de la mejor competición de la temporada, los valores de CMJ son significativamente mayores y los de RPE menores a la media de la temporada. Así, la monitorización sistemática del CMJ y el RPE puede aportar información práctica para el seguimiento del entrenamiento de corredores de mediofondo y fondo de alto nivel de una manera no invasiva y económica.
  2. La producción de fuerza de los atletas, medida mediante el rendimiento en media sentadilla y el sprint de 50m está relacionada con el cortisol libre en saliva, la zona de entrenamiento y, especialmente, con el RPE. En concreto, los atletas que entrenaron con niveles más bajos de RPE obtuvieron rendimientos superiores en el test de fuerza en media sentadilla y en el sprint de 50m. La monitorización del RPE puede ser de utilidad en el control del entrenamiento de fuerza de los corredores de mediofondo y fondo de alto nivel.
  3. El entrenamiento de fuerza llevado a cabo, con muchas repeticiones (15-20RM) y sólo 1-2 sesiones por semana puede no ser suficiente para mejorar la fuerza de los corredores de mediofondo y fondo de alto nivel.
  4. El decremento post-competición del CMJ se correlaciona significativamente con el incremento de cortisol libre en saliva y con los valores de RPE en corredores de mediofondo y fondo de alto nivel. Por tanto, el CMJ es una herramienta útil, de fácil medición y no invasiva para evaluar el grado de fatiga de los atletas ante una competición de máximo nivel.

Aplicaciones prácticas

  1. Técnicos y entrenadores de corredores pueden monitorizar el entrenamiento de una manera sencilla, no invasiva y económica registrando el RPE diario y el valor de CMJ una vez a la semana. El análisis de los valores semanales de dichas variables a lo largo de la temporada puede aportar información útil sobre el grado de fatiga de los deportistas. Específicamente, si el CMJ permanece disminuido y el RPE aumentado durante un periodo de tiempo prolongado, técnicos y entrenadores pueden considerar ajustar sus cargas de entrenamiento, especialmente si hay una competición cercana.
  2. Del mismo modo, la monitorización del RPE puede aportar información valiosa “a los entrenadores sobre la capacidad de producir fuerza de los deportistas. Valores sistemáticamente elevados de RPE pueden favorecer unos bajos niveles de fuerza.
  3. Probablemente, los corredores de mediofondo y fondo de alto nivel vean sus niveles de fuerza mejorar en mayor medida usando cargas elevadas de trabajo (en torno al 80%RM) y/o evitando las repeticions al fallo, incidiendo así en los factores neurales de la producción de fuerza.
  4. El análisis de la pérdida de CMJ entre antes y después de la competición permite tener una idea del grado de esfuerzo que la carrera le ha supuesto al deportista. Decrementos muy elevados pueden indicar una intensidad de carrera máxima, mientras que decrementos muy bajos pueden significar que el deportista no se ha esforzado totalmente.


REFERENCIAS