Un Nuevo Enfoque de la Deshidratación y el Rendimiento

Publicado 9 de enero de 2014, 13:16

Un Nuevo Enfoque de la Deshidratación y el Rendimiento

Mucho se ha escrito sobre los efectos de la deshidratación en el rendimiento deportivo, pero en los últimos años, el conocimiento sobre este tema de enorme interés para los científicos del deporte está sufriendo un ligero cambio.

Basado en multitud de investigaciones realizadas principalmente en laboratorio, se ha podido determinar que el déficit de agua corporal limita el rendimiento físico en multitud de situaciones deportivas (Jeukendrup, 2010, Shirreffs, 2011).Este descenso en el rendimiento deportivo se relaciona con los efectos negativos de la deshidratación o hipohidratación sobre el aparato cardiovascular, la termorregulación, la sensación o percepción de esfuerzo e incluso sobre el desempeño de tareas motoras específicas de los deportes.De manera habitual, se considera que una pérdida de líquido equivalente al 2% del peso corporal del individuo (1.4 kg de peso para una persona estándar de 70 kg) reduce el rendimiento deportivo de tal manera que los deportistas deberían beber suficiente líquido para no llegar a superar este umbral.Curiosamente, la sed, según esta corriente de pensamiento no sería la mejor estrategia de rehidratación en el deporte ya que este estímulo se produce cuando ya estamos deshidratados moderadamente.Estos conocimientos están auspiciados por la mayor parte de Asociaciones de Nutrición y de Medicina del Deporte a nivel internacional. Esto se puede apreciar con claridad en la declaración de posición del American College of Sport Medicine (ACSM) de 1996 (ACSM, 1996), donde se alentaba a los deportistas a beber tanto como fuera posible.


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Sin embargo, el Prof. Tim Noakes, un científico sudafricano que trabaja en la University of Cape Town, lleva varios años indicando que las recomendaciones oficiales sobre hidratación en el deporte son erróneas, mientras que mantiene que la mejor rehidratación en deportistas sanos es aquella que se relaciona con la sed (Noakes, 2007, Noakes, 2010).De hecho, las publicaciones de este científico hicieron cambiar las recomendaciones de hidratación que promulgaban a los deportistas que “bebieran lo que pudieran antes incluso de sentir la sed”, y que según este autor, fueron las responsables de que un porcentaje importante de deportistas terminara las competiciones “sobre-hidratado”.A este respecto, el cambio en los lineamientos presentados en las declaraciones de posición del ACSM del año 1996 y la última de 2007 (ACSM, 2007) es muy significativo, y en esta última publicación se menciona la hidratación a voluntad o ad libitum.

Hasta hace relativamente poco tiempo, esta visión era casi personal ya que no era compartida por el resto de científicos del área.Pero en los últimos años, El Dr. Eric Goulet, de la Université de Sherbrooke se ha sumado a este pensamiento indicando que el nivel de deshidratación que afecta el rendimiento deportivo es superior al 4%, al menos en deportes de resistencia (Goulet, 2011).

Por otro lado, hay varios trabajos científicos (Noakes, 2012), todos realizados en competiciones reales en donde pueden apreciarse dos cosas: 1) que los deportistas más rápidos son los que más se deshidratan, 2) que no hay una correlación significativa entre el nivel de deshidratación alcanzado al final de la prueba y la temperatura corporal. Los hallazgos de estos estudios así como los fundamentos del Prof. Tim Noakes se detallan en su libro sobre el tema titulado Waterlogged.

De esta manera la sed sería el mejor indicativo de rehidratación en el deporte, siempre que otros factores externos como el estrés psicológico o la combinación con comida no enmascaren la sed. Recientemente Goulet ha publicado (Goulet, 2013) una revisión meta-analítica donde se concluye que la estrategia de hidratación más efectiva es la que se realiza a voluntad o ad libitum.

Esta progresión en el conocimiento científico de la rehidratación en el deporte la he tenido a lo largo de los estudios científicos en los que he participado.Inicié mi carrera realizando investigaciones en las que simulábamos las condiciones de una competición en el calor en una cámara climática.En estas investigaciones, la deshidratación afectaba claramente el rendimiento deportivo, aumentaba la frecuencia cardiaca y la escala de Borg, reducía el volumen sistólico y la capacidad para generar fuerza.Sin embargo, en los últimos años he realizado investigaciones “ecológicas” en las que los aparatos de medición se trasladan a competiciones reales para medir los efectos de diferentes protocolos en el “hábitat” del deportista: la competición.

Curiosamente, en estas investigaciones de campo realizadas con maratonianos y triatletas, hemos encontrado que la deshidratación no es el principal factor que afecta al rendimiento deportivo, mientras que otros factores, como el daño muscular producido en las fibras tienen una incidencia mucho más significativa (Del Coso et al., 2013).Hemos encontrado que corredores con 3% de deshidratación son tan rápidos o más que los deportistas que mantienen su peso corporal durante la competición, mientras que la principal diferencia entre ellos radicaba en la cantidad de creatina quinasa que había en su sangre (un marcador de daño muscular).Esto no significa que la hidratación no sea importante en el deporte, solo que el concepto de que una deshidratación > 2% afecta al rendimiento negativo per se debería ser revisado.

Sobre el por qué los estudios de laboratorio ofrecen unos resultados mientras que los estudios de campo otros, merece otra entrada en este blog.Pero mi opinión es que las condiciones ambientales creadas en un laboratorio, son a menudo, mucho más exigentes que las condiciones a las que se enfrente un deportista en la mayoría de competiciones.

Y es que el conocimiento científico no es algo establecido a perpetuidad, si no que cambia continuamente y se va afinando como un deportista.

Juan del Coso y Facundo Ahumada

Docentes del Curso de Fisiología del Ejercicio Aplicada


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Referencias y Lecturas de Interés

American College of Sports Medicine. (1996a). Position stand: Exercise and fluid replacement. Medicine and Science in Sports and Exercise 28, i–vii.

American College of Sports Medicine, Sawka MN, Burke LM, Eichner ER, Maughan RJ, Montain SJ, Stachenfeld NS. American College of Sports Medicine position stand. Exercise and fluid replacement. Med Sci Sports Exerc.; 39 (2): 377-90, 2007.

Del Coso J, Salinero JJ, Abián-Vicen J, González-Millán C, Garde S, Vega P, Pérez-González B. Influence of body mass loss and myoglobinuria on the development of muscle fatigue after a marathon in a warm environment. Appl Physiol Nutr Metab; 38 (3): 286-91, 2013.

Goulet Eric D. B. Effect of exercise-induced dehydration on time-trial exercise performance: a meta-analysis. Br. J. Sport Med.; 45 (14): 1149-56, 2011.

Goulet Eric D. B. Effect of exercise-induced dehydration on endurance performance: evaluating the impact of exercise protocols on outcomes using a meta-analytic procedure. Br. J. Sport Med., 47(11):679-86, 2013.

Jeukendrup Asker and Michael Gleeson. Sport Nutrition – An Introduction to Energy Production and Performance. Ed. Human Kinetics, 2nd Edition, 2010.

Noakes Timothy D. Drinking guidelines for exercise: What evidence is there that athletes should drink ‘‘as much as tolerable’’, ‘‘to replace the weight lost during exercise’’ or ‘‘ad libitum’’?. Journal of Sports Sciences; 25(7): 781 – 796, 2007.

Noakes Timothy D.Waterlogged. Human Kinetics Publishers, 2012.

Shirreffs Susan M.& Michael N. Sawka. Fluid and electrolyte needs for training, competition, and recovery. Journal of Sports Sciences, 29: sup1, S39-S46, 2011.