​El consumo proteico en la vejez

Publicado 13 de enero de 2019, 12:01

​El consumo proteico en la vejez

Pensamiento siglo XX, lo demás lo hace la industria farmacéutica y las estrategias dietarias equivocadas.

La realidad parece indicar que todo macronutriente debe sufrir algún grado de enjuiciamiento de manera que las drogas y ciertas estrategias nutricionales se junten para combatirlo en algún momento. Primero fueron las grasas, las que luego de 40 años de azotes acaban por demostrar que estaban en el pasillo de la muerte y hoy merecen su espacio en el podio de la salud. Más recientemente los carbohidratos, ajusticiados con razones a las cuales concluyen algunos profesionales “4x4”, afirmando que incluso los mismos “forman parte innecesaria” de la alimentación (alguien debiera incluso explicar la “sinrazón” de la glucemia, que vaya a saber qué rol inútil tiene en nuestro organismo, vio?). Y ni hablar de las proteínas, esas asesinas renales que es mejor comerlas en forma reducida, no sea cuestión que favorezcan la aparición del daño de alguna nefrona y entonces se instale la patología y se acabe en diálisis.
Respecto de lo anterior, hay varias cuestiones que merecen ser vistas con la lente del presente siglo, porque quizás hasta haya algunos que se sorprendan y quieran dejar de ser un “todo terreno”. Veamos.
En estudios recientes, lo que se constituyó como el grupo de estudio PROT-AGE, y también la Organización Mundial de la Salud, dieron cuenta de que la reconocida indicación de la RDA (dieta diaria recomendada) respecto al consumo de proteínas de 0,8g/kg/día no era adecuada para mantener la masa muscular de la personas mayores (Jankovic N, et al. WHO guidelines for a healthy diet and mortality from cardiovascular disease in European and American elderly: the CHANCES project. Am J Clin Nutr. 2015). Esto, porque esta reducida cantidad puede favorecer las alteraciones asociadas con la edad en la regulación metabólica, el estado inmunológico y las fluctuaciones hormonales, promoviendo un mayor riesgo de desarrollar sarcopenia. Y en este aspecto también sostiene Clegg, esta cantidad de proteínas tampoco considera las implicancias que ello tendrá en la fragilidad progresiva e la persona (Clegg, A., et al. Frailty in elderly people. Lancet. 2013;)
En este punto Bauer y su equipo sostienen que es posible que se requiera un consumo bastante más elevado de proteínas en la dieta (entre 1.2–1.5 g/kg/día) en personas mayores (Bauer J, et al. Evidence-based recommendations for optimal dietary protein intake in older people: a position paper from the PROT-AGE Study Group. J Am Med Dir Assoc. 2013). De ser así, se está hablando de elevar la carga nutricional proteica originariamente propuesta en porcentajes de entre un 50% y un 90% superior al históricamente indicado. Algo así como que durante décadas se orientó a las personas hacia enfermedades y perdida significativa de masa muscular, verdad?
El incremento en el consumo proteico tiene sólidos puntos de apoyo en las distintas edades, y muy especialmente en los adultos mayores que tienen resistencia anabólica, lo que implica decir que la síntesis proteica en ellos está debilitada, pero además la degradación de ellas está aumentada. La causa central acá está en el cortocircuito funcional por el que atraviesa la insulina que no puede cumplir su rol de fuerte estimuladora de la síntesis de proteínas.
Como bien se sabe, la insulina es un potente estímulo anabólico para el músculo esquelético. Se ha demostrado al respecto que la hiperinsulinemia fisiológica aumenta la síntesis de proteínas del músculo esquelético y el anabolismo en sujetos jóvenes sanos, siempre que la insulina estimule el flujo sanguíneo y la administración de aminoácidos al músculo (Fujita S, et al. The effect of insulin on human skeletal muscle protein synthesis is modulated by insulin-induced changes in muscle blood flow and amino acid availability. Am J Physiol Endocrinol Metab 291). De allí que en la condición de resistencia anabólica, propio de los que padecen resistencia a la insulina o diabetes, se presenta un déficit proteico con obligado impacto en el tejido muscular, el que se acaba perdiendo en forma más o menos pronunciada. Debe recordarse que el mantenimiento de la masa muscular depende de un justo equilibrio entre la síntesis y degradación proteica, situación esta que no está sostenida en condiciones de resistencia anabólica, por ejemplo.
Hay suficiente evidencia además que el aporte de aminoácidos (AA) genera incrementos en la síntesis de proteínas, así como que esta depende de la dosis de los primeros (Paddon-Jones D, et al. Amino acid ingestion improves muscle protein synthesis in the young and elderly. Am J Physiol Endocrinol Metab. 2004). Sobre ello, distintos trabajos, como el de Morley y colegas, documentan que una mayor ingesta de proteínas en la dieta es beneficiosa para mantener una buena salud, promover la recuperación de una enfermedad y mantener la funcionalidad en adultos mayores (Morley, J.E., et al. Nutritional recommendations for the management of sarcopenia. J Am Med Dir Assoc. 2010). Resulta interesante acá destacar que al mencionarse la dosis de los aminoácidos a aportarse al organismo resalta el hecho de que no es prudente pensar solamente en garantizar el consumo proteico, porque en ellos los aminoácidos constituyentes deben estar presentes no solo en calidad sino también en cantidad.
Otro aspecto de suma importancia es el que refiere no solo la dosis sino también en qué momento debe producirse la ingestión de proteínas. En principio se destaca que el ejercicio tiene un protagonismo superlativo como coadyuvante en la dieta proteica ya que es el gran estimulador de la síntesis. También es de considerarse que ciertos aminoácidos no debieran estar ausentes por su fuerte impacto anabólico, tal el caso de la leucina y su metabolito el H-MB. En cuanto al momento de la ingestión, hay consenso que la carga proteica debe hacerse luego del ejercicio con el objetivo de aprovechar su fuerte efecto sensibilizador. Tang y colegas sostienen que en un plazo no mayor de 3h deben estar presentes las proteínas (Tang, J.E. and Phillips, S.M. Maximizing muscle protein anabolism: The role of protein quality. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2009), mientras que Burd afirma que dicho impacto anabólico incluso puede persistir por entre 18 y 24hs posterior al ejercicio (Burd, N.A., et al. Enhanced amino acid sensitivity of myofibrillar protein synthesis persists for up to 24 h after resistance exercise in young men. J Nutr. 2011).
Quizás sea hora de empezar a desoír a ciertas industrias farmacéuticas y nutricionales así como a esos profesionales multifunción. Porque en todos ellos lo que menos importa es la salud.

Para reflexionar…