Erecciones y Ejercicio
Publicado 10 de junio de 2013, 14:18
En una entrada anterior hablé de la hipotensión post-ejercicio (HPE), asociada al efecto agudo del entrenamiento de musculación, en mujeres con síndrome metabólico. Lo interesante de este estudio es que mientras el efecto hipotensor fue evidente inmediatamente después de la sesión y duró incluso hasta el día siguiente, en cambio, la actividad del sistema nervioso autónomo retornó a los niveles basales apenas una hora después de haber finalizado la sesión de entrenamiento. Este hecho no es banal ya que descarta la influencia de la actividad parasimpática en la posible vasodilatación asociada al ejercicio y apunta a otros mecanismos. Uno de estos mecanismos podría ser la liberación de óxido nítrico (ON) asociado al estrés por cizalla del endotelio capilar como consecuencia del incremento del flujo sanguíneo durante el ejercicio. Esta mayor disponibilidad de ON puede favorecer la vasodilatación del músculo liso por un mecanismo asociado a la mayor producción de guanosin monofosfato cíclico (GMPc).
El empleo de sustancias como el ON para inducir vasodilatación e, incluso broncodilatación
ya que el mecanismo es el mismo, no es nada nuevo. Queda para la historia la celebérrima charla del Dr. Brindley que mostró, ante una sala totalmente llena, una poderosa erección inducida por la inyección de un vasodilatador en el cuerpo cavernoso de su pene. Al margen de sus excentricidades, sus investigaciones favorecieron que años más tarde la empresa farmacéutica Pfizer comercializase un potente vasodilatador: el sildenafilo (Viagra). Lo curioso, y esto nos lleva a la HPE de nuevo, es que Pfizer estaba experimentando con esta sustancia para tratar inicialmente la hipertensión. El éxito del nuevo fármaco no se hizo esperar: estamos de acuerdo en que tratar la disfunción eréctil con una pastilla es mucho más atractivo que con un pinchazo. Los sucedáneos del sildenafilo tampoco se hicieron esperar en el mercado. Todos ellos tienen en común que actúan inhibiendo la actividad de la fosfodiesterasa tipo 5 que es la encargada de degradar el GMPc en el músculo liso del pene, prolongándose así de esta manera su acción.
La liberación de ON asociado al ejercicio físico como tratamiento no medicamentoso para la hipertensión es también un área muy fértil en la investigación en fisiología del ejercicio. Sin ir más lejos, mi colega aquí en la UCB, el Dr. Herbert Gustavo Simões, está trabajando mucho en esta área. Lo que no es tan conocido es el importante impacto que tiene el ejercicio sobre los mecanismos de vasodilatación asociados a la relajación del músculo liso del pene. De hecho, una de las recomendaciones más frecuentes en el tratamiento de la disfunción eréctil es la práctica de ejercicio de forma regular, además de eliminar el tabaco debido al efecto vasoconstrictor de la nicotina, entre otras recomendaciones. Pero, a diferencia de la HPE inducida por la sesión de musculación de nuestras pacientes con síndrome metabólico, sí debemos señalar el importante rol de la modulación parasimpática para lograr una buena erección, ya que la excitación sexual tiene un efecto directo claro sobre la actividad del sistema nervioso autónomo.