Osteoporosis: el ejercicio físico como aliado de tus medicamentos

Publicado 18 de octubre de 2013, 8:12

Osteoporosis: el ejercicio físico como aliado de tus medicamentos

Autor: Carlos Lloret Michán

Tras consultar la literatura especializada sobre la osteoporosis encontramos una gran cantidad de información relacionada con todos aquellos aspectos bio-médicos que determinan su naturaleza (epidemiología, etiología, diagnóstico, prevención, etc.). En este sentido, se hace necesario diferenciar dos procesos que están muy relacionados: osteopenia y osteoporosis. La primera es el paso previo, la antesala de la osteoporosis, y cuyo diagnóstico se determina cuando la densidad mineral ósea (DMO) está más de una desviación estándar por debajo de los valores de adultos jóvenes de referencia pero menos de 2,5 DE (T-Score <-1 y >2,5 DE) [1]. Sin embargo, la osteoporosis per se es un trastorno esquelético sistémico caracterizado por masa ósea baja y deterioro de la micro-arquitectura del tejido óseo, con el consecuente incremento de la fragilidad ósea y una mayor susceptibilidad a las fracturas [1]. Según la OMS es una situación en que la masa ósea, medida con técnicas densitométricas, refleja valores de T-Score inferiores a –2´5 [16].

“Carlos cariño, a ver si me explicas qué me ha dicho el médico, que yo no lo entiendo. Dice que tengo osteopenia. Que mis huesos se están debilitando y que tengo que tomar calcio y no sé qué más”. Esta es mi madre, una muestra absolutamente ínfima pero muy real de ese grupo de personas que sufren los efectos colaterales de la menopausia, y que empiezan a preocuparse por una realidad que, hasta entonces, les era absolutamente desconocida, al menos en la práctica.

“Déjame ver la receta... Calcio (1000 mg/dia) + Vitamina D (400 UI/dia)… Estrógenos (0,625 mg/dia) + Calcitonina (100 UI/dia)… ¿ya está?, ¿No te ha dicho que hagas ningún tipo de actividad, que consultes a un profesional del ejercicio físico?...”

En la mayoría de la documentación disponible encontramos criterios de actuación que contemplan estrategias de intervención combinada, farmacológica y no farmacológica. Dentro de éstas últimas se encuadraría la práctica de ejercicio físico como medio para inducir aquellos estímulos mecánicos que provocan osteogénesis trabecular. En esta entrada queremos centrar la atención en dicha intervención a través del ejercicio físico, intentando comprender qué nos descubren las evidencias científicas acerca de su utilización y sus posibles beneficios y, de esta manera, sentar las bases sobre las que, posteriormente, diseñar una propuesta de actuación fundamentada.

La terapia de reemplazamiento hormonal mediante la administración de estrógenos, actualmente considerada el tratamiento por excelencia para la osteoporosis [2], no es la única alternativa a este problema. Hay otro tipo de tratamientos que ofrecen beneficios similares para aquellas mujeres en riesgo de sufrir osteoporosis. Éstos incluyen ejercicio muscular contra resistencia y suplementos nutricionales de calcio y vitamina D, cuyo objetivo es reducir la pérdida de tejido óseo y fomentar la síntesis del mismo.

Por lo tanto, el tratamiento debería provocar una modificación del estilo de vida y un incremento en la práctica regular de ejercicio físico, el cual tiene una influencia neurológica directa, que produce cambios a nivel vascular y del flujo sanguíneo, asociados al estímulo del ejercicio o, dicho de otra forma, a la tensiónmecánica y muscular necesaria para soportar las cargas de ejercicio [3].

La combinación de tratamiento farmacoterápico y no farmacoterápico es vital para el éxito del tratamiento clínico de la osteopenia y la osteoporosis [4]. Comparado con la terapia de reemplazamiento hormonal, el ejercicio físico afecta a múltiples sistemas y, por lo tanto, puede ser una opción alternativa, ya que son varios los estudios que han mostrado sus beneficios sobre esta enfermedad a través de diversos mecanismos fisiológicos [5].

Actualmente, numerosos estudios están poniendo en tela de juicio el tratamiento aislado de esta enfermedad mediante la simple ingesta de calcio y vitamina D, con el objetivo de reducir el riesgo de sufrir una fractura [6, 7, 8]. En dichos estudios se puede observar una marcada tendencia al aumento de la DMO en aquellos sujetos que llevaron a cabo tratamientos combinados de ejercicio físico, administración de calcio y vitamina D, lo cual no parece suceder en aquellos sujetos que solo ingerían estas sustancias sin llevar a cabo paralelamente una actividad física programada.

Al respecto de la prevención de fracturas, sabemos que existen suficientes evidencias científicas sobre los mayores efectos beneficiosos para la DMO cuando dichas estrategias farmacológicas son utilizadas en combinación con ejercicios contra resistencia o actividades que provocan cierto estrés mecánico sobre el tejido óseo, que cuando se utilizan de forma aislada [5, 10].

Los mecanismos por los que el ejercicio físico regular, sistematizado y bien programado provoca este efecto sinérgico y beneficioso sobre la prevención de la osteoporosis aparecen descritos en buena parte de la literatura. En este sentido, ha sido evidenciada la importancia de la especificidad de la carga, es decir, los medios y la metodología utilizados en el entrenamiento de fuerza. Éste, basado en estímulos físicos moderados a intensos con pequeñas repeticiones, junto con multisaltos, provoca en todas las estructuras corporalesun estrés mecánico mayor que aquel inherente a las actividades de la vida diaria [11].

Siguiendo estas premisas, se ha inferido que dichos estímulos físicos aplicados de forma específica y controlada tienen influencia sobre el tejido óseo, el cual es sensible al estrés provocado por impactos de moderada a alta intensidad. Esto contribuye a la deformación transitoria del hueso necesaria para suministrar una cantidad de estrés mecánico suficiente para estimular el crecimiento de nuevo tejido óseo [12].

Además del efecto osteogénico local provocado por dichos estímulos, se ha de tener en cuenta el efecto positivo que los mismos tendrán sobre los niveles de fuerza del sujeto, el equilibrio y su coordinación, lo cual finalmente redundaráen minimizar el riesgo de caída y, por lo tanto, reducirá la probabilidad de sufrir fracturas [13 , 14].

La prescripción de la dosis de ejercicio específica será fundamental de cara a conseguir efectos satisfactorios, con todas las variables que ello conlleva (intensidad, volumen, densidad, selección de ejercicios, y progresión metodológica). Intentar dar luz a dicho proceso prescriptivo ocupará las líneas de próximas entradas. No obstante, nos parece adecuado destacar a este respecto un reciente estudio que ha comparado el impacto de dos tipos de actividades sobre la DMO, concretamente en la columna lumbar, región anatómica con una especial incidencia de fracturas, junto con la cabeza femoral, en población postmenopáusica [15]. El mismo determinó que caminar (8.000 pasos/día, 4 días/semana durante un año)incrementó modestamente la DMO de dicha región, mientras que actividades con impactos repetidos junto con ejercicios de alta intensidad (dosis media: 2 series/día, 3 días/semana) provocaron un incremento significativo de la misma.

Parece claro, a tenor de lo que la Ciencia nos descubre, que el ejercicio físico es fundamental en la lucha contra esta enfermedad. Esto debe suponer un llamamiento a la responsabilidad de los profesionales del ejercicio físico y la salud. Tenemos en nuestro poder una “medicamento” muy potente, claramente infrautilizado, y en nuestras manos la posibilidad de manejar los elementos y variables de los que éste depende de cara a mejorar la salud de la población.

Autor: Carlos Lloret Michán

Referencias bibliográficas.

1.NIH Consensus Development Panel on Osteoporosis Prevention, Diagnosis and Therapy (2001). JAMA; 285:785-95.

2.Benton MJ, White A. Osteoporosis: Recommendations for resistance exercise and supplementation with calcium and vitamin D to promote bone health. J Community Health Murs. 2006;23(4):201-11.

3.Aubertin-Leheude M, Lord C, Labonte M, Khalil A, Dionne IJ. Relationship between sarcopenia and fracture risks in obese postmenopausal women. J Women Aging. 2008;20(3-4):297-308

4.Sinaki M. Nonpharmacologic interventions exercise, fall prevention, and role of physical medicine. Clin Geriatr Med. 2003;19(2):337-59

5.Chilibeck PD, Cornish SM. Effect of estrogenic compounds (estrogen or phytoestrogen) combined with exercise on bone and muscle mass in older individuals. Applied Physiology, Nutrition and Metabolism. 2008;33(1):200-12.

6.Molina E, Decaud P, Bustamante I, León-Prados JA, Otero FM, González-Jurado, JA. Variation of bone mineral density induced by exercise in postmenopausal women. Rev Int Med Cienc Act Fís y Dep. 2013 vol X; num10.

7.Spangler M, Phillips BB, Ross Mb, Moores KG. Calcium supplementation in postmenopausal women to reduce the risk of osteoporotic fractures. Am J Health Syst Pharm. 2011;68(4):309-18.

8.Tang BM, Eslick GD, Nowson C, Smith C, Bensoussan A. Use of calcium or calcium in combination with vitamin D supplementation to prevent fractures and bone loss in people aged 50 years and older: a meta-analysis. Lancet. 2007;370(9588):657-66

9.Taranta A, Brama M, Teti A, De Luca V, Scandurra R, Spera G, et al. The selective estrogen receptor modulator raloxifene regulates osteoclast and osteoblast activity in vitro. Bone.
2002;30(2):386-76

10.Villareal DT, Binder, EF, Yarasheski KE, Williams DB, Brown M, Sinacore DR, et al. Effects of exercise training added to ongoing hormone replacement therapy on bone mineral density in frail elderly women. J Am Geriatr Soc. 2003;51(7):985-90

11.Beck BR, Snow CM. Bone health across the lifespan – Exercising our options. Exerc Sport Sci Rev. 2003;31(3):117-22

12.Turner CH, Robling AG. Designing exercise regimens to increase bone strength. Exerc Sport Sci Rev. 2003;31(1):45-50.

13.De Matos O, Da Silva DJL, De Oliveira JM, Castelo-Branco C. Effect of specific exercise training on bone mineral density in women with postmenopausal osteopenia or osteoporosis. Gynecol Endocrinol. 2009;25(9):616-20

14.Russo, CR. The effects of exercise on bone. Basic concepts and implications for the prevention of fractures. Clinical Cases in Mineral and Bone Metabolism. 2009;6(3):223-228

15.Iwamoto J. Effects of Physical Activity on Bone: What type of physical activity and how much is optimal for bone health? J Osteopor Phys Act. 2013; 1:1

16.WHO assessment of fracture risk and its application to screening for postmenopausal osteoporosis. WHO technical report series 843, Geneva, Switzerland; 1994.