¿Qué rol cumple la RPE cuando no se tiene tecnología para medir la velocidad?

Publicado 15 de abril de 2021, 11:47

Juan José González Badillo, PhD

Juan José González Badillo, PhD

Consejero Científico

Respondió 21 de abril de 2021, 14:21

RPE sin tecnología

Durante los años 70 y 80 observé la ejecución del desplazamiento de cargas de centenares de deportistas en centenares de repeticiones. A través de esta observación valoraba el "grado de esfuerzo" que realizaba cada sujeto con los ejercicios cada día. Algunas veces contrastaba mi "percepción" con la que había tenido el sujeto, aunque, naturalmente, la valoración más fiable para mí era la mía. El deportista siempre está condicionado por otros factores y las consecuencias que puede tener lo que diga. Estas observaciones me llevaban a valorar "si el sujeto estaba mejor o peor" de forma en cada momento, porque tenía la imagen de cuál era la dificultad propia de cada sujeto ante las distintas cargas absolutas, "pero, naturalmente, no podía saber qué intensidad relativa concreta significaba para el sujeto la carga que desplazaba cada día". Cuando "percibía" que la velocidad de ejecución estaba por debajo o por encima de lo que había estado otros días, me atrevía a modificar la carga. Durante este tiempo fui madurando la idea de que era necesario disponer de una valoración más precisa e inmediata y, naturalmente, independiente de la percepción subjetiva. Esto me llevó al final de los años 80 a proponer la medición de la velocidad (lo que venía observando diariamente) como procedimiento para la dosificación, control y evaluación del entrenamiento (esta propuesta se publicó en el año 1991). Volver a estas alturas a lo que hacía en los años 70 no tendría ningún sentido.

Si le propones a un sujeto medianamente entrenado que levante 20 kg, te dirá que los levantó "muy fácilmente" (tú dices, pues a esto le pongo un 1), si después le dices que levante 30 kg, te dirá que le ha constado "algo más de esfuerzo, pero no mucho" (entonces tú dices, pues a este le pongo un 2), y así sucesivamente, hasta que se llega a la máxima carga que puede desplazar, y el sujeto te dirá: "me ha costado muchísimo esfuerzo, ya no puede levantar más" (entonces tú dices, pues a esto le pongo un 10). Después calculas el porcentaje que ha supuesto cada una de las cargas que levantó el sujeto (estos porcentajes pueden ser bastante erróneos, porque las velocidades con las RMs pueden haber sido muy distintas a las velocidades propias del ejercicio, algo que nunca se tiene en cuenta). Si pones en el eje "X" los número que tú has puesto y en el eje "Y" los porcentajes, siempre obtendrás una alta correlación (todo el mundo es consciente, hasta los más sedentarios o menos relacionados con el entrenamiento) de que cuanto mayor es la carga, más esfuerzo exige desplazarla (alta correlación), lo cual parece un "gran descubrimiento de hoy día". Esto te lleva a proponer que si el sujeto dice que el desplazamiento de la carga "le ha costado x esfuerzo" (la escala la haces tú como te parezca), eso significa un determinado porcentaje de la RM. 

Pretender que está determinación de la intensidad relativa es precisa, e incluso que se diga, en algunos casos, que es más precisa que midiendo la velocidad, es lamentable. Es un retroceso muy notable en el camino que conduce a que el entrenamiento sea considerado algún día como algo serio y que se desarrolla en el ámbito de la ciencia. 

Esta valoración por RPE es lo que hacíamos en los años 70. Por tanto, si no se puede medir la velocidad, volver al tipo de observación que he descrito para los años 70 sería lo más razonable, pero con el mismo grado de error que hace más de 40 años. Aunque presiento que el error sería bastante mayor ahora, porque para hacer aquello medianamente bien debían cumplirse dos condiciones: 1) tener una gran experiencia en el entrenamiento de fuerza y 2) observar cada movimiento cada día a cada sujeto. Dos personas pueden "mirar lo mismo", y una de ellas observar / ver lo que ocurre, y otra no "observar", o no "ver" nada u "observar o ver" algo muy muy distinto de la realidad (un grado alto de error).

Un saludo

Juan José