¿Rendir para Ganar o Ganar para Rendir?

Publicado 25 de enero de 2013, 12:53

En el lenguaje deportivo “rendimiento” y “resultado” son dos palabras de uso
permanente. Sin embargo, el significado de ellas no es el mismo. Y es
determinante conocer la diferencia para hacer la diferencia dentro de la
cancha.

Para todos aquellos que hemos participado de la vida deportiva de manera activa, nos ha sucedido de jugar bien y ganar, o jugar mal y perder. Sin embargo, también le puede haber ocurrido al lector el caso de jugar mal y ganar… o jugar bien y perder! Por
ende, estamos en condiciones de afirmar que la relación entre lo que el jugador
o el equipo hace dentro del campo de juego y el resultado que obtiene, no
siempre es directa.Y es precisamente este punto el que nos permite hacer la distinción entre el concepto de RENDIMIENTO y RESULTADO (axioma central para quienes trabajamos dentro de las comunidades deportivas).

Hay dos rasgos que diferencias una definición de la otra. Así, el RENDIMIENTO se caracteriza por:

-Ser las conductas deportivas que el deportista intenta realizar dentro del campo de juego (defender, patear, lanzar, sacar, recibir, etc.) en función
de las situaciones que enfrenta.

-Ser independiente de cualquier otro factor externo: más allá de quien sea el rival, árbitro, instancia, superficie, temperatura, etc., el deportista puede intentar hacer lo que sabe, al margen del resultado que obtenga.

Mientras que el RESULTADO se caracteriza por:

-Ser las consecuencias de las conductas deportivas que el atleta intenta realizar dentro del campo de juego en función de las situaciones que enfrenta (patear un penal implica tiene como consecuencia convertir el gol o no convertirlo; sacar en tenis implica
conseguir un ace, iniciar un punto, o perderlo; lanzar al canasto implica encestar o marrar. En definitiva, las consecuencias son ganar, empatar, o perder).

-Ser dependiente de los restantes factores externos: si bien un alto nivel de rendimiento ayuda a conseguir los consecuencias deseadas, nunca este hecho está desligado completamente de lo situacional externo (el nivel y actuación del
rival, un fallo arbitral, una puntuación del jurado, condiciones climáticas determinadas, etc.).

La trascendencia de estos conceptos vinculantes pero no idénticos es saber DÓNDE DEBEMOS PONER EL FOCO DE NUESTRA ATENCIÓN A LA HORA DE ENTRENAR Y COMPETIR.

La experiencia de trabajar con distintos deportes, niveles, y géneros, nos indica que predominantemente el foco está puesto en los resultados, razón por la cual muchas veces las habilidades psico-deportivas a utilizar antes, durante, y después del evento se
ven alteradas: la motivación oscila desproporcionadamente, la auto-confianza
decae, los niveles de ansiedad se incrementan, los focos atencionales se
alteran, etc.

En cambio, quienes entrenan la idea de centrar su trabajo en el rendimiento,
comprenden que el núcleo de todo proceso de entrenamiento y competencia es el
INTENTO PROPIO, LO QUE EFECTIVAMENTE DEPENDE POR COMPLETO DEL ATLETA Y/O DEL EQUIPO.

Errar y perder es parte del deporte, en todos sus niveles. Además, la evidencia indica que no existe en la historia del deporte mundial el caso de quien nunca se haya equivocado o
nunca haya perdido. Entender esto es vital para poder tener como norte
permanente el camino del crecimiento, porque mientras más centrados estemos en
RENDIR, más cerca estaremos de GANAR.