El deportista de resistencia de alto nivel requiere de algo más que del entrenamiento.

Publicado 17 de junio de 2015, 7:49

El deportista de resistencia de alto nivel requiere de algo más que del entrenamiento.

La experiencia, tras 24 años conviviendo con la elite, nos ha demostrado que los deportistas que llegan a lo más alto, reúnen un perfil relacionado con su personalidad que les ha permitido gestionar esa cantidad de impactos, provenientes de muy diversas direcciones, que podrían incidir negativamente en su propio rendimiento.

Aquellos que no se labraron una personalidad muy fuerte y no fueron capaces de soportar la presión, se quedaron algunos peldaños más debajo de aquél al que podrían haber llegado de haber sido capaces de solucionar esta problemática.

La irrupción al alto rendimiento puede llegar de forma progresiva o bien surgiendo en muy poco tiempo. En cualquiera de los casos, cuando el deportista de resistencia llega a la elite, comienza a recibir impactos de una gran intensidad. Si no se encuentra preparado para soportarlos, pueden acabar frenando su propio rendimiento.

Estas interferencias provienen desde muchas direcciones. Aquí se plantean algunas de las que más pueden a incidir en el frenazo a su progresión (figura 1).


Figura 1.- Llegado al alto rendimiento, el deportista debería ser lo suficientemente fuerte y equilibrado para ser capaz de gestionar todos los impactos e interferencias que recibe.

Impactos e interferencias

Los propios objetivos deportivos.

Cuando se llega a ciertos momentos en la carrera deportiva, el deportista que se dedica a estas especialidades, frecuentemente se tiene que jugar todo a una carta (Campeonatos del Mundo, Juegos Olímpicos, etc.). En estos momentos debe “examinarse” sabiendo, que si todo sale bien, podrá resolver si vida. De lo contrario, es posible que esté abocado al fracaso ya que existe la posibilidad de que, el siguiente gran campeonato, se puede presentar varios años después y se le pueda haber pasado su momento.En algunos deportes, (por ejemplo, algunos deportes colectivos), los deportistas pueden resolver su vida durante una temporada o de varias, en las que se cobran fichas y sueldos importantes. En cambio, en las especialidades de resistencia, el deportista tiene que jugárselo todo a una carta en muy pocas ocasiones. Esto hace que el “día D a la hora H, la presión sea máxima y si no está capacitado para utilizar ésta a su favor, se verá superado por aquellos más capaces.

“Si la presión se siente en la espalda, empujará al atleta. Si se siente en el pecho, supondrá un freno” (idea de nuestro compañero, responsable español de marcha atlética, José Marín). Esto quiere decir que el deportista debe ser capaz de dar cauce a dicha presión para lograr ese “plus” que le hace superarse en los momentos en los que la dificultad y la responsabilidad son máximas.

Los adversarios.

A los jóvenes, en las primeras etapas del desarrollo, se les debería presentar a los adversarios como “compañeros” imprescindibles que van a ayudar a mejorar el rendimiento del chico a través de la competición. En cambio, llegados al alto rendimiento, los oponentes se convierten en individuos que van a intentar superar a nuestro deportista, arrebatándole el éxito. A diferencia de una competición de deportes colectivos, en la que un equipo gana y el otro pierde, en las especialidades que aquí se tratan, en los que la victoria es el fin casi exclusivo, para los medios de comunicación, prevalece la idea de que “el primero gana, el segundo pierde y los demás… participan”.

La pareja.

A la larga, resulta una de las piezas clave en la carrera deportiva. Llegado al momento de la madurez y de lograr el máximo rendimiento, existe una gran influencia de la pareja. Aquí puede surgir uno de los mayores conflictos que contribuye al fracaso o estancamiento. Cuando en la pareja brotan desavenencias, bien por causa del deporte, o por cualquier otra, puede originarse un aumento de la presión que se sumará a la que lleva implícita el alto rendimiento. Es relativamente frecuente que esta figura no acabe de comprender que el deportista debe renunciar a muchas cosas (salir por las noches, comer diferente, divertirse en general, etc.). Esto acaba cayendo como una losa sobre el deportista, el cual, se puede ver afectado en su rendimiento.

Por el contrario, si la pareja suma y apoya, será el elemento amortiguador ante las presiones que sufre el atleta. La pareja debería tener claro que el camino hacia el éxito solo es el que es y que todo aquello que lo desvíe le alejará de los objetivos.

La federación y el Club.

La Federación, en primer lugar y el Club, en segundo, tienen sus propios intereses que pueden coincidir o no con los propios del deportista. Éste debe cumplir compromisos con ambos ya que su economía puede depender de ellos. Este acatamiento se define, principalmente, en la necesidad de competir en momentos que podrían estar encontradas con su propia planificación, lo que dificulta la puesta a punto en los instantes en los que debería dar el máximo. Esto, a su vez, puede acarrear dos situaciones, ambas en contra de los intereses del deportista:

  • Que haya que modificar la planificación para cumplir con garantías esos compromisos, lo que aumenta la dificultad para alcanzar la forma deportiva en el momento más deseado.
  • Que no se modifique la planificación y el atleta compita “con lo puesto” en ese momento. Esto acarreará la consecuencia de que no lo haga con su mejor rendimiento. Por consiguiente correrá el riesgo de perder las ayudas que provienen de estos estamentos.

El representante.

Cuando va llegando a los más altos escalones de su vida deportiva, el deportista se ve en la necesidad evadirse de la problemática de la gestión (competiciones, logro de patrocinios, etc.) y aquí es donde entra la figura del representante. Existen muchos (podríamos decir que la mayoría) que se preocupan por el deportista, tanto a nivel humano como deportivo. Éstos tratan de no explotarlo y que se mantenga en la alta competición el mayor tiempo posible. No obstante también surgen otros con menos escrúpulos. Dado que cada vez que actúa el atleta, cambia de club, etc., el representante se lleva un porcentaje del dinero ingresado, éste puede caer en la tentación de explotar al atleta, haciéndole competir en más ocasiones o en competiciones que solo reportan dinero pero que pueden contribuir negativamente en el logro de los objetivos. La consecuencia suele derivar en acortando de la carrera deportiva del representado.

Las instituciones y los políticos.

Además de la Federación y el Club, existen otras instituciones de nivel superior como pueden ser las dependientes de los gobiernos autonómicos o del propio Estado (dependiendo del país, pueden ser el Ministerio del Deporte, el Comité Olímpico, etc.). Éstos también tienen sus propios objetivos pero también contribuyen a la financiación del atleta, bien directamente o bien a través de las Federaciones. Sea como sea, siguen sumando presión y más obligaciones para que el atleta con la inclusión de más competiciones.

Los medios de comunicación.

Llegado a la elite el deportista comienza a ser referencia y motivo de atención de los medios de comunicación (prensa escrita, radio, televisión, redes sociales, etc.). En breve tiempo pasa del anonimato a ser una persona de la que está pendiente mucha gente para la cual pasaba desapercibido. Cuando se aproxima la gran competición, una gran parte del País puede estar atento su actuación. Esto supone un añadido de presión y miedo al fracaso que a muchos acaba pasándoles factura.

Los negocios.

Igualmente cuando se va llegando al alto rendimiento, el deportista se convierte en profesional o semiprofesional. Esto implica que empieza a ganar algo de dinero. A aquí surge un nuevo problema: ¿Qué hacer con este dinero?. Los hay que lo malgastan y los hay “más previsores o emprendedores” que invierten en algún negocio. Con elle, añaden un nuevo problema ya que hay que atenderlo debidamente. Si las cosas van bien es un mal menor. No obstante, si vienen mal dadas, hay que hacer frente a deudas que en ocasiones no podrá afrontar. Es frecuente que el deportista cuente con unos ingresos que son muy variables ya que dependen de sus resultados deportivos. Si se compromete con préstamos o hipotecas y, por cualquier circunstancia (bajadas de rendimiento, lesiones, etc.), también disminuyen los ingresos, se puede encontrar con dificultades insalvables que repercutirán negativamente en los resultados deportivos. Aquí puede aparecer el “círculo vicioso” de que peores resultados, suponen menos ingresos, lo que aumenta la presión que se convierte en peores resultados… (figura 2).

Figura 2.- Los problemas económicos pueden aumentar la presión del deportista y ésta hace que disminuya el rendimiento que, a su vez, crea mayores problemas económicos…

Los patrocinadores.

Los deportistas profesionales o semiprofesionales suelen recibir otras ayudas de patrocinadores privados y éstos tampoco dan todo a cambio de nada. También imponen sus exigencias (competiciones propias, presentaciones de eventos, etc.). Sea como sea, el atleta tiene que cumplir esos compromisos, lo que le obligará a desplazarse, a modificar horarios de entrenamiento, a competir a destiempo, etc.

Los viajes y desplazamientos.

El que era joven deportista, poco a poco va ampliando su radio de acción. Lo que eran, en sus primeros años, unas competiciones locales o de cierta proximidad, poco a poco se va convirtiendo en largos viajes, a veces transoceánicos que duran hasta semanas. Esto implica cambios de horarios, modificación del sueño, cambios de alimentación, hoteles de todo tipo, etc. En conjunto son una serie de alteraciones que inciden en el rendimiento. Es muy probable que las primeras veces en las que tenga que realizar esos largos viajes, el atleta no rinda de acuerdo a su preparación ya que todas estas alteraciones tienden a mermarle sus posibilidades.

Las celebraciones.

También es frecuente que tras la obtención de un éxito, aparecen las celebraciones y los actos en los que se reclama al deportista. Éste se ve obligado a estar presente en actos públicos o privados, a veces en otras ciudades diferentes a las de su residencia. Todo ello también altera su rutina de horarios, entrenamientos, comidas, etc. Incluso, ante grandes éxitos, puede repercutir en ámbitos extradeportivos y dar el salto hasta convertirse en una imagen púbica, apareciendo en otros medios tales como “las revistas del corazón”, programas de entretenimiento en la televisión, desfiles de modelos, etc. Al respecto conocemos casos de que, tras ese gran resultado, los deportistas se han descentrado, viéndose estancados en su progresión. Es muy importante que el sujeto tenga claro o se le haga comprender que su aparición en estos medios es consecuencia de sus resultados deportivos y que, en el momento en el que bajen dichos resultados, dejarán de llamarle. Este proceso puede acarrear riesgo de convertirse en un “juguete roto”.

Las tentaciones.

El deporte de alto rendimiento exige física y mentalmente al máximo. Aquí están presentes las tentaciones en forma de “trampas”. Entre éstas se encuentra el dopaje que se concierte en una lacra que tienen los deportistas que sucumben ante la posibilidad de tomar el “atajo” y obtener más rendimiento en menos tiempo aunque sea por métodos ilegales. Esto solo es remediable con una buena formación desde muy jóvenes ya que, aparte de estar atentando contra su salud, entra de lleno en el terreno de la ética deportiva, la cual, debería haberle sido inculcada al deportista desde las primeras etapas de su formación.

El sufrimiento físico.

En las especialidades de resistencia, hay un añadido de presión: el miedo al sufrimiento. El deportista que está próximo a hacer una travesía nadando, a realizar una etapa de ciclismo de más de 20 Km. con cinco puertos de montaña, a participar en un “Ironman” o a correr un maratón (valgan estos ejemplos) sabe que va a pasar varias horas en las que va a sufrir hasta límites extremos. Esto supone un añadido que puede incidir en su rendimiento, antes y durante la competición.

La incertidumbre del futuro.

Si el deportista apostó únicamente por el deporte y no se preocupó en adquirir una formación de estudios, llegando a su momento de máximo rendimiento, se puede encontrar con las dudas sobre lo que pueda suceder pasados unos años, cuando tenga que dejar la práctica en la alta competición. Estas dudas, también acaban aumentando la presión, que también igualmente ir en contra del rendimiento en sus mejores años.


Figura 3.- El sufrimiento físico resulta un factor añadido en la presión del deportista de resistencia.

Existen otros muchos elementos de presión que inciden en el rendimiento del deportista. Aquí se han presentado solamente algunos de los que, por experiencia, hemos ido viendo que frenaban las progresiones de atletas que no llegaron más alto, al haberse visto superados y por no haber sido capaces de gestionarlos.

Todo ello nos lleva a la conclusión sobre la necesidad de incluir una serie de valores dentro de la formación integral del deportista de resistencia que le permitan ir aprendiendo a gestionar, paulatinamente, todas esas circunstancias que se le van a presentar a lo largo de su vida deportiva. Si en los años de formación y desarrollo, se obvia esta faceta educativa, el solo hecho de entrenar mucho y muy bien, no será suficiente para que llegue a su máximo rendimiento y se puede quedar a medio camino.

Web personal: http://www.garciaverdugo.com

Bibliografía:

Buceta, J. (2004).: Estrategias Psicológicas para entrenadores de deportistas jóvenes. Madrid. Dykinson.

Dosil, J. (2004).: Psicología de la actividad física y del deporte. Madrid. McGraw Hill.

Enciclopedia Médica. (2004).: Pubertad y adolescencia. Medline Plus. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001950.htm.

Gallardo, I. (2000).: Valores morales del deporte. Fundación Asciende. http://www.fundacionasciende.com/publicaciones-de-fundacion-asciende/articulos.

García-Verdugo, M. (2015).: Curso on-line sobre entrenamiento dirigido hacia especialidades de resistencia en niños y adolescentes. Sin publicar. www.garciaverdugo.com.

García-Verdugo, M. (2007).: Resistencia y entrenamiento. Una metodología práctica. Barcelona. Paidotribo.

García-Verdug, M; Landa, L. (2005).: Atletismo 4. La preparación del corredor de resistencia. Madrid. RFEA.

García-Verdugo, M. (2005).: El deportista olímpico. ¿Formación o deformación?. Actas de la XXVIIII Sesión de la Academia Olímpica Española. Santiago. Fundación Compostela Deporte.

Garfield, A; Bennett, H. (1987).: Rendimiento humano. Barcelona. Martínez Roca.

Jaenes, J; Caracuel, J. (2005).: Maratón. Preparación psicológica para el entrenamiento y la competición. Almuzara.

Papalia, E; Feldman, R; Martorell, G. (2012).: Desarrollo humano. México D.F. McGraw Hill.