La Memoria del Músculo

Publicado 11 de noviembre de 2013, 18:35

La Memoria del Músculo

Recuerdo que tenía unos doce o trece años cuando mi querido entrenador, Manolo Rotea (E.P.D.), me dijo aquello de la “memoria del músculo”. Obviamente, no debí de entender muy bien a qué se refería con aquello. Ese tipo de expresiones, para el que no estudió y sólo tiene la experiencia vivida, no van mucho más allá del mero lenguaje simbólico y metafórico que el maestro dedica a sus discípulos. Llevaba poco tiempo entrenando con él y sólo con el comienzo de cada nueva temporada empecé a experimentar, que no entender, aquello de la “memoria del músculo”. Así, por ejemplo, si el primer test de salto horizontal después de las vacaciones mejoraba de 2,70 a 2,80 metros, sólo en un par de sesiones, era gracias a esa prodigiosa memoria. Ya cuando más adelante estudié Ciencias de la A.F. y el Deporte, empecé a conceptualizar mejor aquella experiencia, principalmente desde el área del aprendizaje motor. Entre otras cosas, aprendí que la memoria motriz es menos flaca que la conceptual. De hecho, hasta transformé este conocimiento en tecnología, una vez que me olvidé de la clave de una tarjeta de crédito que no utilizaba mucho y que conseguí digitar sin tener que recordar el número, sólo el movimiento de los dedos.

Pero ese elefante que nosotros, ciegos, queremos estudiar, es algo más que la suma de las partes, como muy bien ilustró en su clase inaugural sobre metodología del rendimiento, el Prof. Martín Acero. Así, esa memoria que mereció ser explicada por el sabio ciego del control motor, bien pudiere ser explicada por uno de los otros ciegos, verbigracia, el ciego de la genética. Y eso mismo es lo que ha pasado con un artículo muy reciente en “The Journal of Physiology”. En este trabajo con modelo animal, los investigadores incrementaron el número de núcleos en un 66%, y la sección transversal del músculo en un 77%, con la administración de testosterona durante 14 días en ratas. Mientras la sección transversal volvió a los niveles iniciales en apenas tres meses después de cesar el tratamiento, el número de núcleos permaneció elevado hasta ese momento, lo que representa aproximadamente un 10% de la vida de los animales. En este punto, los animales que entrenaron ejercicios con sobrecarga por 6 días en los músculos con sobre-expresión de núcleos, experimentaron un incremento del 31% de la sección transversal, mientras que no hubo cambios en los músculos control. Esto es, con este trabajo se sugiere que la expresión de núcleos puede tener un efecto memoria en los procesos hipertróficos del tejido muscular, con lo que estaríamos añadiendo una pieza más al rompecabezas de los procesos anabólicos que ya comentamos en dos entradas anteriores (1, 2).

Aunque quedaría por verificar estos hallazgos en atletas y con diferentes tipos de estímulos para examinar la respuesta anabólica endógena, parece que, además de la contribución neuromuscular a la “memoria del músculo”, habría que considerar también ahora aspectos genéticos asociados a procesos anabólicos. En la práctica, esto podría explicar esa facilidad que tienen algunos individuos para ganar masa muscular en pocas sesiones o semanas, especialmente aquellos que tienen más experiencia entrenando (con o sin ayuda de anabólicos administrados exógenamente). Desde el punto de vista de la salud, tal y como apunta el artículo, este hallazgo refuerza aún más el papel importante del entrenamiento regular en la edad adulta para garantizar un cierto factor de protección, desde el punto de vista muscular, en la vejez, ya que la sarcopenia es probablemente una de las características fenotípicas propias del proceso de envejecimiento que más consecuencias negativas pueden tener en la morbi-mortalidad y la calidad de vida de las personas.


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