Entrenamiento aeróbico en la diabetes, y la fuerza?

Publicado 28 de diciembre de 2018, 21:36

Entrenamiento aeróbico en la diabetes, y la fuerza?

Una visión cardiocéntrica que asegura una larga adherencia a la medicaciónJorge Roig (diciembre 2018)

La indicación de ejercicios de tipo aeróbico en personas con enfermedades crónicas está encabezando la lista de los prescriptores que transitan las ciencias del ejercicio sin estar preparados en ese territorio. Y ello es prácticamente para todas las patologías, entre las cuales se encuentra la diabetes (DBT).

Entrenar la fuerza para esos profesionales pareciera estar solo asociada a los atletas y, casi sin análisis, el abordaje de dicha capacidad en no deportistas está vinculado a ciertas alarmas infundadas en riesgos sobre la salud de quienes en ella se aventuran, principalmente los que padecen hipertensión, problemas cardíacos, de columna vertebral, y también, como no podían estar ausentes, los que transitan las etapas extremas de la vida, niñez y vejez. Sin fundamento, pero con enorme ascendencia social, así prescriben y además prohíben.

A pesar de que la mismísima Sociedad Americana de Diabetes así como el Colegio Americano de Medicina Deportiva, (a las que les prestan demasiada atención!) aconsejan la práctica de fuerza al menos 2 veces a la semana en los padecientes de DBT, tal como lo describe Colberg y colegas (Colberg SR, et al. Exercise and type 2 diabetes: the American College of Sports Medicine and the American Diabetes Association: joint position statement executive summary. Diabetes Care 2010), demasiados profesionales de las Ciencias Médicas y Nutricionistas persisten en ignorar los avances en la investigación científica y continúan indicando aquello para lo cual no solo no han sido formados, tampoco se aggiornan. Infelizmente, esa mirada al territorio aeróbico apoyada en el corazón y la glucemia, y absolutamente cegada a la masa muscular y su entrenamiento específico, ha mostrado los peores resultados, porque la DBT sigue aumentando a niveles de pandemia. Frente a esto, más medicación, dieta equivocada y caminatas, un trípode de patas cortas que sostiene, pero no mejora, la cada vez más endeble salud de la inmensa mayoría de los diabéticos.

Esta documentado que una fuerza muscular pobre se asocia con mayores riesgos de discapacidad, morbilidad y mortalidad ( Artero EG, et al. Effects of muscular strength on cardiovascular risk factors and prognosis. J Cardiopulm Rehabil Prev2012). Al respecto, Ruiz y colegas mostraron que los hombres con esta condición muscular reducida, comparados con sujetos con mayor fuerza, aumentaron la mortalidad por todas las causas, entre ellas por cáncer (23%) y por enfermedad cardiovascular (29%) (Ruiz JR, et al. Association between muscular strength and mortality in men: prospective cohort study. BMJ 2008 ).

En un trabajo reciente de Nishitani y su equipo, los autores mostraron que la DBT es un factor de riesgo independiente para la fuerza muscular baja (Nishitani M, et al. Impact of diabetes on muscle mass, muscle strength, and exercise tolerance in patients after coronary artery bypass grafting. J Cardiol 2011), pero también Anton y colegas mostraron que esta patología metabólica era predisponente para la disminución acelerada de la fuerza muscular y el estado funcional a lo largo del tiempo (Anton SD, et al. Obesity and diabetes as accelerators of functional decline: can lifestyle interventions maintain functional status in high risk older adults? Exp Gerontol 2013). En función a ello, justamente los investigadores destacan la necesidad de promover el entrenamiento de la fuerza dentro de esta población.

Quienes prescriben sin demasiado análisis entrenamientos de “cardio”, pretenden prima facie mejorar el control de la glucemia, algo documentado que acontece muy especialmente “durante el ejercicio aeróbico” y no después. Conocer sobre fibras musculares, su función, metabolismo energético, GLUT4 y receptores insulínicos es una prioridad para aclararse al respecto, algo sobre lo que hay demasiado publicado pero muy poco leído por aquellos que indican desde el consultorio.

Respecto de lo anterior, son varios los estudios que muestran que el entrenamiento de fuerza mejora el control glucémico en personas con DBT2. Sobre ello Gordon y colaboradores en una revisión sistemática muestran que entrenar esta capacidad incluso disminuye la resistencia a la insulina en adultos con dicha patología (Gordon BA, Benson AC, Bird SR, Fraser SF. Resistance training improves metabolic health in type 2 diabetes: a systematic review. Diabetes Res Clin Pract. 2009). También Strasser y Pesta mostraron recientemente que dicho entrenamiento mejora la sensibilidad a la insulina en virtud a varias adaptaciones que incluyen incrementos de GLUT4, aumento del número de receptores de insulina, de la proteína quinasa B (Akt), y de la enzima glucógeno sintasa así como de su actividad en los músculos específicos entrenados.

(Strasser B, Pesta D. Resistance training for diabetes prevention and therapy: experimental findings and molecular mechanisms. Biomed Res Int 2013).

A lo anterior debe agregársele que entrenar la fuerza es protagónico frente a la posibilidad de padecer sarco-dinapenia, algo plenamente documentado que padecen los portadores de DBT comparados con los sujetos control no diabéticos de la misma edad ( Leenders M, Verdijk LB, van der Hoeven L, et al. Patients with type 2 diabetes show a greater decline in muscle mass, muscle strength, and functional capacity with aging. J Am Med Dir Assoc 2013).

En lo que refiere a ejercitaciones en personas con DBT1, en un interesante trabajo de Yardley y colegas los autores verificaron que, de manera aguda, el ejercicio de fuerza provoca menos hipoglucemia que el ejercicio aeróbico. Y además, que la realización de entrenamientos de fuerza antes del ejercicio aeróbico causa menos hipoglucemia que la realización de ejercicios aeróbicos antes del ejercicio de resistencia (Yardley JE, et al. Effects of performing resistance exercise before versus after aerobic exercise on glycemia in type 1 diabetes. Diabetes Care 2012).

Y en lo que hace al método y la metodología del entrenamiento de fuerza, Garber y su equipo definieron aspectos que finalmente delinean una manera de abordar esta capacidad con los portadores de DBT. Los autores afirman que un programa de estos debe incluir las 3 formas de acciones musculares, las concéntricas, excéntricas y estáticas. Además los ejercicios deberán ser tanto mono como multiarticulares y en todos los casos también bilaterales y unilaterales. En cuanto a la intensidad, los autores sugieren realizar los ejercicios involucrando primero grupos musculares grandes y luego los pequeños, con el objetivo de garantizar que se mantenga la tensión sin déficit de ella por fatiga. Y por la misma razón también realizar primero aquellos que involucran grandes grupos musculares y luego los pequeños. Finalmente y en cuanto a la frecuencia, se recomienda que el entrenamiento de fuerza se realice un mínimo de dos, e idealmente tres días no consecutivos por semana (Diabetes Australia and The Royal Australian College of General Practitioners and Diabetes General Practice Management of Type 2 Diabetes. Melbourne, Australia, Diabetes Australia and The Royal Australian College of General Practitioners and Diabetes, 2014).

A todo lo expresado no puede soslayarse el hecho de que todo portador de DBT tiene pérdida de fibras rápidas y además resistencia anabólica, lo que afecta obligadamente al sostenimiento de la masa muscular. Y en este punto, justamente tener presente que lo aeróbico no compromete ese modelo fibrilar ni acciona significativamente sobre el anabolismo proteico, estimulando otras vías, pero no justamente las que garantizan el sostenimiento de la masa muscular, potenciando en estas poblaciones la pérdida de fibras rápidas glucolíticas, entre otras causas, por desuso.