Ejercicios desaconsejados/contraindicados ¿existen?

Publicado 5 de enero de 2013, 18:54

Ejercicios desaconsejados/contraindicados ¿existen?

Juan Ramón Heredia

Guillermo Peña

Victor Segarra

IICEFS

"Primum non nocere"

“Primum non nocere” o “primero no dañar”. Este es uno de los principios básicos de juramento hipocrático de las especialidades sanitarias (Beauchamp & Childress, 2001) y que debería también ser considerada por parte de los profesionales del ejercicio físico y salud.

En nuestro sector es común asistir a constantes discusiones que, muchas veces, van más allá incluso de un concepto o una opinión y se llevan al terreno de lo personal. Creemos que dicho aspecto además de ser una postura poco respetuosa, es algo incoherente y negativa para con la propia profesión. Deberíamos apostar por ser algo más “corporativistas” (aprendamos en eso de otros profesionales de la salud). Un corporativismo positivo que nos posicione ante la sociedad con una imagen de profesionales con cierto consenso y una correcta actitud hacia el papel social que dicha profesión tiene. Ello no iría en detrimento de una discusión interna sana y constructiva, centrada en el argumento y nunca en las personas.

A este respecto, debemos considerar que las palabras significan lo que significan, no lo que “querríamos” que significaran. Es decir, no podemos ni debemos utilizar los términos de una forma interesada dándoles un significado más allá (y en ocasiones incluso sin tener ninguna relación) del significado que realmente tienen y que está establecido, como no puede ser de otra forma, por la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Esto, como iremos viendo en diversos artículos del blog, es bastante común cuando de crear “conceptos” o “productos” se trata en el marco de los programas de ejercicio físico y salud (fitness). Debemos intentar hacer un esfuerzo por definir adecuadamente aquella terminología y conceptos relacionados con nuestra práctica profesional.

Hoy analizaremos una cuestión sobre la que se discute constantemente y que está sujeta a opiniones (según la RAE, una opinión es aquel dictamen que se forma de algo cuestionable o el concepto que se tiene de algo o de alguien). Lo curioso es saber si existe margen para tener cierto grado de opinión (es decir que algo sea más o menos cuestionable y con ello permita generar un dictamen personal sobre ello) o por el contrario primero deberíamos analizar adecuadamente la cuestión y hacerlo desde la mayor rigurosidad.

“No existen ejercicios desaconsejados o contraindicados solo mal o bien aplicados”, “no existen ejercicios contraindicados o desaconsejados más bien técnicos incapaces…”, etc.. son algunas de las afirmaciones que constantemente expresan aquellos que buscan crear un debate donde, desde nuestra perspectiva, no tiene mucho sentido crearlo si se atiende a dos cuestiones:

1.- La adecuada utilización de los términos y su comprensión, que contextualizará y permitirá dimensionar adecuadamente aquello que tiene que ver con el denominado “ejercicio desaconsejado”

2.- ¿Se conoce el nivel de evidencia científica existente en torno a la cuestión del denominado “ejercicio desaconsejado o contraindicado”?

Vamos a intentar desarrollar las mismas y quizás (ese sería el objetivo) lograr cierto consenso que nos ayude a progresar y eliminar discusiones estériles.

Análisis terminológico y conceptual y evidencia científica de los denominados “ejercicios desaconsejados”

Si analizamos la palabra “ejercicio” vemos que procede del latín “exercitĭum” que en su acepción tercera se define como: “conjunto de movimientos corporales que se realizan para mantener o mejorar la forma física” (RAE, 2012).

Deteniéndonos brevemente vemos que, inicialmente, el ejercicio se basa en un movimiento o conjunto de movimientos (o sea aquella acción articular o conjunto de acciones articulares) pero ello, por sí solo, no es suficiente. Para que dicha acción/es articular/es sean consideradas un ejercicio debe poseer unas “características” que ayuden en el mantenimiento o mejora de las funciones psico-biológica. Sin estas “características” no podríamos hablar de ejercicio físico. Por tanto lo que termina de definir a la acción articular o conjunto de acciones articulares como ejercicio es, sencillamente “la dosis” , (es decir la combinación de una serie de variables que poseen demostrada capacidad para provocar respuestas y adaptaciones) que adecuadamente controladas e integradas permitirán aplicar estímulos adecuadamente prescritos y periodizados en un programa de entrenamiento que redundarán en el mantenimiento y/o mejora de la salud.

A este respecto debemos considerar estas dos cuestiones clave:

- ¿Podrían existir evidencias de que alguna de estas acciones articulares o, ni tan siquiera eso, alguno de los rangos articulares en dichas acciones articulares sean “críticos” y sometan a las estructuras a un estrés que no sea bien tolerado por las mismas?

- ¿Cualquier movimiento o conjunto de movimientos realizados con ciertas variables como frecuencia, duración, intensidad, descanso, etc…(hay que hacer un esfuerzo por definirla bien…en este blog hablaremos mucho de esto en próximas entradas) poseen la misma capacidad de generar respuestas positivas y adaptaciones?

Creo que cada uno de vosotros podréis responder a estas dos preguntas y, lo que es más importante, hacerlo desde el conocimiento del grado de evidencia surgida de la investigación especialmente en los últimos 15 años.

La primera pregunta se responde con un rotundo: “SÍ”. Hay suficiente grado de evidencia¹,², en el sentido de algunas acciones o rangos articulares de alguna de ellas que pueden suponer un elevado riesgo para la salud e integridad estructural y funcional (a este respecto podréis encontrar algunas referencias recomendadas al final del blog). En cualquier caso la ciencia esta siempre abierta a cuestionarse cualquier aspecto (pero desde las reglas de la propia ciencia y no desde la base de las creencias o las opiniones) y puede que alguien pueda manifestar su discrepancia, en este caso es bastante sencillo, bastará con exponer su hipótesis y aportar alguna demostración o evidencia al respecto siempre en el marco del método científico (cuyas normas rigen dicho proceso), no bastará simplemente con una “opinión”.

La segunda pregunta puede quedar respondida con la misma rotundidad con un: “NO”. Sobre esto hay también una gran evidencia. Hoy ya es conocida la necesidad de superar ciertos umbrales para estimular adaptaciones sobre el sistema psico-biológico a fin de provocar adaptaciones. No basta con moverse, hay que hacerlo de manera adecuada y en la dosis adecuada para lograr mantener y mejorar la salud en un entorno socio-laboral que condiciona el estado, condición y evolución de dicho sistema psico-biológico a lo largo de la vida del sujeto.

Así pues, podemos afirmar con bastante seguridad de que existen acciones o rangos articulares que, por decirlo de forma sencilla, pueden poseer mayor riesgo que beneficio (por tanto logrando igual o menor eficacia con mayor riesgo, algo que iría en contra de los principios básicos de un programa de entrenamiento orientado a la salud. En dichos programas no se puede supeditar ciertos logros sacrificando la “seguridad” y por tanto la salud del sujeto).

A partir de aquí ¿podríamos hablar en tal caso de ejercicios “desaconsejados” o “contraindicados”? o, ¿por el contrario y como afirman algunos especialistas, los mismos no existen?.

Analicemos los siguientes términos:

La palabra “desaconsejado” se define según la RAE (2012) como “que obra sin consejo ni prudencia y solo por capricho”

Así pues podríamos entender que un ejercicio podría estar desaconsejado cuando se realicesin consejo” (es decir hecho sin ningún de conocimiento ni orientación en relación a lo adecuado para lograr los objetivos y beneficios, con inadecuada dosis, etc…), “sin prudencia” (o sea no minimizando el riesgo y asegurando su eficacia) y/o “por capricho” (sin criterios adecuados para su selección, sin considerar todos los aspectos que engloban dicha variable).

Por tanto, es adecuado la utilización de dicho concepto de “ejercicio/s desaconsejado/s”, tratándose, no solo de no valorar adecuadamente el componente de seguridad (recordemos que dicha variable es una parte de la variable de “selección de ejercicio”, y que la misma queda definida con el criterio de “eficacia” y “funcionalidad”) ,⁵ sino de aquel o aquellos ejercicios que son desarrollados sin la adecuada dosis y utilización de criterios de programación para mantener o mejorar la salud.

El término “contraindicado” viene definido como aquello Dicho de un agente terapéutico: Perjudicial en una determinada afección o dolencia” (RAE, 2012).

Por tanto, analizando lo expuesto la utilización del concepto de “ejercicio/s contraindicado/s” podría existir en el contexto de una utilización inadecuada de uno o varios ejercicios en el ámbito del entrenamiento en personas con patologías (queda claro que aquí habrá ejercicios que podrían ser perjudiciales en función de determinadas patologías o pacientes). Igualmente si consideramos las evidencias actuales³ (en su mayoría de tipo “A”) respecto al valor potencial del ejercicio en la patogénesis (prevención), así como el tratamiento (reducción de la sintomatología y cronificación) de la mayoría de enfermedades crónicas modernas no transmisibles, cuando dicho ejercicio se realice en el contexto de un programa para la salud (como único objetivo) podría ser considerado un “agente terapéutico” y, por tanto, de nuevo una inadecuada selección o manejo de su dosis podría llegar a ser perjudicial en dicho contexto.

Al final, es obvio que la discusión es tan simple que parece increíble tener que asistir a la misma entre profesionales y hemos creído adecuado hacer esta primera y sencilla exposición en este blog con la única y positiva intención de hacer reflexionar en torno a la necesidad de utilizar tiempo y energía en lo verdaderamente importante: dar al ejercicio el verdadero valor potencial que posee a nivel socio-sanitario.

P.D. Queremos dedicar esta entrada a unos queridos y admirados compañeros, investigadores y docentes con los que hemos compartido grandes momentos de aprendizaje y crecimiento. Quienes han sido sus alumnos, les han leído y les siguen seguramente no necesitarán de un post como este para ser conscientes de lo expuesto, dado que ellos llevan muchos años tratando estos temas con un excelente nivel de publicaciones científicas. Lamentablemente parece que no solo no se lee y se atiende a la investigación, sino que no se hace ni tan siquiera con los excelentes profesionales que tenemos en nuestro país. Nuestro reconocimiento para ellos: Dr. Juan Carlos Colado, Dr. Francisco J. Vera, Dr. Pedro A. López Miñarro, Dr. Pedro L. Rodríguez, Dra. Pilar Sainz, Dr. Antonio J. Casimiro, y podríamos seguir con muchos más…


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Referencias bibliográficas

  1. Rodríguez PL. (Coordinador): Ejercicio físico en salas de acondicionamiento muscular: bases científico-médicas para una práctica segura y saludable. Editorial Médica Panamericana, 2008.
  2. Colado JC, García-Masso J: Technics and safety aspects of resistance exercises: A systematic review of the literature. The physician and sportsmedecine. June 2009. Nº2, Volume 37
  3. Pedersen BK, Saltin B: Evidence for prescribing exercise aas therapy in chronic disease. Scand J Med Sci Sports. 2006.. (Suppl, 1) 3-63
  4. Heredia, JR; Isidro, F; Chulvi, I; Mata, F: Guía de ejercicios de fitness muscular. Editorial Wanceulen. 2011
  5. Heredia JR, Isidro F, Peña G, Mata F, Moral S, Martín M, Segarra V, Edir Da Silva M: Criterios básicos para el diseño de programas de acondicionamiento neuromuscular saludable en centros de fitness Ef. Deportes. Argentina. Año 17-Nº 170- Julio 2012