​Obesidad y deterioro del tejido muscular

Publicado 3 de enero de 2018, 13:22

​Obesidad y deterioro del tejido muscular

Las diferentes formas de intervención: entrenamiento de fuerza, aeróbico, dieta hipocalórica o aporte proteico aumentado. Qué informa la ciencia al presente.

Jorge Roig (diciembre 2017)

El proceso de envejecimiento ofrece dos patologías que parecen compartir algunas vías etiológicas comunes, ellas son la sarcopenia y la obesidad, tal como se han manifestado a través del consenso de sarcopenia, caquexia y pre caquexia (Muscaritoli M. Consensus definition of sarcopenia, cachexia and pre-cachexia: joint document elaborated by Special Interest Groups (SIG) “cachexia-anorexia in chronic wasting diseases” and nutrition in geriatrics. Clin Nutr. 2010). Ambas, por separado, ya plantean un riesgo en sí mismas para la salud de las personas mayores, pero también se admite que en combinación, estado definido como obesidad sarcopénica (OS), aumentan sinérgicamente el riesgo, potenciando la discapacidad en las personas que las padecen (Chodzko-zajko WJ, et al. American College of Sports Medicine position stand. Exercise and physical activity for older adults. Med Sci Sports Exer. 2009).
Analizando el impacto de la acumulación de grasa en el cuerpo, hay evidencia de que los depósitos de tejido adiposo visceral producen adipoquinas pro inflamatorias, la que se manifiesta a manera de un proceso definido como “inflamación crónica de bajo grado”, la que es característica de la obesidad. De sumo interés es conocerse que esto tiene un efecto catabólico sobre la masa muscular (Lee JSW, Auyeung TW, Kwok T, Lau EMC, Leung PC, Woo J. Associated factors and health impact of sarcopenia in older Chinese men and women: a cross-sectional study. Gerontology. 2007). De esta manera, los sujetos obesos son más susceptibles al catabolismo muscular, proceso agravado si además se está bajo restricción de energía.
Analizando las cuestiones nutricionales en el abordaje de la OS, varios son los trabajos científicos que documentan que toda pérdida de peso, intencional o no, promueve la sarcopenia, la que a su vez arrastra la de masa ósea y, no menos preocupante, conlleva a deficiencias nutricionales. Relativamente a lo anterior, se estima que aproximadamente el 25% de la merma de peso lograda con dietas hipocalóricas representa pérdida de músculo (Bartali B, et al. Low nutrient intake is an essential component of frailty in older persons. J Gerontol A Biol Sci Med Sci. 2006). Sumado a esto, también se ha documentado que la recuperación de peso después del desgaste del mismo es predominantemente por aumento en la masa grasa y no de la masa muscular, lo que ha conducido a afirmar que las fases repetidas de pérdida y recuperación pueden producir o exacerbar la OS (Lee JSW, dt al. Associated factors and health impact of sarcopenia in older Chinese men and women: a cross-sectional study. Gerontology. 2007)
En un trabajo reciente de Price y colegas, analizando el vínculo entre el consumo reducido de proteínas y el rendimiento en los sujetos viejos, los autores advierten una asociación entre la ingesta inadecuada de proteínas y el peor rendimiento físico en adultos mayores (Price R, Daly F, Pennington CR, Mcmurdo MET. Nutritional supplementation of very old people at hospital discharge increases muscle strength: a randomized controlled trial. Gerontology. 2005).
Respecto de lo anterior, se ha demostrado en estudios epidemiológicos que las personas mayores requieren un consumo proteico incrementado para estimular la síntesis de proteínas de la que necesitan los más jóvenes. Y tratándose de personas ya diagnosticadas con sarcopenia, la recomendación de ingesta proteica es de al menos 1,5g/kg peso corporal/día, lo que representa hasta un 30% de la ingesta total de energía diaria (Rhoden EL, Morgentaler A. Medical progress – risks of testosterone-replacement therapy and recommendations for monitoring. N Engl J Med. 2004).
Observando en conjunto a la OS, dos factores que hacen al estilo de vida juegan un papel importante en su desarrollo, ellos son el ejercicio físico y la nutrición. En este punto, lo publicado hasta el presente, mayoritariamente, ha dado muestras que la investigación actual se ha centrado, tal como lo refiere Mathus-Vliegen, principalmente en el análisis de los riesgos cardiovasculares y no en los aspectos funcionales (Mathus-Vliegen EM. Obesity and the elderly. J Clin Gastroenterol. 2012). Justamente es ello lo que le ha restado espacio al estudio de la masa muscular y su eventual deterioro por envejecimiento e, incluso, en situaciones de salud adversas en edades más tempranas de la vidad, algo que no pocos, al presente, advierten y comienzan a poner sus observaciones en estas últimas cuestiones. Y aquí hay varios trabajos de intervención que muestran actualmente un camino bastante distante al tradicional, o sea aquel de prescribir restricción alimentaria con ejercicios que se enrolan dentro de los denominados aeróbicos. Hoy el entrenamiento de fuerza y el aporte especial de nutrientes va ganando espacio en las indicaciones, como se verá.
Tratando la problemática desde el ejercicio y la suplementación de nutrientes, varias revisiones han resumido la evidencia en intervenciones que combinan ejercicio y suplementos nutricionales en personas mayores con sarcopenia. En este aspecto y en cuanto al programa de actividades asociado a la suplementación, hay consenso en muchos de ellos de que el entrenamiento de fuerza junto con el aporte de proteínas, principalmente en forma de proteína de suero de leche o caseína, asociado o no a aminoácidos, proporciona efectos beneficiosos sobre la función muscular y/o el tamaño del músculo (Malafarina V, et al. Effectiveness of nutritional supplementation on muscle mass in treatment of sarcopenia in old age: a systematic review. J Am Geriatr Soc. 2013; Pedersen AN, Cederholm T. Health effects of protein intake in healthy elderly populations: a systematic literature review. Food Nutr Res. 2014). Otros estudios de intervención también han avalado al entrenamiento de fuerza en las personas mayores con sarcopenia. Tal el caso del concretado por Montero-Fernandez y colegas, donde afirman que el entrenamiento de fuerza progresivo mostró efectos positivos sobre el tamaño muscular, la tasa de síntesis de proteínas, la función neuromuscular, la sensibilidad a la insulina y la inflamación (Montero-Fernandez N, Serra-Rexach JA. Role of exercise on sarcopenia in the elderly. Eur J Phys Rehabil Med. 2013)
En una revisión reciente de Weinheimer y colegas, en la que analizaron trabajos sobre los efectos separados y combinados de la restricción energética y el ejercicio sobre la masa libre de grasa, tanto en adultos de mediana edad como en mayores, los mismos mostraron que la adición de ejercicio a la restricción energética atenuó claramente la pérdida de masa libre de grasa (Weinheimer EM, et al. A systematic review of the separate and combined effects of energy restriction and exercise on fat-free mass in middle-aged and older adults: implications for sarcopenic obesity. Nutr Rev. 2010). Y también merece tenerse en cuenta acá el trabajo de Witham y Avenell, quienes informaron que intervenciones combinadas de dietas hipocalóricas y actividad física tenían efectos modestos sobre el peso corporal, resaltando que incluso estos cambios no se tradujeron en mejoras en los factores de riesgo cardiovascular o en el control glucémico (Witham MD, Avenell A. Interventions to achieve long-term weight loss in obese older people: a systematic review and meta-analysis. Age Ageing. 2010)
Otra revisión reciente de Miller observó los efectos del ejercicio a la restricción energética en comparación con la restricción energética sola, estudiando varios grupos por edad. Así vieron que en poblaciones de mayor edad, el ejercicio adicional proporcionó beneficios con respecto a los factores de riesgo cardiovascular, la preservación de la masa magra y la fuerza muscular en comparación con la restricción energética sola (Miller CT, et al. The effects of exercise training in addition to energy restriction on functional capacities and body composition in obese adults during weight loss: a systematic review. PLoS One. 2013).
Finalizando, porque en verdad hay muchísimo para documentar al respecto, destaco otro trabajo, en esta oportunidad de Vincent y su equipo, quienes suman un aporte más a la opción del entrenamiento de fuerza en combinación con una intervención nutricional proteica para la pérdida de peso ,con efectos positivos sobre la función muscular y una reducción significativa de la grasa corporal (Vincent HK, et al.. The aging musculoskeletal system and obesity-related considerations with exercise. Ageing Res Rev. 2012).

Para reflexionar…