Elogio del Método OSMIN
Publicado 20 de enero de 2014, 14:02
Primero Marujita Díaz nos trajo a Dinio y ahora CUATRO nos trae a Osmin, un ex-militar cubano metido a entrenador personal o coach, que queda más cool. Lo cierto es que no le presté mucha atención al anuncio televisivo y, sólo al leer las notas de prensa y los airados quejidos de algunas asociaciones, se me dio por conocer al personaje y a su método, entre medias de mis lecturas antropológicas y una ruta urbana en bicicleta. Y mi diagnóstico es simple: tenemos ante nosotros un gran show -Gran Hermano te vigila- con los ingredientes necesarios para atraer al gran público. Una estrella ha renacido (completada su etapa americana) en la Hispania decadente.
Sin entrar en la parte de show business televisivo y de ingeniería social que caracteriza a estos programas culturales, sí sería de interés intentar analizar sucintamente los puntos centrales del método OSMIN, y valorar si éste es merecedor de los agravios y exabruptos recibidos. El pentálogo posmoderno de OSMIN se resume en lo siguiente: agua, pescado y ensalada; nada de sexo en treinta días; y la calle es tu gimnasio. Lo que quiere decir en romano palatino: dieta baja en calorías; sublimación del sexo en ejercicio; y entrenamiento al aire libre. Como la "dieta del cucurucho" pero al revés, vaya. Pues no me parece mal plan si tenemos en cuenta que nuestra especie no está adaptada para el consumo de alcohol ni el exceso de carbohidratos, y sí para el movimiento frecuente, sinónimo de gasto calórico, y las actividades al aire libre que, entre otros beneficios, nos garantizan una buena dosis de vitamina D. Es más, ante el exceso de individualismo y narcisismo propios de nuestra sociedad, un psycho-coach como Osmin es más que necesario para reencontrarnos con el tánatos que todos llevamos dentro y lograr, así, el equilibrio. Que se lo pregunten a Madonna o a Matt Damon, héroes posmodernos entrenados por Osmin.
Dice el gran Arsuaga que los neandertales se extinguieron porque, a igualdad en encefalización y desarrollo tecnológico, no llevaron la capacidad simbólica al punto al que los sapiens la hemos llevado. Yo creo que este exceso de simbolismo es el que va a llevar a la extinción, primero a la civilización y después a nuestra especie. No estaremos aquí para comprobarlo. Los estereotipos como Osmin, símbolos creados por el Zeitgest, son necesarios en cuanto acortan -cual heurístico- el camino entre lo abstracto y lo concreto, en este caso el de la salud a través de la actividad física y el ejercicio. Lo grotesco es que otro método más, con éxito garantizado en el corto plazo (30 días), nos retrotrae a lo más primitivo de nuestra especie pero, si no se reequilibra adecuadamente con el conocimiento y la tecnología generados desde las ciencias del ejercicio, no dejará de ser un circo, una moda pasajera, y un riesgo para la salud en el largo plazo, a pesar del acierto grosero de sus planteamientos. Me pregunto cuánto tiempo falta para que nos presenten a la versión femenina de Osmin...