UNA CERVECITA, POR FAVOR... ¿O NO?

Publicado 25 de noviembre de 2013, 2:15

UNA CERVECITA, POR FAVOR... ¿O NO?

Recientemente me escribió mi bradicárdico amigo, ingeniero, doctor y, ahora papá, Félix Quintero, preguntándome sobre el supuesto efecto benéfico de la cerveza en la recuperación después del ejercicio. Al respecto, me remitió a una serie de links en los que unos académicos -algunos sospechosos por sus fuentes de financiación y otros por las tesis doctorales que avalan- respaldaban la efectividad de esta milenaria bebida para una correcta hidratación después de la carrera. Entre medias, me encuentro también en internet un movimiento muy interesante: los Beer Runners. Vaya, -pensé-, pues sí que tiene dinero la industria cervecera. Para evitar suspicacias antes de seguir leyendo, aclararé que soy consumidor habitual de cerveza aunque, todo hay que decirlo, echo de menos algunos géneros del viejo continente.

La cerveza se elabora, fundamentalmente, a partir de la fermentación de cereales. Esto significa que puede tener algunas substancias benéficas para la salud. Nos referiremos, por ejemplo, al complejo vitamínico B -regulador del metabolismo y la reparación celular-, al silicio -participante en la formación de tejido óseo-, y a los polifenoles -antiinflamatorios naturales-. Pero claro, nos estamos refiriendo a una fermentación alcohólica que, aunque con bajos niveles de alcohol (4-6%), va a tener un efecto directo sobre la cognición, el control motor y, lo más importante y pensando en el ejercicio, la diuresis. Así, cualquier bebida alcohólica, además de proveer de calorías de nulo valor nutritivo -lo que va a generar inevitablemente sobrepeso por acúmulo excesivo de grasa-, tiene el inconveniente de favorecer una mayor eliminación de líquido por la orina, lo que no garantizará una correcta rehidratación. Alternativamente, podríamos referirnos a la cerveza sin alcohol, pero claro, ahí dejaría de tener su gracia el tema porque no sé yo si los Beer Runners estarían por la labor de beber cerveza sin alcohol... Habrá que preguntarles. En cualquier caso, una cosa es cierta: todas esas substancias pueden obtenerse a través de la ingesta de más alimentos o bebidas que la propia cerveza o, dicho de otro modo, no son exclusividad de la amarga bebida por excelencia. Es por esto que este énfasis en la utilización de cerveza como recuperador post-ejercicio me resulta más que sospechoso. ¿Por qué beber cerveza después de entrenar o competir cuando puedo hidratarme mejor con agua o bebidas ricas en carbohidratos y minerales, mientras garantizo una correcta nutrición con la ingesta de prótidos, grasas y carbohidratos de diferente origen...?

No negaré que el poder socializador de la cerveza es un punto a favor a no desestimar. Pero éste es un fenómeno bien reciente. Desde una perspectiva evolutiva, no tenemos noticia que nuestros ancestros tuviesen un consumo habitual de substancias psicoactivas, todo lo contrario: los estados alterados de conciencia era inducidos en momentos puntuales a lo largo del ciclo anual para celebrar determinados cambios estacionales o estructurales dentro del clan. Es más, la cerveza debió de aparecer en el Neolítico: alguién olvidó un poco de cereal en la piedra que, con el tiempo, fermentó y se convirtió en una bebida amarga y, a la vez, estimulante. Es por esto que nuestra capacidad para metabolizar el alcohol es más que limitada. El alcohol acompaña al homo sapiens desde tiempos bien recientes. En cambio, los receptores específicos de cannabioides llevan con nosotros desde tiempos inmemoriables. Esto podría explicar la mejora del humor asociada al ejercicio. Lo extraño es que a nadie se le ha ocurrido fundar una comunidad de "THC* runners"... Mejor no dar ideas.

* Tetrahidrocannabiol


ENTRADA ANTERIOR