Pensando el ejercicio físico para la salud
Publicado 21 de enero de 2014, 21:31
En las últimas décadas, se ha documentado a través de varias evidencias científicas (Harmer et al. 2008; Brown et al. 2002; Mata Ordoñez et al. 2013; Stensvold et al. 2011) una infinidad de beneficios físicos, psíquicos y sociales del ejercicio físico sobre la salud humana, particularmente en toda aquellas población que padece enfermedades crónicas no transmisibles como, la obesidad, hipertensión arterial, dislipemia, diabetes, cardiopatía isquemica, etc. Todos estos avances, invitan a pensar y a considerar al ejercicio físico como una de las principales herramientas para el tratamiento de muchas patologías cardiovasculares (prevención secundaria) y/o personas con factores de riesgo cardiovascular (prevención primaria).
El ejercicio físico para la salud, puede ser caracterizado como un conjunto de movimientos voluntarios, programados, sistematizados e intencionalizados en busca de adaptaciones biológicas tanto agudas como crónicas: descenso de la presión arterial, colesterol total, LDL, glucemia, tejido graso, entre otras. Estos beneficios, solamente podrán ser obtenidos a través de una correcta programación, periodización y planificación del ejercicio.
De otra manera, todo movimiento voluntario que realice una persona y que no posea todas las características anteriormente mencionadas, difícilmente pueda alcanzar los mismos resultados, a este tipo de práctica la definimos como actividad física. Este concepto, podría quedar claramente graficado, cuando los profesionales de la salud luego de haber observado, revisado, estudiado y analizado a sus pacientes, le indican como parte del tratamiento a realizar: una caminata de suave a moderada todos los días de la semana cómo mínimo de media hora de duración, o peor aun, se involucran en campos disciplinares que no le corresponden y por lo tanto le “prescriben” la práctica, recurriendo para ello a una inexistente o escasa formación y en el área del entrenamiento físico, invadiendo de esta manera disciplinas que sí son las especificas. Para contrarrestar esta visión tan simplista de la fisiología del ejercicio, en los últimos años, se ha avanzado de manera sorprendente sobre las adaptaciones biomoleculares del ejercicio físico programado, tanto a nivel cardíaco, vascular, muscular, como metabólico. Todos ellos, potenciando en su conjunto el funcionamiento de los distintos sistemas.
Es de saber, que como objetivo general, todos los programas de ejercicio físico supervisados y programados por un profesional idóneo en el área de la fisiología del ejercicio, toman como premisa el aumento y la mejora de los componentes de la aptitud física (flexibilidad, fuerza muscular, capacidad cardiorespiratoria y composición corporal) de las personas que lo realizan, ya sean: sanas, con algún factor de riesgo o con patologías cardiovasculares. La mejora se puede cuantificar a través de la evaluación de uno de sus componentes como el consumo de oxígeno máximo, el aumento de este parámetro tiene una fuerte asociación con la disminución de la morbilidad y mortalidad cardiovascular a futuro, Como lo han demostrado los estudios de: Kokkinos et al, 2010; Suaya et al, 2009; Blair et al, 2006; Chong Do, et al, 2007. Myers et al, 2002.
Es por eso, que los profesionales del ejercicio, pedimos imperiosamente a cada uno de los agentes de salud que trabajen en esta área, ocupen su lugar correspondiente en relación a sus competencias en el tratamiento multidisciplinar que les podemos ofrecer a nuestros alumnos.
Prof. Esp. Santa María, Matías Agustín (UNLP)