​Las fibras musculares y sus mioquinas específicas. De ejercinas hasta exerkinas, desde la salud hasta la enfermedad

Publicado 15 de septiembre de 2019, 7:30

​Las fibras musculares y sus mioquinas específicas. De ejercinas hasta exerkinas, desde la salud hasta la enfermedad

Si hay algo que ha impactado fuertemente en la comunidad científica dedicada al estudio del tejido muscular es el descubrimiento de las denominadas mioquinas (MQ). Estas moléculas proteicas lo ponen al músculo en el territorio endocrino, mostrándolo como una verdadera glándula secretora de factores con efecto autocrino, paracrino y endocrino. Así por caso, se le atribuyen a estas MQ, en general, un control sobre el metabolismo muscular, en la inflamación y sobre la producción de mitocondrias y nuevos capilares, entre otras acciones. Pero tambiénse sabe que participan directamente sobre el crecimiento muscular, sobre diferentes patologías y en el envejecimiento.

Bastante se investiga en la actualidad sobre estas moléculas al vérselas asociadas en su producción y liberación a la situación de ejercicio, motivo por el cual se advierte que ello puede ser un medio muy eficaz para accionar sobre diferentes órganos y tejidos que se presentan con ciertas patologías, pero no solo teniendo una acción curativa sino también preventiva. En este aspecto, vale tener en consideración que así como la masa muscular puede crecer por la asociación de ejercicios específicos con el consumo de proteínas aumentado, también se reduce por enfermedades crónicas, cáncer, SIDA, EPOC y nada poco importante, por malnutrición y ayuno (Furrer R., Handschin C. Muscle wasting diseases: novel targets and treatments. Annu. Rev. Pharmacol. Toxicol. 2018).

Reducir masa muscular implica perder continente y contenido, porque así como se eliminan proteínas sarcoméricas también se van las que conforman organelas, entre ellas las mitocondriales. Al reducirse el número y tamaño de estas, la falla energética se establece por la incapacidad para resintetizar, en tiempo y forma, el ATP que se va consumiendo, lo que acaba por mostrar fatiga aumentada en las personas (VanderVeen B. N., et al. Disrupted skeletal muscle mitochondrial dynamics, mitophagy, and biogenesis during cancer cachexia: a role for inflammation. Oxid. Med. Cell. Longev. 2017).

En lo que a patologías se refiere, no hay dudas que el cáncer tiene un efecto muy agresivo sobre el tejido muscular, reduciéndolo directa e indirectamente en forma significativa. Considerar acá intervenir con estímulos que controlen la atrofia muscular es un imperativo, algo que quedó claramente evidenciado al mostrarse que operar sobre la masa muscular con entrenamientos direccionados a evitar su deterioro, llevaba implícito generar moléculas con impacto antiatrófico al producirse algunas de acción autocrina. En este aspecto, Gannon y colegas advierten algo notable como es que ciertas MQ liberadas por el músculo tenían capacidad para actuar sobre ciertas células cancerosas (Gannon N. P., et al. Effects of the exercise-inducible myokine irisin on malignant and non-malignant breast epithelial cell behavior in vitro. Int. J.Cancer 2015)

Dentro de ellas Hojman había advertido unos años antes sobre aquellas que son capaces de frenar el crecimiento celular del cáncer de mama in vitro, como es el caso de la denominada oncostatina M, justamente una MQ anticancerosa (Hojman P., et al. Exercise-induced muscle-derived cytokines inhibit mammary cancer cell growth. Am. J. Physiol. Endocrinol. Metab 2011).

Varios investigadores recientemente han dado evidencia de algo notable para los que trabajan en el territorio del ejercicio y buscan a través de él un incremento del rendimiento y también de la salud. Así por ejemplo Subbotina y colegas mostraron lo que unos años antes confirmaba Banzet y colegas (Banzet S., et al. . Musclin gene expression is strongly related to fast-glycolytic phenotype, 2007). Ellos advirtieron que ciertas MQ se secretaban específicamente por determinadas fibras musculares específicas, como es el caso de la musclina, liberada por las fibras rápidas tipo IIa (Subbotina E., et al. Musclin is an activity-stimulated myokine that enhances physical endurance. Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 2015) . La musclina ha mostrado incrementarse sensiblemente tras el ejercicio y deprimirse en situación de reposo. Diferentes estudios admiten que esta MQ mejora en la tolerancia al ejercicio al incrementar la biogénesis mitocondrial, la angiogénesis, la lipólisis y mejorando el metabolismo de la glucosa, reconociéndosele un rol muy importante en la resistencia a la insulina y en la obesidad. No menor es el rol descubierto a la angiogenina y la osteoprotegerina a las que se las ha visto ser factores de comunicación entre órganos, al punto de poder modular la función y la supervivencia de las células beta-pancreáticas. Esto es, las fibras rápidas liberan estas MQ pudiendo controlar a través de ellas el funcionamiento del páncreas en su producción y liberación de insulina, garantizando el control que sobre las células beta tienen las citoquinas proinflamatorias (Rutti S. et al.. Angiogenin and Osteoprotegerin are type II muscle specific myokines protecting pancreatic beta-cells against proinflammatory cytokines 2018). Este eje músculo-páncreas, de regulación directa de la glucemia y el metabolismo de la glucosa por parte de la masa muscular, fue descrito en su función hace ya algunos años por Bouzakri y su equipo de trabajo (Bouzakri K, et al. Bimodal effect on pancreatic beta-cells of secretory products from normal or insulin-resistant human skeletal muscle. Diabetes. 2011).

Otras MQ también tienen su predilección para producirse y liberarse desde fibras específicas. De mencionar acá es que se reconoce la conexión del músculo con el hígado y también con el tejido adiposo, ejes estos que se aprecian asociados a través de fibras lentas, las que producen la denominada mionectina. Este vínculo une el músculo esquelético con la homeostasis lipídica en el hígado y el tejido adiposo en respuesta a las alteraciones en el estado de energía, mostrando así un circuito metabólico mediado por la mencionada MQ, como lo demostraron Seldiny colegas (Seldin M. M., et al. Myonectin (CTRP15), a novel myokine that links skeletal muscle to systemic lipid homeostasis. J. Biol. Chem. 2012).

Justamente por esta diferenciación de las MQ de ser secretadas por distintas fibras musculares, es que algunas han pasado a ser propuestas en su denominación como exerkinas derivadas de los músculos (Safdar A., Tarnopolsky M. A. Exosomes as mediators of the systemic adaptations to endurance exercise. Cold Spring Harb. Perspect. Med. 2018). Ello porque son inducidas por la actividad física, y lo más interesante es que algunas de ellas se observan de preferencia de ser liberadas a través de tipos específicos de ejercicios. De allí que cuando el mismo estimula su producción y liberación generando su tránsito a través de los ejes mencionados anteriormente (el músculo con hígado, páncreas y tejido adiposo, entre otros), Safdar y Tarnopolsky proponen que ese conjunto de moléculas reunidas bajo la denominación genérica de MQ (son mas de 3000), sean denominadas como ejercinas ya que el ejercicio las potencia en producción y liberación.

Parece prudente comprender que a esta altura del conocimiento científico sobre lo que en verdad es el tejido muscular, su protección es la de mantenerlo activo, cumpliendo con ejercitaciones precisas, diferenciando los modelos fibrilares desde lo estructural, desde lo contráctil, lo energético y lo molecular. Pero también desde las MQ que produce, porque todo parece indicar que la calidad de nuestra salud está albergada en su intimidad y no considerarlo debidamente suena bastante a masoquismo.