Estabilidad raquídea: El concepto de zona neutra en su aplicación a los programas de acondicionamiento físico saludable (fitness)

Publicado 9 de abril de 2013, 9:09

Estabilidad raquídea: El concepto de zona neutra en su aplicación a los programas de acondicionamiento físico saludable (fitness)

Tal como está adecuadamente fundamentado en el ámbito de la biomecánica, el sistema osteomuscular de los vertebrados es, fundamentalmente, una estructura inestable estabilizada por el sistema nervioso central (SNC) [3] y pese al intento de comprender y explicar esta relación mediante el estudio de la ingeniería, no parece que las hipótesis establecidas en torno a las teorías de estabilidad de la ingeniería sean apropiadas para estructuras viscoelásticas y con un sistema de control algo más complejo.

La zona neutra (ZN) es una zona de movilidad, cerca de la posición neutra de la articulación en el que las estructuras osteoligamentosas ofrecen resistencia mínima [1,2]. Es decir, la ZN podría considerarse una zona fisiológica ideal de movimiento y control del raquis lumbar, donde existe mínima tensión sobre las estructuras pasivas, con una óptima participación del subsistema activo y control neural. La zona elástica es la parte del rango de movimiento desde el extremo de la zona neutra hasta el límite fisiológico. El tamaño de la zona neutra cambia en presencia de lesión, degeneración articular y/o debilidad de la musculatura estabilizadora y es un indicador más sensible que el arco de movilidad angular para detectar la inestabilidad.

Además, precisamente también parece existir evidencias de que el sentido opuesto (es decir, la incapacidad de lograr mantener una adecuada capacidad de estabilización entorno a dicha zona fisiológica) puede suponer un importante factor de riesgo de lesión lumbar en cualquier población deportistas [1,2,4,5].

Panjabi (1992) se percató de que la estabilidad lumbopélvica se sustenta no sólo en la aportación de los elementos pasivos (discos intervertebrales, ligamentos, cápsulas articulares y articulaciones interapofisarias), sino también en elementos activos (músculos) y en una necesaria y adecuada necesidad de control por el sistema nervioso. Una disfunción de cualquiera de estos subsistemas puede producir o conducir a un problema de integridad del raquis que debe ser compensado por los demás subsistemas. Aunque actualmente se sigue trabajando en mejorar dicho modelo (incluyendo la relación y sinergia con el sistema de movilidad) creemos que la base de dicha hipótesis no contempla gran parte de la literatura e investigaciones sobre las que se han ido desarrollando los modelos biomecánicos de estabilidad y que se necesitará mayor investigación y evidencia sobre el mismo [12]

La comprensión y aplicación del concepto de ZN resulta clave para garantizar la estabilidad lumbar y proporcionar la base sobre la que desarrollar la capacidad de estabilización raquídea en los programas de acondicionamiento físico saludable. Su aplicación es un objetivo educativo y de entrenamiento de primer orden en la primera de fase de dichos programas, dada su relación con factores higienico-posturales en todas las actividades de la vida diaria (AVD) y vida diaria laboral (AVDL) que el sujeto realiza en su día a día, dado que la seguridad e integridad del raquis lumbar es garantizada en cualquier tarea donde la columna lumbar sea estabilizada activamente entorno a dicha ZN [11,13]

Como otras muchas cuestiones, este concepto de ZN es interpretado de distinta manera según el ámbito de aplicación, cuando en realidad debe ser contextualizada a la aplicación de concepto de estabilidad y considerando que no existe una “única” posición neutra, sino que existirá una “zona” ( en la curva de carga-desplazamiento de la columna vertebral) en la que el movimiento se producirá con una mínima resistencia por parte de las estructuras pasivas (con una óptima co-activación del sistema neuromuscular) y que los movimientos fuera de dicha zona requerirán mayores fuerzas por parte de dicho subsistema para resistir el movimiento (con lo que ello podría suponer para dichas estructuras y el potencial riesgo de lesión) el riesgo de lesión [1,2,6,7]

Sobre esta cuestión quizás deberíamos llamar la atención (de manera general y esperamos poder desarrollarlos en próximas entradas) al respecto de la importancia del adecuado “entrenamiento” del subsistema pasivo. Ello es poco tratado (en ocasiones incluso podríamos decir que mal-tratado) en el ámbito del fitness, algo que también sucede con el control motor, donde la atención se ha concentrado en el entrenamiento del subsistema activo (algo también que merece un capítulo aparte). La investigación actual nos llama la atención al respecto de la necesidad de concebir un estímulo óptimo para mantener y garantizar la salud e integridad de dicho subsistema pasivo, máxime cuando los estímulos a nivel de estas estructuras estarán condicionados por las propias características biológicas en relación a su capacidad de respuesta-adaptación (umbral tolerancia, deformación, resistencia, etc…) y que es posible que dicho sistema estabilizador pasivo se vuelva más importante con el paso de los años en la salud raquídea [8,9,10]

Otras entradas de interés sobre la cuestiónir


Juan Ramón Heredia / Guillermo Peña / Victor Segarra

IICEFS



Referencias bibligráficas

1. Panjabi, M.M. (1992a). The stabilizing system of the spine. Part 1. Function, dysfunction, adaptation, and enhancement. Journal of Spinal Disorders, 5(4), 383-389.

2. Panjabi, M.M. (1992b). The stabilizing system of the spine. Part 2. Neutral zone and instability hypothesis. Journal of Spinal Disorders, 5(4), 390-396.

3. Gractovesky S. (2007) Movement, Stability and Lumbopelvic Pain: Integration of Research and Therapy Churchill Livingstone Elsevier

4. Kolber, M.J.; Beekhuizen, K. (2007). Lumbar stabilization: An evidence-based approach for the athlete with low back pain. Strength & Conditioning Journal, 29 (2), 26-37.

5. McGill S.M (2007). Low Back Disorders: Evidence Based Prevention and Rehabilitation (2nd ed). Champaign, IL: Human Kinetics, Publishers

6. Panjabi, M.M. (2003). Clinical spinal stability and low back pain. Journal of Electromyogrpahy & Kinesiology, 13(4), 371-379.

7. Maduri A , Pearson BL, Wilson SE (2008). Lumbar-pelvic range and coordination during lifting tasks. JournaL ElectromyographY & Kinesiology, 18(5), 807-814

8. Nachemson AL The lumbar spine-an orthopaedic challenge. Spine. 1976, 1. P. 59-71

9. Parnianpour M, Bejjani FJ, Pavlidis L Worker Training: the fallacy of a single, correct lifting technique. Ergonomics 1987, 30. P 331-334

10. Liehmon W (2001) Exercise prescription and the back. McGraw-Hill.

11. Scannell, J.P., and McGill, S.M. (2003) Lumbar posture – should, and can, it be modified? A study of passive tissue stiffness and lumbar position in activities of daily living. Phys. Ther., 83(10): 907-917

12. Hoffman J, Gabel P: Expanding Panjabi´s stability model to express movement: A theoretical model. Medical Hipoteheses. In press April 2013

13. Colado JC, Chulvi I, y Heredia, JR (2008) Criterios para el diseño de los programas de acondicionamiento muscular desde una perspectiva funcional. En: Ejercicio físico en salas de acondicionamiento muscular: bases científico-médicas para una práctica segura y saludable. Rodríguez PL, ed. Madrid: Panamericana. pp 154-167


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