¿Cuáles son los efectos agudos del entrenamiento concurrente en la función neuromuscular?

Publicado 3 de mayo de 2021, 13:07

Entrenamiento concurrente y función neuromuscular

La fatiga residual causada por un estímulo previo puede comprometer la calidad de un estímulo de entrenamiento posterior (Craig et al., 1991), reflejándose en respuestas neuromusculares agudas reducidas y retraso en los cursos temporales de recuperación de una misma sesión combinada de entrenamiento de resistencia y fuerza (Leveritt & Abernethy, 1999; Docherty & Sporer, 2000; Leveritt, MacLaughlin & Abernethy, 2000), comprometiendo así las adaptaciones esperadas a largo plazo. Dicho de otro modo, el entrenamiento de resistencia y fuerza combinado en la misma sesión de entrenamiento podría no permitir la recuperación neuromuscular entre ambas modalidades, lo que llevaría a que el estímulo de entrenamiento realizado en segundo lugar pudiera verse afectado negativamente por la fatiga residual inducida por el estímulo precedente.

En algunos estudios estos efectos adversos se reflejan en un menor rendimiento cuando la resistencia se realizaba inmediatamente después de un entrenamiento de fuerza (Doma & Deakin, 2013), o en una disminución del rendimiento neuromuscular (fuerza máxima isométrica, fuerza explosiva o potencia, activación muscular) realizado inmediatamente después de la carrera o ciclismo intenso (Lepers, Theurel, Hausswirth & Bernard, 2008), todo lo cual posiblemente influya en las adaptaciones fisiológicas al entrenamiento. De hecho, Robineau, Babault, Piscione, Lacome & Bigard (2014) pudieron observar cómo la interferencia sobre el desarrollo de la fuerza, y las mejoras inducidas por el entrenamiento sobre el consumo máximo de oxígeno, depende del intervalo de recuperación entre ambos entrenamiento, debiéndose siempre evitar programar entrenamientos de cada capacidad con menos de 6 horas de separación.

En general, la acumulación de lactato se asocia con un aumento en el músculo y la sangre de hidrogeniones, lo cual se ha relacionado directamente o indirectamente a la fatiga local y disminución del pH. Esto ha sido corroborado por de Souza et al. (2007) quienes llegaron a la conclusión de que la acumulación de metabolitos puede explicar en parte el fenómeno de interferencia aguda durante el entrenamiento combinado.

Cuando la recuperación neuromuscular post-esfuerzo ha sido estudiada - atendiendo a la fuerza máxima isométrica, fuerza explosiva, y potencia - se ha encontrado que la misma podía ser suficiente en sujetos moderadamente activos a las 24 horas siguientes de un entrenamiento concurrente, independientemente de la secuencia del orden de realización intra-sesión de la fuerza y resistencia (Schumann et al., 2013). Del mismo modo, Taipale y Häkkinen (2013) mostraron que la fatiga neuromuscular ocasionada por el entrenamiento concurrente -según la máxima contracción isométrica voluntaria y fuerza explosiva-, e independientemente del orden intra-sesión, afectó más intensamente a hombres que a mujeres entrenados recreacionalmente en resistencia, y se necesitaron hasta 24 horas después del entrenamiento para la recuperación neuromuscular completa. No obstante, es importante reseñar que en dicho estudio, a la mitad del entrenamiento, las respuestas neuromusculares fueron significativamente menores en los individuos que entrenaron primero la fuerza y luego la resistencia.

No obstante, pese a existir una función sinérgica entre el sistema neuromuscular y hormonal en respuesta aguda al ejercicio, el curso temporal de la recuperación post-ejercicio puede diferir entre variables neuromusculares y endocrinas (Schumann et al., 2013). Si bien la recuperación de la función neuromuscular post-ejercicio suele tener lugar a las 24-48 horas, las concentraciones de testosterona basal pueden permanecer disminuidas durante más de 48 horas tras entrenamientos intensos de la fuerza. Esto indicaría que las medidas de la función neuromuscular podrían no ser suficientes para considerar el verdadero estatus de recuperación orgánica (Schumann et al., 2013).