Dietas Intermitentes: Reducir el consumo de Carbohidratos de vez en cuando es más Efectivo y Saludable
Publicado 7 de octubre de 2013, 14:51
La dieta paleolítica está caracterizada -a grandes rasgos- por reducir ligeramente el consumo de carbohidratos y mantener o, incluso elevar, el consumo de proteínas y grasas. Esta propuesta está inspirada en la teórica dieta de nuestros ancestros. Nada más lejos de la realidad, desde la paleoantropología y otras disciplinas científicas, es muy poco lo que sabemos sobre la dieta de nuestros ancestros ya que la mayor parte de la información utilizada para diseñar estas dietas proviene de las observaciones de tribus que viven actualmente como cazadores-recolectores. En cualquier caso, hay una característica que es más evidente y que se refiere a cómo no debe ser una dieta paleolítica: el consumo habitual de carbohidratos fue sólo posible a partir de la Revolución Neolítica gracias a la aparición de la agricultura. Este acceso más fácil a los carbohidratos tuvo sus ventajas y sus inconvenientes. Mientras el acceso a las calorías se hizo más fácil para toda la población, lo que favoreció una explosión demográfica importante, la variedad en los nutrientes se hizo menor, con lo que aparecieron así muchas nuevas enfermedades asociadas también al sedentarismo, ya que los humanos dejaron de recorrer grandes distancias para buscar el alimento.
Con estos antecedentes, es más fácil entender los interestantes hallazgos del reciente estudio de Harvie et al. Así, estos investigadores implementaron dos estrategias de restricción calórica acompañados de ejercicio físico regular. Una estrategia fue la clásica restricción calórica en la que se controlaba la ingesta, siguiendo una dieta mediterránea, durante toda la semana. La otra estrategia, a la que llamaremos estrategia intermitente, consistía en reducir, dos días a la semana, la ingesta de carbohidratos de forma importante. Además, dentro de la estrategia intermitente, se contemplaron dos grupos diferentes: en uno se establecían unos límites en la ingesta de proteínas y grasas mientras en el otro se les dejaba a las participantes ingerir la cantidad de proteínas y grasas que deseasen. Estas intervenciones fueron implementadas durante 3 meses con un mes adicional en el que se implementó una fase de mantenimiento en la que la restricción de carbohidrato era de un solo día por semana. Los resultados del estudio no pudieron ser más reveladores. La resistencia a la insulina y la grasa corporal se redujeron más en los dos grupos que siguieron la dieta intermitente. Además, estas mejoras continuaron en la fase de mantenimiento.
Aunque el estudio ha sido realizado en un periodo relativamente corto de tiempo, podríamos pensar que esta estrategia pudiera ser más efectiva en el largo plazo al permitir una ingesta frecuente y suficiente de todos los nutrientes en los restantes días de la semana, lo que ayudaría además a una mayor adherencia a la dieta. En general, las dietas fracasan porque implican muchos sacrificios a lo largo de muchos días. Con la dieta intermitente, las restricciones se reducen a un par de días a la semana, pudiendo además disfrutar de alimentos que sacian y que son sabrosos. Otro punto a considerar, que no fue contemplado en el estudio, es que en los días de restricción de carbohidratos no podríamos realizar actividades intensas que dependen más de la obtención de energía por la via glucolítica. Así, con un patrón de actividad en el que predominen las actividades frecuentes de baja intensidad, dejaríamos el ejercicio intenso sólo para aquellos días en los que pudiésemos garantizar una restitución previa de los depósitos de glucógeno a partir de la ingesta de carbohidratos. Estaremos atentos a los estudios siguientes en esta interesante línea de investigación. Mientras tanto, queda confirmado que restrigir la ingesta de carbohidratos en algunos días a la semana sí tiene efectos muy positivos sobre la salud.