¿A qué se refiere el fenómeno de interferencia por entrenamiento concurrente?
Publicado 15 de abril de 2021, 12:12
Prof. Guillermo Peña García-Orea, PhD
Ejercicio Físico, salud y calidad de vidaRespondió 15 de abril de 2021, 13:26
Cuando al entrenar simultáneamente la fuerza y la resistencia la mejora de la fuerza es inferior a la que se podría esperar con el mismo entrenamiento pero realizado por separado se especula sobre la interferencia del entrenamiento entre ambas capacidades. El doctor Robert C. Hickson fue quien propuso la teoría del fenómeno de la interferencia a partir de una pionera investigación sobre este tópico (Hickson, 1980). Los estudios de Hickson (1980; 1988) mostraron que la mejora de la fuerza, pero no de la resistencia (VO2max.), podía verse comprometida cuando se realizaban de forma concurrente en el mismo día sesiones de entrenamiento de carrera y fuerza de alta frecuencia semanal e intensidad, y que al contrario el entrenamiento de fuerza parecía mejorar el rendimiento en resistencia.

Las causas de interferencia e incompatibilidad entre ambos entrenamientos que suelen argumentarse en la literatura científica son variadas y multifactoriales, y probablemente sinérgicas entre sí. Por una parte se pensó que las adaptaciones musculares a nivel celular que cada entrenamiento producía por separado competían entre sí al resultar contrapuestas o antagónicas, y por tanto no se podía esperar generar adaptaciones metabólicas y morfológicas simultáneamente a ambos entrenamientos (Hawley, 2009; Leveritt, Abernethy, Barry & Logan, 1999) (Tabla 2). Por otro lado se considera que las posibilidades de provocar una sobresolicitación orgánica (fatiga subaguda), que acabe desembocando en un cuadro de sobreentrenamiento (fatiga crónica), por un exceso en la frecuencia, volumen y/o intensidad de entrenamiento, sumado a un tiempo de recuperación inter-sesión insuficiente pueda explicar los efectos de la mencionada interferencia (Leveritt & Abernethy, 1999; Leveritt et al., 1999). A esto hay que sumar que los efectos de la sobresolicitación orgánica pueden verse exacerbados cuando los entrenamientos involucran grandes masas musculares y un exceso de daño muscular, como se ha visto en actividades con contracciones excéntricas repetidas (i.e.: carrera a pie) (Leveritt et al., 1999; Wilson et al., 2012).
De igual modo, a parte de la situación crónica de fatiga y sobresolicitación, también se ha destacado el efecto residual de la fatiga. La fatiga neuromuscular y metabólica residual derivada del trabajo previo de resistencia en la misma sesión puede comprometer la capacidad del sistema neuromuscular de producir la suficiente tensión muscular para el desarrollo máximo de la fuerza (Craig, Lucas, Pohlman & Stelling, 1991; Leveritt et al., 1999). Esto es debido fundamentalmente a deficiencias en el reclutamiento de unidades motrices a altas velocidades durante el entrenamiento de fuerza (Hickson, 1980; Dudley & Djamil, 1985; Häkkinen et al., 2003). Por tanto, el sumatorio de sesiones de entrenamiento de fuerza bajo los efectos de dicha fatiga residual puede producir un descenso del rendimiento de fuerza con el transcurso del tiempo.
Los hallazgos científicos han enfatizado repetidamente las adaptaciones biológicas disminuidas cuando un alto volumen de entrenamiento de resistencia y de fuerza se combinan en un período de tiempo largo (más de 7-8 semanas). Parece ser que esta “interferencia” puede ser más pronunciada para la fuerza o potencia, pero en cierta medida también para el desarrollo muscular, pudiendo reducir los efectos positivos del entrenamiento para la aptitud física, la composición corporal y la salud (Izquierdo et al., 2005; Mikkola, Rusko, Izquierdo, Gorostiaga & Häkkinen, 2012).
El meta-análisis de Wilson et al. (2012) sobre las interferencias del entrenamiento concurrente de fuerza y resistencia aeróbica, con un total de 21 estudios de intervención seleccionados para ello, obtuvo interesantes datos al respecto. Dicho meta-análisis trató de determinar qué componente de la dosis del entrenamiento de la resistencia (modalidad de ejercicio, intensidad, frecuencia semanal, volumen-duración por sesión) era más perjudicial para el desarrollo de la fuerza, y concretamente para cada uno de sus objetivos pretendidos (fuerza máxima, potencia e hipertrofia).

Como era presumible el entrenamiento aislado de la fuerza fue el que mayor tamaño del efecto obtuvo sobre la ganancia de fuerza, potencia e hipertrofia, seguido del entrenamiento concurrente de ambas capacidades, y del entrenamiento a solas de la resistencia en último lugar (figura 1). Específicamente, si bien no hubo diferencias significativas sobre la ganancia de fuerza máxima (1RM) e hipertrofia entre el entrenamiento a solas de la fuerza y el entrenamiento concurrente, sí que las hubo en la mejora de la potencia a favor del entrenamiento exclusivamente de la fuerza. Las pérdidas de potencia que suceden con el entrenamiento concurrente podrían venir dadas por las pérdidas de velocidad o fuerza explosiva en la serie.
En el mencionado meta-análisis también se pudo concluir que la modalidad de ejercicio de resistencia realizada de forma concurrente con el entrenamiento de la fuerza podía explicar y tener un efecto atenuante sobre las ganancias de fuerza e hipertrofia, como ocurre con la carrera, o por el contrario no generar interferencias significativas en este sentido si la modalidad realizada era el ciclismo. Esto puede ser debido entre otras causas al mayor daño muscular producido por las contracciones excéntricas repetidas de la carrera. Asimismo, se identificó una correlación negativa moderada (interferencia adaptativa) de la frecuencia semanal (–0.26 a –0.35) y duración promedio por sesión (–0.29 a –0.75) del entrenamiento de resistencia con las ganancias de fuerza, potencia e hipertrofia.
Para la pérdida de grasa corporal el entrenamiento concurrente en primer lugar, y el entrenamiento exclusivamente de resistencia a continuación, obtuvieron los mejores resultados, aunque el entrenamiento de fuerza aislado también mejoró significativamente este parámetro. Curiosamente, para la pérdida de grasa corporal el entrenamiento concurrente realizado con la carrera obtuvo la mayor magnitud del efecto de los tres -aunque las diferencias no fueran significativas- y en especial cuando se realizaban entrenamientos de alta intensidad cardiovascular (>80% FC Reserva).