Una mirada al adulto que envejece, a través del ejercicio y la nutrición

Publicado 24 de enero de 2019, 10:52

Una mirada al adulto que envejece, a través del ejercicio y la nutrición



De señalizaciones anabólicas por entrenamiento de fuerza y por aminoácidos


Hace varias décadas que ha sido documentado que la masa muscular es controlada por la tensión mecánica. Al respecto, se ha dado evidencia de que vencer ciertas cargas de oposición o producir una descarga mecánica en forma crónica resultará en efectos opuestos. Como hoy está suficientemente demostrado, ello tiene sus implicancias no solo en el rendimiento, también en la salud, ya que los músculos no solo generan respuestas contráctiles sino también tienen participación en el metabolismo corporal total. Infelizmente la vejez muestra un deterioro en estos aspectos.

La relevancia de lo anterior se aprecia mejor si se conoce que la masa muscular puede crecer por ciertos estímulos de entrenamiento y ello solo si va asociado a la alimentación proteica suficiente, pero también se pierde si esto último no está debidamente controlado. Analicemos por ejemplo que la masa muscular varía en un rango normal de entre el 40% y 50% del peso corporal, pero el envejecimiento conduce a una disminución de esta para alrededor de los 80 años de edad, en el orden de un 35% a 40% del valor alcanzado en las etapa de la adultez joven. Así visto, el ganar músculo se vincula con la mejora de la salud y calidad de vida, pero el perderlo se asocia con discapacidad, disminución de la independencia y mayor riesgo de morbilidad y mortalidad (Pahor M, Kritchevsky S. Research hypotheses on muscle wasting, aging, loss of function and disability. J Nutr Health Aging. 1998). Justamente por lo anterior es que se sostiene que el mantenimiento de la masa muscular esquelética por entrenamiento de fuerza en los adultos mayores contribuye significativamente a la prevención de enfermedades y los problemas asociados con la calidad de vida (Seguin R, Nelson ME. The benefits of strength training for older adults. Am J Prev Med. 2003).

Hace ya dos décadas que Fitts y colegas demostraron las implicancias que tiene la disminución de la tensión mecánica sobre la síntesis proteica en músculo. Los autores documentaron una rápida disminución en la tasa de síntesis de proteínas ante la falta del debido trabajo contráctil, lo que contribuyó a la pérdida de masa muscular (Fitts RH, et al. Physiology of a microgravity environment invited review: microgravity and skeletal muscle. J Appl Physiol. 2000).

Los últimos años ha mostrado a muchos científicos abocados a investigar los mecanismos posibles que desencadenarían la respuesta favorable a la síntesis proteica. Al presente, hay plena certeza que la proteína mTOR tiene un rol central en la cadena de señalización que acaba finalmente en dicho anabolismo. También se ha comprobado que al menos hay básicamente 3 mecanismos que conducen a la sensibilización de la mTOR que acabará en la estimulación de genes anabólicos. Así se conoce la existencia de 1) mecano-receptores, 2) hormonas y factores de crecimiento y 3) nutrientes. Como es de imaginar, la contracción muscular acciona sobre los primeros, en tanto que los nutrientes pueden actuar directa o indirectamente sobre los restantes.

Hace poco tiempo fue demostrado que ciertos aminoácidos pueden actuar en forma independiente sobre la mTOR, fenómeno que tiene como propósito lograr el desplazamiento de esta proteína hacia los lisosomas, lo que es una expresión central para que se inicie la síntesis. Relativamente a estos nutrientes, fue comunicado por autores como Devries y Philips que la ingesta de proteínas de suero de leche (WP) juega un papel importante favoreciendo el anabolismo proteico muscular. Esto porque aportan aminoácidos de fácil y rápida digestión, mostrando un pico más alto de aminoácidos circulantes, siendo entre estos la leucina el determinante clave para la activación de la síntesis proteica muscular. Y también afirman, literalmente, que las dietas altas en proteínas: 1) promueven ganancias en la masa muscular, especialmente cuando se combinan con entrenamiento de fuerza, 2) evitan la pérdida de músculo durante la restricción calórica, y 3) atenúan la disminución natural del referido tejido que acompaña al envejecimiento (Devries M.C., Phillips S.M. Supplemental protein in support of muscle mass and health: Advantage whey. J. Food Sci. 2015). Apoyando lo anterior, también otros trabajos recientes han documentado que las intervenciones nutricionales que utilizan suplementos de proteínas contrarrestan los efectos de la sarco-dinapenia en adultos mayores, lo que podría disminuir el riesgo de limitaciones funcionales (Sugihara Junior P., et al Effects of Whey Protein Supplementation Associated with Resistance Training on Muscular Strength, Hypertrophy and Muscle Quality in Pre-Conditioned Older Women. Int. J. Sport Nutr. Exerc. Metab. 2017).

Otra de las razones por las cuales el envejecimiento muestra una degradación proteica aumentada es por el deterioro en la producción de energía por las células con la edad, lo que responde a la alteración del metabolismo de los ácidos grasos y la glucosa. Esto reduce la cantidad de ATP disponible, lo que finalmente conduce a la acumulación de proteínas dañadas y a su posterior catabolismo. Producto de lo anterior, más proteínas se degradarán en el proteasoma y parte de los aminoácidos resultantes de este proceso ingresarán a la mitocondria para aportar la energía faltante. Además, el deterioro del proteoma humano por envejecimiento conlleva a una afectación global de los sistemas ya que ello implica una disminución en la síntesis de proteínas. Aun admitiendo que para muchos esta reducción en el anabolismo parece ser una adaptación del organismo a los cambios relacionados con la edad y ello puede ser beneficioso en términos de longevidad, en razón a que la regulación negativa de la síntesis de proteínas y el aumento de la estabilidad del proteoma están asociados con una mayor esperanza de vida en ciertas especies, la descontextualización del dato puede tener un efecto boomerang, porque también hay evidencia que el deterioro muscular por un catabolismo proteico dominante está asociado a una expectativa de vida menor.

Lo que no puede desmerecerse, finalmente, es que el deterioro muscular está vinculado a la reducción de sarcómeros, que los que se pierden de estos se vinculan a las fibras musculares rápidas, que estas solo son estimuladas por cargas de oposición a contracciones del orden del 70 al 85% de 1MR, que ello se vincula además con una estimulación mayor de la mTOR, afectando el tiempo como la tasa de acción anabólica, que esto incrementa la síntesis proteica muscular de proteínas específicas, dentro de las cuales están centralmente las sarcoméricas, pero también las que componen la cadena metabólica energética glucolítica. Y todo esto reclama, además, de un suficiente aporte de proteínas que lleguen en tiempo y forma al tejido muscular involucrado, algo imposible de conseguir por la vía de la alimentación habitual, aun alta en proteínas. Y en todo este marco comprender que en los individuos de edad avanzada, además, hay una condición de resistencia anabólica, donde las hormonas que desempeñan función central en la síntesis proteica no responden satisfactoriamente (por cantidad y por calidad funcional), a la vez que los receptores que las reciben o están disminuidos (down regulation), o no pueden dar respuestas por estar inhibidos patológicamente.

Más entrenamiento de fuerza, más suplementación proteica y aminoacídica específica (leucina, citrulina, HMB, arginina, glutamina y creatina, como para empezar), esa es la acción desde el ejercicio y la nutrición. La negación de esta estrategia al menos muestra dos cosas, atraso en el avance de la ciencia en estos territorios o rechazo a aplicar todo esto porque hay que sentarse a estudiar, lo que desacomoda a muchos del placentero confort que genera la prescripción memorizada e idéntica para todas las situaciones, personas y patologías.

Para reflexionar…