Recambio proteico y necesidades en poblaciones de edades avanzadas

Publicado 26 de enero de 2019, 15:55

Recambio proteico y necesidades en poblaciones de edades avanzadas

A diferencia de los carbohidratos (almacenados como glucógeno) y de las grasas (depositadas como triglicéridos), las proteínas no tienen la posibilidad de ser situadas en algún reservorio en nuestro organismo para utilizarlas cuando se las necesite. Sin embargo el tejido muscular sí puede por diversas situaciones operar como un almacén proteico, de suerte que ante ciertos eventos posibilite la liberación de los aminoácidos (AA) contenidos en las proteínas que allí se encuentran y los aporte para diferentes objetivos. De recordar es que prácticamente el 60% de la proteína total del cuerpo se encuentra en nuestros músculos.

Como se sabe hay un continuo recambio proteico, lo que obliga a pensar que existe un equilibrio dinámico entre la síntesis y el catabolismo proteico. En esta ecuación entra, como es obvio, la alimentación diaria, de manera que cualquier alteración negativa del consumo de proteínas impactará en el resultado final.

La ingestión de proteínas en exceso tiene diferentes destinos, de manera que el excedente de AA que surgen de la metabolización del mencionado nutriente tendrá como resultado final la oxidación mitocondrial, la conversión a carbohidratos o bien a lípidos.

Dado que las células, incluidos los miocitos, son prácticamente impermeables a las proteínas debido al tamaño, ellas deberán ser degradadas a AA, los que serán incluidos desde el espacio extracelular al interior celular (o viceversa) por transportadores propios. En este punto, cualquier fenómeno, incluida la vejez, que muestre una pérdida de tejido muscular, necesariamente tendrá también una reducción de estos “carriers”.

Cuando de necesidades y cantidades se trata, no puede soslayarse el hecho de que la capacidad para aportarle al organismo lo que de proteínas requiere varía, entre otras consideraciones, de la fase etariapor la que atraviesa la persona. Y en este punto, justamente, se da que el envejecimiento se acompaña de cambios en la composición corporal, incrementándose la masa grasa y también aconteciendo una pérdida progresiva de músculo (Cruz-Jentoft A.J., et al. Prevalence of and interventions for sarcopenia in ageing adults: A systematic review. Report of the International Sarcopenia Initiative (EWGSOP and IWGS) Age Ageing. 2014). Admitiendo que esto se debe a varias causas, no menos cierto es que un disminuido consumo de proteínas puede agravar el problema y poner al individuo en una situación aun de mayor riesgo, tal como lo señalan Volpi y su equipo de colaboradores (Volpi E., et al. Is the optimal level of protein intake for older adults greater than the recommended dietary allowance? J. Gerontol. A Biol. Sci. Med. Sci. 2012.).

Respecto de lo anterior, las históricas recomendaciones sobre lo definido como necesario y suficiente en cuanto al aporte proteico entre las personas, lo que se ha indicado como de 0,8g-1g/kg de peso corporal/día, han sido puestas en cuestión, siendo que en la actualidad varias líneas de investigación documentan los errores de tal indicación destacando la insuficiencia de dichas cantidades. Al presente, y lejos del modelo tradicional que se utilizó para establecer el cálculo de las necesidades proteicas diarias, esto es el denominado Balance Neto de Nitrógeno de todo el cuerpo, los requisitos definidos por otra técnica más reciente están bastante por encima de lo que arroja lo que considera el balance de nitrógeno, y más aun considerando a los sujetos de edad avanzada, que de facto tienen capacidades disminuidas de asimilación y síntesis proteica. Una fuerte oposición han tenido especialmente los nefrólogos a dar cantidades superiores a las indicadas durante el siglo pasado, por sospecha de posible daño renal. Sin embargo y al respecto, datos aportados en el corriente siglo por Millward han dado cuenta que en sujetos deportistas, cantidades de hasta 2,8g/kg de peso corporal/día no mostraron alteración en la función renal en ellos, como lo indican las evaluaciones del rendimiento de dichos órganos sometidos a esa carga de filtrado (Millward DJ. An adaptive metabolic demand model for protein and amino acid requirements. Br J Nutr. 2003). En función a poder precisar más certeramente la cantidad de proteína considerada suficiente a la luz de lo observado, al presente las determinaciones se sugiere sean hechas a partir de lo que se define como el método Indicador e la Oxidación de Aminoácidos (IAAO) propuesto por Elango y colegas (Elango R., et al. Recent advances in determining protein and amino acid requirements in humans. Br. J. Nutr. 2012).

Uno de los puntos controversiales que se da en el requerimiento proteico entre jóvenes y adultos mayores (hombres y mujeres), está el hecho de ser considerada las cantidades en función al peso corporal por igual para todos. De considerar al respecto es que pesar lo mismo no implica necesitar cantidades idénticas, y ello tan solo por conocerse que los compartimientos corporales representados por masa grasa y masa muscular normalmente difieren entre jóvenes y viejos. Eso ha sido considerado de igual manera para todos debido a que las recomendaciones de salud pública se realizan en función del peso corporal, pero ello no cabe a todas las situaciones y mucho menos a la que estamos refiriendo. Esto porque el sujeto de edad avanzada, como se expresó, tiene la natural tendencia a acumular masa grasa y reducir la masa muscular, siendo esta última justamente la que representa el reservorio proteico natural del cuerpo. Así, y tal como lo documenta Rafii y colegas en sus cálculos al respecto, esa masa libre de grasa es significativamente mayor en los hombres jóvenes, lo que llevó a la estimación del requerimiento de proteínas de los ancianos de ambos sexos del orden de 1,6g/kg/día. Esto significa que en relación con la ingesta de calorías, la dieta de las personas mayores debe ser más densa en proteínas en comparación con los adultos más jóvenes (Rafii M., Chapman K., Elango R., Campball W.W., Ball R.O., Pencharz P.B., Courtney-Maitin G. Dietary protein requirement of female adults >65 years determined by the indicator amino acid oxidation technique is higher than current recommendations. J. Nutr. 2015).

No menos importante es reparar en el hecho de que la pérdida de masa muscular asociada al envejecimiento responde a varios acontecimientos como por ejemplo al aumento de las especies anormales reactivas de oxígeno (ROS) y la deficiencia de glutatión, propio en estas edades avanzadas. Pero también a la resistencia a la insulina y la función mitocondrial anormal, como afirman Johannsen y su equipo (Johannsen D.L., et al. Ectopic lipid accumulation and reduced glucose tolerance in elderly adults are accompanied by altered skeletal muscle mitochondrial activity. J. Clin. Endocrinol. Metab. 2012). Y como si pocas alteraciones acontecieran a este nivel y en estas edades, el envejecimiento se coliga a una pérdida de sensibilidad del músculo esquelético a la inclusión de proteínas, como lo destacan Moore y colegas (Moore D.R., et al. Protein ingestion to stimulate myofibrillar protein synthesis requires greater relative protein intakes in healthy older versus younger men. J. Gerontol. A Biol. Sci. Med. Sci. 2014), pero también con un aumento en el secuestro de AA a nivel esplácnico, lo que acaba en una disminución neta en los AA disponibles para la síntesis de proteica muscular, como lo documentó Volpi hace ya dos décadas (Volpi E., et al. Oral amino acids stimulate muscle protein anabolism in the elderly despite higher first-pass splanchnic extraction. Am. J. Physiol. 1999).

Así, y a pesar de tanta información relevante que la ciencia aporta en el presente siglo, los abuelos siguen con puré, galletitas de agua, pan y un poco de vegetales, edificando sarcopenia.