Respecto a la participación en el VI Simposio Internacional de actualizaciones en entrenamiento de la fuerza.

Publicado 27 de diciembre de 2013, 19:09

Respecto a la participación en el VI Simposio Internacional de actualizaciones en entrenamiento de la fuerza.

Desde el 12 al 15 de diciembre del 2013 tuvo lugar en el INEF del Madrid (Universidad Politécnica de Madrid) la sexta edición del Simposio Internacional de Actualizaciones en el Entrenamiento de la Fuerza, un evento ya habitual y tradicional en este final de año que sirve para reunir a un sinfín de especialistas Nacionales e Internacionales.

Cada año el evento va mejorando y progresando a nivel organizativo y funcional, así como en el número de participantes que, en la presente edición ha rozado el lleno absoluto.

Dos miembros del IICEFS, Dª Susana Moral y nuestro director D. Juan Ramón Heredia acudían invitados para desarrollar una ponencia (en el caso de Juan Ramón Heredia era la segunda edición que realizaba tal labor).

A continuación presentamos una entrada donde se expondrán algunos pormenores y detalles del evento, así como se desarrollarán los puntos clave y relevantes de la ponencia desarrollada que versó, en esta ocasión, sobre la reflexión en torno a la necesidad de cierta revisión y replanteamientos relacionados con los procesos operativos desarrollados en el diseño de los programas de entrenamiento de la fuerza.


Ponentes D. Héctor García y D. Juan Ramón Heredia

Entrenamiento de la Fuerza: revisión y nuevos planteamientos en el ámbito de los programas de salud y fitness.

Acudía por segundo año consecutivo a participar con gran ilusión a esta VI edición del Congreso Internacional de Actualización sobre Entrenamiento de la Fuerza, no sin algunos problemas (que condicionaron mi participación hasta última hora), pero el gran trabajo del Profesor Iván Gonzalo (alma mater del evento y uno de los profesionales referentes y más activos de nuestra país) del Dr. Pedro J. Benito (año a año es tremendamente satisfactorio ver a docentes de este nivel y posición mostrarse tan cercano y próximo a la realidad profesional) y del Profesor Javier Butragueño (quien siempre me sorprende por su talante positivo y constructivo, además de por su gran trabajo, este año virtualizando el evento) bien valían ese tremendo esfuerzo que fue un auténtico lujo y placer. Hoy puedo decir que siempre podrán encontrar en mi y en nuestra institución el total apoyo y participación incondicional para cualquier actividad, puesto que al final por encima del qué, está el cómo y el espíritu y fondo de este evento es algo absolutamente distinto y que vale la pena.

Además tenía la oportunidad de coincidir con grandes amigos y profesionales, mi querido amigo el Profesor Héctor García, la incansable Profesora Sonsoles Hernández, la activa y reflexiva Dra. Beatriz Crespo, el inigualable Dr. Fernando Martín, al Dr. Carlos Barbado, a la Profesora Susana Moral y muchos más a quien tuve ocasión de saludar, conversar, así como a otros muchos a quien conocía por primera vez y que convirtieron el evento en un encuentro memorable.

Cuando preparaba la conferencia (entre mil y una actividades y un intenso viaje a México previo al evento) me enfrenté a numerosas cuestiones. Siempre que intento desarrollar una actividad como la presente pienso en lo que realmente puede ser de interés para el asistente, poniéndome en su lugar. Conociendo las características del evento por mi anterior participación, era consciente de que las características de la ponencia debían ser muy específicas. En multitud de ocasiones se hacen exposiciones donde se desarrollan de forma introductoria aspectos generales referidos a análisis, datos, etc., relegándose a un segundo plano (casi para el final de la misma y con menor atención) la información más relevante y de interés, aquella que puede venir a sumar al conocimiento, a la aplicación práctica o bien a al reflexión en torno a la misma. La intención , pues, pretendía fuese algo distinta, intentando llamar la atención del asistente (mi ponencia era la penúltima de tres intensos días) casi desde el inicio de la misma y que cuanto se expusiese no dejase indiferente (el riesgo en este tipo de situaciones, con tan poco tiempo además, es que muchas de las cuestiones no quedasen suficientemente claras, pero confiaba poder hacerlo también en las mesas redondas y siempre nos quedará tanto el resumen del congreso o recursos como este blog para poder hacerlo) intentando buscar, fundamentalmente una cierta “actualización” en el sentido más literal del término (que en su segunda acepción se define como “poner al día”) atendiendo a la información actual que emerge de las más relevantes líneas de investigación sobre la temática.

El guión que esbocé inicialmente (allá por el mes de septiembre) se basaba:

-Por un lado en reflexionar sobre la el papel de ejercicio físico y en concreto del entrenamiento de la fuerza para la salud en todas la fases etarias (a modo de introducción), así como la necesidad de plantear nuestra labor profesional acercándonos más al ámbito de otras profesiones de la salud y “huir” de algunas actitudes muy comunes hoy.

-Conducir en una reflexión que partiese desde la propia génesis de la planificación del entrenamiento hacia la realidad con la que cualquier especialista en ejercicio se enfrenta hoy a la hora de diseñar un programa de entrenamiento para la salud.

-Abordar nuevas propuestas de procesos operativos para tal objetivo, en ese caso mediante procesos algorítmicos.

-Adentrarnos en la anteriormente mencionada importancia del entrenamiento de la fuerza para la salud y dentro de esa importancia a dimensionar el “músculo” como algo más que un elemento contráctil, profundizando sobre su neurofisiología para adentrarse en nuevos campos y realidades para abordar la intervención desde el punto del ejercicio físico. A partir de ese punto reflexionar en relación a algunos conceptos relacionados con el entrenamiento de la fuerza que son relevantes para llevar a cabo un replanteamiento dado que, recogiendo y ampliando algunas palabras del Dr. González Badillo (esta parte se base en muchos de sus planteamientos),una terminología o unos conceptos que generen confusión dentro de una disciplina del conocimiento es signo de un bajo desarrollo científico de la misma y exigiría un esfuerzo por su aclaración.

- De esta forma intentaría ir buscando una mayor y progresiva aplicación (para que los asistentes pudiesen ver dicha aplicación en los planteamientos) mediante ejemplos con la definición de alguna de las variables del entrenamiento (en este caso decidimos hacerlo con el “volumen” y también en parte con la “intensidad”) para progresar hacia la variable de “selección de ejercicios” que nos daría pie a la última parte (que también daría continuidad a la ponencia del año pasado) respecto a necesidad de definir las demandas de estabilidad en el criterio para seleccionar dichos ejercicios, mostrando algunos planteamientos y trabajos de nuestro grupo.

Así que sobre el mismo trabajamos y presentamos finalmente algunas cuestiones que intentaremos plasmar a continuación.

1. Introducción a las limitaciones operativas en el proceso de diseño de programas de entrenamiento en el ámbito de la salud


No es hasta bien entrado el siglo XX cuando la ciencia empieza a preocuparse realmente del entrenamiento de la fuerza y a hacerlo desde una perspectiva donde realmente se dimensione dicha capacidad física proporcionándole la importancia que realmente posee respecto a la salud y funcionalidad, sino situándola en el contexto de la génesis del propio movimiento (como base del resto de capacidades físicas).

Aunque es evidente que dicho retraso y la gran falta de atención por parte de la investigación y también condicionada por ciertas limitaciones para su estimación, medida, valoración y control (algo en lo que se ha producido un importante avance), ha hecho necesario acudir a los campos más preocupados por dicha disciplina, en un intento por entenderla (obviamente condicionada) en su totalidad. Así pues se han aplicado las conclusiones e incluso metodologías en base a lo preceptos (en muchas ocasiones con un carácter meramente empírico) de “deportes” como la halterofilia o prácticas como el culturismo-bodybuilding, power-lifting, etc.

Tal y como afirman los profesores Rhea y Jiménez (2008), desgraciadamente la mayor parte de las orientaciones para una adecuada prescripción del ejercicio físico dirigido al conjunto de la población no se basan en evidencias sino en la experiencia personal de los profesionales del ejercicio. Fruto de esto, es común encontrar como se perpetúan ciertos mitos, falsas creencias, errores e incluso la utilización de modalidades de ejercicio peligrosas.

Cuando el programa de entrenamiento, en este caso el dirigido a la mejora de la aptitud neuromuscular, tiene un fin meramente orientado a la salud y el bienestar, se han vuelto a repetir algunos errores de los comentados anteriormente. A lo expuesto se añade la extrapolación de conclusiones o aplicaciones de ramas de la medicina, kinesiología, fisioterapia, etc.

De esta manera, podemos encontrar como la visión habitual del proceso de prescripción de ejercicio físico en población general han sido definidos por entidades como el ACSM (American Collage of Sport Medicine) o la NSCA (National Strength Conditioning) siendo un importante y decisivo punto de referencia, también es cierto que los mismos evidencian un cierto criterio de desarrollo con un enfoque todavía con cierta influencia del área del entrenamiento deportivo o bien con una orientación desde el ámbito médico, y ello ha podido limitar la posibilidades reales de desarrollar las bases de las propuestas en prescripción de ejercicio físico en el ámbito del acondicionamiento físico para la salud (fitness), pese a lo cual se deben considerar dichas entidades y su posicionamientos como de obligatoria consulta y referencia para cualquier profesional del ejercicio físico.

Por otro lado, la investigación actualmente se encuentra en un momento de expansión espectacular, pero la misma (que sitúa la posibilidades de abordar nuevas perspectivas de conocimiento con una orientación mucho más específica y rigurosa), se hace necesaria sea accesible a quienes son los verdaderos y últimos responsables de una aplicación directa y práctica: los técnicos de programas de acondicionamiento físico para la salud y el fitness (Heredia et al., 2011) a quienes se les debe, además, proporcionar herramientas para discriminar y filtrar dicha información en base a criterios de rigor y evidencia.

Los avances de la ciencia y la importante labor de los científicos del ejercicio, dependen de una adecuada capacidad y habilidad de los responsables de los programas de formación de técnicos deportivos para difundir la información adecuadamente. Revisar los programas de formación, adaptar y modificar los mismos a las evidencias actuales, es un primer paso fundamental a abordar ante las actuales demandas y las nuevas realidades profesionales (Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio de las Cualificaciones y de la Formación Profesional en el sector de las Actividades Físicas y deportivas. Decreto nacional de acreditaciones de competencias profesionales de 17 de Julio 2009).

El segundo paso, y no menos importante, está relacionado con las necesidades de divulgación eficaz como proceso determinante de transmisión del conocimiento y actualización del mismo entre los especialistas que trabajan diariamente con el público. La práctica habitual suele ser la publicación de los trabajos de investigación más importantes en revistas de prestigio y alto impacto científico. Pese a lo necesario y adecuado de dicho proceder, también se debería considerar la necesidad de “acercar” dicha información de alto valor a niveles más accesibles para los técnicos. Los medios de comunicación más populares (incluyendo internet) deben ser objetivos, no solo de los profesionales de la formación, sino de la responsabilidad de sus editores en un mayor nivel de exigencia y rigurosidad. Podríamos adherirnos, en este sentido, a lo expuesto por Rhea y Jiménez (2008) sobre la necesidad de recordar que la investigación es de poco valor si no llega a ser conocida para a continuación ser aplicada.

En relación a los procesos operativos nos encontramos con que muchos de los planteamientos desarrollados y aplicados lo son desde los preceptos establecidos en relación al entrenamiento deportivo (Gorostiaga, 2000; González y Rivas, 2002; Baechle y Earle, 2008) . Un detenido análisis de esta realidad nos muestra como estos procesos no deberían ser extrapolados directamente, ni tan siquiera son adecuadamente adaptados y modificados cuando de su aplicación al fitness nos referimos. Se hace necesario una revisión y replanteamiento en las bases sobre la que se estructuran los mismos. Todo ello exige un análisis de esta realidad profesional, de las posibilidades y recursos, de la capacidad operativa real para poder llegar a desarrollar unos criterios comunes al conjunto de profesionales que se desempeñan en la gran cantidad de salas de entrenamiento polivalente (SEP), con limitados recursos tecnológicos para la valoración, control y monitorización del entrenamiento, así como la necesidad de aplicar y desarrollar dicho proceso de una manera adecuada, con eficacia y optimizando y gestionando adecuadamente el tiempo y los recursos destinados a ello.

Respecto a la prescripción del entrenamiento, de forma “tradicional” han sido definidas una serie de variables a considerar para un adecuado entrenamiento de la fuerza en el contexto de la salud (Peterson et al, 2004; Kraemer y Ratamess, 2004; Rhea et al., 2003; Ratamess et al, 2009, Tan, 1999) entre los que es “común” encontrar: la carga, el volumen, la frecuencia, la intensidad, la acción muscular, los períodos de descanso, la velocidad de acción muscular y el tipo de ejercicio.

La adecuada manipulación de estas variables permitirán generar adaptaciones en el ámbito del entrenamiento neuromsucular (a nivel estructural, neural o metabólico). En los últimos años los estudios tipo meta-análisis han ido aportando una valiosa información en relación al manejo de estas variables (dosis) y las posibles respuestas (Rhea et al, 2003; Peterson et al, 2004).

No obstante parece necesario realizar una revisión crítica en búsqueda de un mayor nivel de concreción y consenso en lo referente a la definición y control de estas variables y, por tanto de la dosis de entrenamiento neuromuscular que ayude a una más óptima y adecuada comprensión de las respuestas a las mismas (Toigo y Boutellier, 2006; Heredia et al, 2001).

El manejo de “algoritmos” no es de uso habitual, entre los especialistas del ejercicio para la salud. Un “algortimo” es un conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema (RAE, 20013). En este caso se trataría de establecer aquel conjunto de operaciones que un técnico debe desarrollar (con las posibles respuestas y alternativas) en el diseño de un programa de acondicionamiento físico saludable. Este conjunto de aplicaciones serían desarrollados en base a la información científica y nivel de evidencia actualmente y permitiría, de igual forma, poder obtener futuras posibles soluciones para una misma cuestión (algo, casi, casi, impensable actualmente desde lo empírico en nuestro ámbito). El empleo de este tipo de procesos algorítmicos (comunes en el área de la sanidad, en el desempeño profesional de médicos, DUE, etc…) posee numerosas ventajas ya que facilita un mayor rigor y uniformidad en la aplicación de operaciones sobre la prescripción de ejercicio, mejorando la carga científica de cualquiera de estos procesos, permitiría la generación de ciertos “estándares” y, también una mejor y mayor retroalimentación, con la posibilidad de comparaciones entre sujetos y grupos de una forma mucho más adecuada y homogénea.

De esta forma, en nuestro grupo (IICEFS) hemos desarrollado una propuesta para crear una guía en forma de protocolos en base a procesos algorítmicos (que recogiendo y atendiendo a los distintos niveles de evidencia e información existente actualmente, han sido validados mediante sofisticados sistemas de ingeniería informática y matemática) que permitan una optimización de los procesos operativos relacionados con la prescripción de ejercicio físico saludable.


2. El entrenamiento de fuerza, su importancia y algunas reflexiones o aclaraciones terminológicas y conceptuales para su aplicación


Respecto a la definición del concepto de fuerza y su comprensión, es un aspecto clave a fin de poder establecer su importancia en los programas de acondicionamiento físico para la salud, de hecho, se podría afirmar que en dichos programas es el objetivo relacionado con esta capacidad quien debe determinar los diferentes procesos operativos que integren al resto de capacidades en los programas de entrenamiento (Heredia et al., 2011).

De esta forma la dimensión de prioridad de esta capacidad como constructo de capacidad condicional y de que las condiciones en que son evaluadas cualquier clase de contracción en su manifestación espacio temporal, definen las distintas capacidades condicionales, confirmando a la fuerza como eje central del resto de capacidades (en realidad sobre la que se construyen las mismas).

Ello no debería ser motivo ni para obviar la necesidad de considerar la necesidad de estimular adaptaciones en el ámbito de lo cardio-respiratorio y contemplando la dimensión de mejora y desarrollo de una óptima amplitud de movimientos, Y mucho menos caer en el posible error de dimensionar al músculo únicamente como un mero elemento “contráctil” (perspectiva anatómica o biomecánica), dado que precisamente el músculo adquiere relevancia por su capacidad de respuesta, de adaptación, de relación con otros órganos y sistemas. El músculo, por tanto, adquiere dimensiones neuro-fisiológicas que deben ser comprendidas y adecuadamente dimensionadas para que el entrenamiento de la fuerza sea verdaderamente adecuado en relación al enorme potencial y valor para la salud y funcionalidad individual (Febbraio y Pedersen, 2005; Pedersen y Febbraio, 2008; Pedersen et al, 2007; Lancaster y Febbraio, 2009).

El deterioro de la función muscular con la edad es, sin duda, uno de los factores de mayor influencia en la pérdida de capacidad funcional siendo bien conocida la importancia que alcanza el entrenamiento de la fuerza en relación al mantenimiento de sus componentes estructurales y funcionales.

Es bien conocido la progresiva reducción de masa muscular con la edad (sarcopenia), aunque actualmente considerar el proceso “dinapénico” (como pérdida de la fuerza) adquiere especial relevancia respecto a su relación con el deterioro funcional, teniendo en cuenta que dicho descenso de capacidad muscular parece ser bastante más rápido que el de reducción de tejido magro (Cruz-Jentoft et al. 2010; Goodpaster et al. 2006). De esta forma los mecanismos involucrados en el proceso de contracción muscular también se verán afectados por el paso de los años. Hay cambio cuantitativos y cualitativos en las unidades motoras (disminución en el número total y aumento en el tamaño individual UM´s, con muerte neuronal y daño axonal). El tejido muscular se hace menos excitable, con mayores períodos refractarios (Izquierdo, 2008), por lo que será necesario un mayor estímulo para provocar la contracción muscular, así como la necesidad de un mayor tiempo de recuperación. De igual forma se producirá una disminución de la activación de la musculatura agonista y un aumento de la coactivación antagonista encontrándose, de igual forma, un mayor tiempo de contracción que habría que considerar así como la posible influencia que en todos esto procesos tendrían el nivel de ejercicio físico, alteraciones metobólico-endocrinas, etc (Horska et al. 2000; Izquierdo, 2008).

El deterioro de la fuerza y potencia muscular con la edad guardará estrecha relación, entre otros factores, con un proceso sarcopénico y/o pérdida selectiva, especialmente, de las fibras musculares tipo II, y/o con cambios en las características cualitativas del propio tejido muscular (como por ejemplo, el aumento del tejido grado y tejido conectivo). Por tanto el envejecimiento estará relacionado no solo con una reducción de la fuerza máxima, sino también con la disminución en la capacidad del sistema neuromuscular para producir fuerza por unidad de tiempo (fuerza explosiva) (Izquierdo, 2008)

De esta forma el mantenimiento de la masa muscular, pero especialmente de la fuerza y potencia se erigen como objetivos prioritarios en el importante valor potencial del ejercicio físico en la patogénesis (prevención), como en el propio tratamiento de la enfermedad, de la funcionalidad, salud y calidad de vida (Pedersen y Saltin, 2006). http://g-se.com/es/salud-y-fitness/blog/el-musculo-protagonista-de-la-vida-del-adulto-mayor-y-del-resto

A este respecto merece la pena detenerse para tratar algunas cuestiones que pueden conducir a cierta confusión entorno a estos conceptos y su posible aplicación (González Badillo, 2011)

La confusión entorno al concepto de “fuerza” y sus manifestaciones conduce a una determinante ambigüedad (González Badillo, 2011) y falta de concreción respecto a los objetivos del entrenamiento de dicha capacidad, especialmente en el ámbito de la salud, donde existe cierto desorden y desconcierto entorno a las diferentes manifestaciones de la fuerza con las principales (que no exclusivas ni únicas) adaptaciones que se generan en respuesta a determinado tipo de estímulo neuromuscular.

Un ejemplo de ello puede ser el entrenamiento de la denominada “fuerza resistencia” (mucho más adecuado quizás la utilización del concepto de “resistencia a la fuerza”) o “fuerza hipertrófica” (en este caso todavía es más evidente), donde parece sencillo comprender que la fuerza no puede manifestarse en una forma “hipertrófica” sino que las características del entrenamiento de dicha capacidad (y los distintos estímulos entorno a la misma –mecánicos, fisiológicos, etc.-, es decir, las variables de la dosis de entrenamiento) buscan provocar unas adaptaciones orientadas fundamentalmente (pero no de forma exclusiva, insistimos) al incremento de la masa muscular (podríamos incluso plantearnos aquí si el extendido uso de la palabra “hipertrofia” podría ser adecuado en este contexto.

De igual forma a la hora de definir determinados modos de ejercitación (entrenamiento) para la mejora de la fuerza, se relacionan con conceptos que también puede conducir a confusión. Un ejemplo es el concepto de “entrenamiento de la fuerza máxima”. Quizás este concepto emerge fruto del error de considerar y relacionar la “fuerza máxima” con el resultado de desplazar la máxima carga absoluta posible una sola vez (valor de 1RM) o aplicar la máxima fuerza ante una carga insuperable (en este caso se relaciona con la fuerza máxima isométrica o, mucho mejor, estática). En realidad el entrenamiento para la mejora de la fuerza máxima se debería relacionar con la mejora de la fuerza que se aplica ante una carga y por tanto, cualquier resistencia que supere a la que se utiliza habitualmente podría ser suficiente para producir un aumento de la fuerza máxima, al menos durante un tiempo determinado y para ello las variables de la dosis de entrenamiento deberían tener unas características determinadas para garantizar estímulos adecuados.

En lo concerniente la “fuerza explosiva” a nivel de investigación la misma viene denominada "rate of force development" (RFD) y viene a expresar la "tasa de aplicación de fuerza por unidad de tiempo” (N·s-1). La fuerza explosiva máxima (RFDmax o FEmax) se define como la máxima producción de fuerza por unidad de tiempo en toda la producción de fuerza, o la mejor relación fuerza tiempo de toda la curva f-t (punto de máxima pendiente).

En una acción dinámica, es necesario de considerar que antes de iniciar el movimiento tendremos que aplicar una fuerza ligeramente superior a la fuerza que representa la propia resistencia a vencer (por tanto hasta ese momento siempre precederá al mismo una fase estática). En esta situación se podrían dar dos casos. Por un lado que la resistencia a vencer fuese superior al 30% de la fuerza isométrica máxima (FIM) y en este caso en dicha fase estática previa al movimiento ya se habrá podido aplicar una fuerza necesaria como para poder lograr un valor de RFD equivalente a la fuerza explosiva máxima (RFDmax). Pero también podría ocurrir que la resistencia a vencer fuese inferior al 30% de la FIM lo que supondría que se produciría el movimiento antes de haber aplicado la fuerza necesaria para lograr dicha RFDmax, lo que supondrá que si la resistencia a vencer fuese baja la tasa de aplicación de fuerza por unidad de tiempo será menor y por tanto podríamos llegar a afirmar que la fuerza será más “lenta” (lo que nos debe hacer reflexionar sobre el relacionar cargas “bajas” con el concepto de RFDmax o fuerza explosiva máxima). También es necesario considerar que pueden existir algunas excepciones donde la máxima tasa de aplicación de fuerza por unidad de tiempo se produciría en la fase dinámica, como son el caso de las acciones secuenciales.

El control de la velocidad (dentro de la definición de la variable de intensidad, puesto que la define y completa) es un factor clave que debe de ser adecuadamente valorado e incluido en cualquier programa de entrenamiento. De hecho, su falta de control puede acabar significando proporcionar al entrenamiento orientaciones sustancialmente distintas (aún igualando el resto de variables). Algunas cuestiones interesantes y que deben conducir a la reflexión se pueden obtener de analizar el hecho de que cada ejercicio posee diferentes de velocidades con el valor 1RM (con lo que podríamos caer en el error de poder pensar que realizar un “x” % de 1RM con todos los ejercicios pueden significar cosas parecidas cuando podría no ser así) o el hecho de que podríamos obtener un conocimiento bastante preciso de la dosis del estímulo proporcionado, conociendo la velocidad realizada en la primera serie y relacionándolo con la pérdida de velocidad a lo largo de la serie, etc.

Las aplicaciones a este respecto son muy importantes y todo parece apuntar (González Badillo, 2011; Sánchez Medina y González Badillo, 2011) a que el futuro (aunque ya sea una realidad) de la programación de entrenamiento girará, en gran medida y junto a otros aspectos, en torno a las posibilidades de controlar tal parámetro. Algo a considerar teniendo en cuenta el escaso valor que se le otorga a la definición y control de variables (y mucho más en el caso de la intensidad) en el ámbito de los programas de ejercicio físico y salud (fitness). A este respecto, durante el Simposio, el Dr. Jesús Rivilla hizo un interesante comentario (que posteriormente tuvimos ocasión de tratar y donde me envió alguna interesante información sobre la cuestión) sobre algunas líneas de trabajo donde se profundiza sobre dicha variable de control de la velocidad y distintas formas de relacionarlas con parámetros que podrían ser de enorme interés práctico para los profesionales del ejercicio. Queremos agradecérselo desde aquí y en ese sentido, recogimos el testigo y estamos seguro que en el 2014 desarrollaremos alguna propuesta conjunta.

En resumen, este magnífico evento fue una nueva oportunidad en especial (y como debe ser con todo aquel que tenga el privilegio de poder participar como ponente o docente) de seguir aprendiendo y avanzando, puesto que realmente, siguiendo a grandes pensadores y haciendo de estas frases parte de la actitud y forma de afrontar esta labor de quien tuvo ocasión de hacerlo en este Simposio:

-"Lo poco que he aprendido carece de valor, comparado con lo que ignoro y no desespero en aprender".

Descartes

-"Todo hombre o mujer que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido, aprendo de él o ella".

Emerson (Adap)

-“Enseñar no es una función vital, porque no tienen el fin en sí misma; la función vital es aprender”

Aristóteles

-“Enseñar es tener la oportunidad de aprender dos veces”

Joseph Joubert (adapt)


Nos vemos el próximo año (si Dios quiere), un año para el que os deseamos en nombre de todo el IICEFS mucha salud y felicidad para todos.


Referencias bibliográficas

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