¿Cuál es el volumen óptimo de una sesión?

Publicado 18 de marzo de 2021, 11:57

Juan José González Badillo, PhD

Juan José González Badillo, PhD

Consejero Científico

Respondió 18 de marzo de 2021, 14:18

La intensidad con la que se ejecuta cada repetición es el principal determinante del efecto del entrenamiento, por tanto, el volumen óptimo debería venir condicionado por la intensidad, entendida en este caso como la velocidad de ejecución. Lo más razonable es pensar que mientras se pueda mantener la intensidad, la repetición de dicha intensidad -lo cual constituye el volumen- podría ser positivo. ¿Pero debemos agotar en cada sesión todas las repeticiones que se puedan realizar con la intensidad prevista? Esta pregunta nos lleva a una problemática más compleja, que se centraría en determinar cuántas veces o con qué frecuencia se debe llegar a agotar las posibilidades máximas de mantener la intensidad y cuántas veces debemos quedar por debajo. No hay una única respuesta para estas preguntas, pero no parece que intentar llegar al máximo esfuerzo con una frecuencia muy alta pueda ofrecer los mejores resultados. El criterio de referencia más racional para determinar el final de la sesión o de las repeticiones o series dentro de un ejercicio sería la respuesta inmediata del sujeto desde el punto de vista dinámico (fuerza perdida en la serie) y especialmente cinemático (velocidad perdida en la serie). Otros factores de tipo fisiológico (por ejemplo, valores de lactato, amonio y otros metabolitos) podrían complementar la información. Estas pérdidas y la aparición en mayor o menor grado de los metabolitos son indicadores bastante fiables del grado y tipo de esfuerzo que está realizando el sujeto, por lo que nos pueden permitir comprobar de manera recurrente la relación entre el grado de esfuerzo y los resultados o efectos del entrenamiento. De esta manera, decidir en qué momento debe interrumpirse una sesión o ejercicio no estaría sólo determinado por la intuición, sino por datos que reflejen de manera más precisa el verdadero esfuerzo realizado. La “intuición” no es despreciable, y seguirá acompañando siempre al programador, aplicador y analizador del entrenamiento, pero esta “intuición” en el fondo debe ser el producto de la propia experiencia, que será más fiable si ésta se basa en la información que se derive de la respuesta mecánica y fisiológica del sujeto al estímulo que le supone el entrenamiento.