​De pérdida y recuperación de proteínas. Una mirada al aporte proteico y en especial al de la leucina

Publicado 23 de abril de 2022, 14:08

​De pérdida y recuperación de proteínas.  Una mirada al aporte proteico y en especial al de la leucina

Se ha afirmado desde hace décadas que la cantidad de proteína a aportar en la dieta es de 0,8g/kg/día, considerada como la dosis diaria recomendada o RDA. En verdad refiere a aquella que representa el mínimo que evita el riesgo de insuficiencia, pero no alcanza a ser correcta en innumerable cantidad de personas, considerando en ellas por ejemplo la edad, la actividad diaria, potenciales enfermedades y varias otras variables.

Debe tenerse acá en cuenta que la ingesta que corresponde para cada nutriente presenta un rango aceptable, el que se extiende desde un límite inferior a uno superior, los que superados pueden dar efectos adversos a la salud. En este caso y para la proteínas, el punto más bajo representa el 10% de la energía dietética calculada para cada persona, lo que advierte a las claras que ya no se puede dar un valor fijo para todos los individuos, tal como se propone con la RDA. Infelizmente para muchos profesionales los 0,8g/kg de peso corporal continúan siendo el valor de la ingesta proteica diaria a indicar.

Respecto de lo anterior, Traylor advierte que tal cantidad es insuficiente para las personas mayores, agravado porque dentro de esta población no se han considerado las habituales patologías que se presentan y que fuerzan un consumo proteico mayor (Traylor DA, et al. Protein requirements and optimal intakes in aging: are we ready to recommend more than the RDA?. Adv Nutr. 2018). También en las edades geriátricas normalmente se atraviesa un estado de resistencia anabólica en el músculo esquelético, razón suficiente para incrementar el consumo proteico.

Resulta de sumo interés conocer que la estimulación y regulación del anabolismo proteico muscular se torna cada vez más importante con el avance de la edad. Y esto porque el músculo se vuelve menos sensible a las señales hormonales anabólicas (insulina, IGF-1, testosterona), pero también a la ingesta de proteínas así como al ejercicio. Aquí considerar a las proteínas de calidad en la alimentación es central debido a que ellas aportan el principal aminoácido anabólico, la leucina, responsable de activar la cadena de señalización de la síntesis proteica a través de la mTORC1. Dicho aminoácido representa por ello la señal de traducción única en el proceso de construcción de proteínas.

Otro dato de relevancia respecto de la leucina es que ella constituye el 6% de las proteínas de los cereales y el 12% de las proteínas de suero de leche (Gorissen SHM, et al. Protein content and amino acid composition of commercially available plant-based protein isolates. Amino Acids. 2018). Y también sobre el mismo aminoácido, Bauer y colegas afirman que la leucina a aportarse por día en el adulto mayor es incluso más del doble que en la persona joven, valor que asciende a 7,5g (Bauer J, et al. . Evidence-based recommendations for optimal dietary protein intake in older people: a position paper from the PROT-AGE study group. J Am Med Dir Assoc. 2013), Y también Mamerow destaca que esas cantidades en las edades tardías de la vida deben necesariamente ser armoniosamente distribuidas en 3 comidas, lo que al menos sugiere un aporte de 2,5g por comida (Mamerow MM, et al. D. Dietary protein distribution positively influences 24-h muscle protein synthesis in healthy adults. J Nutr. 2014).

Retomando el punto de las cantidades óptimas de proteínas, al presente se afirma que el cálculo de los requisitos de las mismas no puede basarse solo en la síntesis de ellas sino además, y muy importantemente, debe considerar su proceso catabólico. Y aquí se resalta un hecho central como es que la cantidad mínima de proteínas para suprimir la proteólisis muscular (descomposición de proteínas musculares) no se ha medido cuando se ha realizado el cálculo de las del organismo todo. Es para considerar en este punto, que diferentes sectores de nuestro cuerpo tienen su propia renovación de proteínas (turnover proteico). Así por ejemplo las proteínas intestinales y las sanguíneas lo hacen a una tasa de entre 10 y 50 veces mayor que las musculares, con lo que el aporte diario que puede inhibir la degradación corporal restableciendo el equilibrio proteico corporal no logra frenar el catabolismo proteico muscular (Carraro F, et al. Whole body and plasma protein synthesis in exercise and recovery in human subjects. Am J Physiol. 1990).

También debe tenerse presente, como lo expresa Kim y colegas, que incluso la ingestión más alta de proteínas que actualmente se sugiere como adecuada para las personas mayores no alcanza la cantidad diaria total necesaria para la supresión máxima de la proteólisis y, por lo tanto, la retención del músculo (Kim IY, Deutz NEP, Wolfe RR. Update on maximal anabolic response to dietary protein. Clin Nutr. 2017).

En cuanto a indicar mayor aporte diario proteico en las edades avanzadas de la vida, no son pocos los profesionales que se apoyan en dos razones para no hacerlo: 1) la dieta alta de proteínas favorecería la pérdida de masa ósea y 2) provocan la disminución de la función renal y hasta el daño de estos órganos. Aquí, en estos puntos justamente Surdykowski y colegas (Surdykowski AK. et al. Optimizing bone health in older adults: the importance of dietary protein. Aging Health. 2010) y más recientemente también Groenendijk y su equipo de trabajo (Groenendijk I, et al. High versus low dietary protein intake and bone health in older adults: a systematic review and meta-analysis. Comput Struct Biotechnol J. 2019), afirman que ninguno de estos escenarios tiene apoyo probatorio desde la ciencia y, de hecho, incluso la proteína parece proteger la salud ósea, especialmente en presencia de calcio y vitamina D suficientes.

Mientras tanto, la sarcopenia invade al mundo, y ya al presente el 30% de los mayores de 50 años se presenta portándola desde la estadística y el 50% de los de 80 años en adelante.Para reflexionar…