Correlatos socioecológicos de la actividad física en supervivientes de cáncer de mama y colon 4 años después de la participación en un ensayo de ejercicio controlado aleatorio (estudio PACT)

Resumen

Antecedentes

Tener un estilo de vida físicamente activo después del diagnóstico de cáncer es beneficioso para la salud y es necesario continuarlo durante la supervivencia para optimizar los beneficios a largo plazo. Descubrimos que los pacientes que participaron en una intervención de ejercicio de 18 semanas informaron niveles de actividad física (AF) significativamente más altos 4 años después de participar en un ensayo controlado aleatorio de ejercicio supervisado durante la quimioterapia (estudio PACT). Este estudio tuvo como objetivo identificar correlatos socioecológicos de los niveles de AF en sobrevivientes de cáncer de mama y colon 4 años después de la participación en el estudio PACT.

Métodos

Los niveles de AF autoinformados y sus posibles correlatos (p. ej., condición física, fatiga, historial de ejercicio y entorno construido) se evaluaron en 127 sobrevivientes de cáncer de mama y colon poco después del diagnóstico (valor inicial), después de la intervención y 4 años después. Se realizaron análisis de regresión lineal multivariable para identificar correlatos socioecológicos de la AF 4 años después del inicio.

Resultados

El modelo final reveló que una fatiga física inicial más baja (β = -0,25; IC del 95 %: -0,26; -0,24) y una AF total inicial más alta (0,06, IC del 95 %: 0,03; 0,10) se correlacionaron con niveles más altos de AF total 4 años después. -base. Mayor actividad física inicial de ocio y deporte (0,02; IC del 95 %: 0,01; 0,03), más instalaciones recreativas dentro de una zona de amortiguamiento de 1 km (4,05, IC del 95 % = 1,28; 6,83), menor fatiga física a los 4 años de seguimiento (- 8,07; IC del 95 %: -14,00; -2,13), y tener un cambio positivo en la fatiga física durante el período de intervención. (0,04; IC del 95 %: 0,001; 0,07) fueron correlatos de los niveles de actividad física deportiva y de ocio 4 años después del inicio.

Conclusiones

Este estudio sugiere que la fatiga física inicial y 4 años después del inicio, y el comportamiento de ejercicio anterior, fueron correlatos significativos de la AF 4 años después de la participación en una prueba de ejercicio. Además, este estudio sugiere que se debe tener en cuenta el entorno construido al promover la AP. La comprensión de los correlatos socioecológicos de la AF puede proporcionar información sobre cómo se deben diseñar futuras intervenciones de ejercicio para promover la conducta de ejercicio a largo plazo.

Registro de prueba

Ensayos controlados actuales ISRCTN43801571, registro de ensayos holandés NTR2138. Juicio registrado el 9 de diciembre de 2009,

http://www.trialregister.nl/trialreg/admin/rctview.asp?TC=2138

Antecedentes

Cada vez hay más evidencia que respalda el papel de la actividad física (AF), tanto durante como después del tratamiento del cáncer, como una intervención eficaz para mejorar la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) (1), mejorar la aptitud cardiorrespiratoria (2), disminuir la fatiga relacionada con el cáncer (3), y posiblemente incluso para mejorar la supervivencia y reducir el riesgo de recurrencia (4,5). A pesar de la evidencia convincente de que la AF es beneficiosa para los sobrevivientes de cáncer, la proporción de sobrevivientes de cáncer de mama y colon que cumplen con las pautas de ejercicio de realizar al menos 150 minutos por semana de actividad física moderada a vigorosa varía del 15% al ​​44% (68). Incluso hasta 5 a 10 años después del diagnóstico, los sobrevivientes de cáncer de mama y de colon no han regresado completamente a su nivel de PA previo al diagnóstico.9,10).

Dado que existe evidencia suficiente sobre los efectos beneficiosos del ejercicio (7), se deben buscar intervenciones efectivas para mantener niveles suficientes de AF durante la supervivencia del cáncer. La comprensión de las características que influyen en los niveles de AF a largo plazo puede facilitar el desarrollo de intervenciones o consejos de ejercicio más eficaces y específicos diseñados para promover cambios de comportamiento a largo plazo.

Las características que influyen en la conducta de ejercicio han sido de interés para muchos investigadores. Se han empleado marcos teóricos, como la Teoría del Comportamiento Planificado (TPB) y la Teoría Cognitiva Social, para examinar los correlatos del comportamiento de ejercicio. Estos estudios informaron que a una edad más temprana (11,12), índice de masa corporal inferior (11), mayor autoeficacia (11), actitud positiva hacia la AF (12), y más apoyo social (11) se asociaron significativamente con niveles más altos de PA en los sobrevivientes de cáncer de mama, mientras que la edad más joven (13), niveles basales suficientes de PA (14), planificación e intención como parte del marco TPB (13), y educación superior (13) se asociaron significativamente con niveles más altos de PA en los sobrevivientes de cáncer de colon. Si bien estos correlatos tienen mérito para explicar el comportamiento en el ejercicio, cada vez hay más evidencia que muestra que el comportamiento en el ejercicio también podría estar influenciado por factores ambientales. La proximidad a destinos potenciales y la presencia de carriles para bicicletas y parques se han asociado de manera más consistente con la participación de las AP en la población general (15,16).

Por lo tanto, sería más informativo adoptar un marco teórico más amplio, como el marco socioecológico, para identificar correlatos de la AF en esta población (17). Específicamente, el marco socioecológico enfatiza el contexto ambiental de la conducta de ejercicio, al tiempo que incorpora influencias psicosociales, demográficas y físicas para identificar múltiples correlatos de la AF. Hasta ahora, los estudios se han centrado en gran medida en los aspectos individuales del modelo socioecológico con poco énfasis en el entorno construido objetivo. Además, se han realizado pocas investigaciones sobre las correlaciones de los niveles de PA años después de finalizar el tratamiento del cáncer. Mutrié et al. (2012) encontraron que aquellos que mantuvieron un estilo de vida físicamente activo 5 años después del tratamiento del cáncer aún se benefician en términos de niveles más altos de CVRS y niveles más bajos de depresión (18). Dado que se sabe que el tratamiento del cáncer tiene efectos secundarios duraderos, es necesario mantener este estilo de vida físicamente activo para optimizar los beneficios a largo plazo.

En el estudio ‘Actividad física durante el tratamiento del cáncer’ (PACT), un ensayo de ejercicio controlado aleatorio, demostramos que una intervención de ejercicio supervisado de 18 semanas (es decir, entrenamiento aeróbico y de resistencia de intensidad moderada a alta), realizada durante el tratamiento adyuvante contra el cáncer, tuvo efectos beneficiosos significativos a corto plazo sobre la fatiga física, la aptitud cardiorrespiratoria submáxima y la fuerza muscular en pacientes con cáncer de mama y colon (19,20). Además, encontramos que los pacientes que participaron en la intervención de ejercicio PACT informaron niveles de actividad física significativamente más altos cuatro años después de participar en el estudio PACT en comparación con el grupo de atención habitual (21). El propósito del presente estudio fue explorar los correlatos sociodemográficos, clínicos, psicosociales, físicos y ambientales de la AF evaluada subjetivamente en sobrevivientes de cáncer de mama y colon en promedio 4 años después de la participación en el estudio PACT.

Métodos

Entorno y participantes

Anteriormente se publicó una descripción detallada del diseño del estudio PACT (22). En resumen, el estudio original se realizó en siete hospitales de los Países Bajos entre 2010 y 2013. Este ensayo controlado multicéntrico asignó al azar a 204 pacientes con cáncer de mama y 33 de colon a cualquiera de los cuidados habituales manteniendo su patrón actual de AF (norte = 118) o al entrenamiento aeróbico y de fuerza muscular supervisado además de la atención habitual (norte = 119). Los criterios de inclusión fueron: un diagnóstico histológico de cáncer menos de seis (cáncer de mama) o diez (cáncer de colon) semanas antes del reclutamiento del estudio; etapa M0; programado para quimioterapia; edad de 25 a 75 años; no haber sido tratado por ningún cáncer en los 5 años anteriores (excepto cáncer de piel basal); capaz de leer y comprender el idioma holandés; Estado funcional de Karnovsky de ≥60; capaz de caminar 100 metros o más; y sin contraindicaciones para la AF (según la evaluación a través del Cuestionario revisado de preparación para la actividad física). Después de obtener el consentimiento informado por escrito, se realizó una aleatorización oculta generada por computadora, siguiendo una proporción de 1:1 y estratificada por edad (25–40, 40–65 y 65–75 años), tratamiento adyuvante (radioterapia sí/no antes de la quimioterapia), Para asignar a los pacientes a los dos grupos se utilizó el uso de expansor de tejido (para pacientes con cáncer de mama), el tipo de tumor y el hospital. El estudio fue aprobado por el Comité de Ética Médica del Centro Médico Universitario de Utrecht y los Consejos de Ética locales de los hospitales participantes (07-271/O).

Tres o cuatro años después de la inclusión en el estudio PACT original, el médico tratante se acercó nuevamente a 197 participantes de PACT para obtener información sobre su estado de salud actual. El presente estudio no se planeó originalmente cuando se reclutó a los participantes para el estudio PACT anterior y se solicitó nuevamente su consentimiento. Once participantes fallecieron o el oncólogo tratante los consideró no lo suficientemente sanos para participar (Higo 1). No invitamos a participantes que indicaron no estar dispuestos a completar cuestionarios en momentos posteriores (norte = 29). Se invitó a los participantes que abandonaron durante el estudio PACT original, pero que indicaron estar dispuestos a completar cuestionarios en todos los momentos posteriores. A los participantes, que firmaron un consentimiento informado por escrito, se les pidió que completaran cuestionarios en casa.

Intervención (2010-2013)

La intervención de ejercicio consistió en un programa supervisado de ejercicios aeróbicos y de fuerza muscular de 18 semanas, además de la atención habitual. Los participantes asistieron a dos sesiones de 1 hora por semana, supervisadas por un fisioterapeuta. Los ejercicios aeróbicos y de fuerza muscular se individualizaron según las preferencias y los niveles de condición física de los participantes, evaluados mediante una prueba de ejercicio cardiopulmonar y pruebas de fuerza muscular máxima de una repetición. Además de la intervención, se pidió a los participantes que realizaran actividad física durante al menos 30 minutos al día, otros tres días de la semana, según las Directrices holandesas de actividad física de 2011 (23,24). Se incorporaron los principios de la teoría cognitiva social de Bandura para promover el mantenimiento de un estilo de vida físicamente activo (25). Esta teoría enfatiza el papel de los procesos cognitivos en la determinación de comportamientos de salud como el ejercicio. El constructo más importante de esta teoría es la autoeficacia, cuyas creencias se basan en la experiencia real/de dominio, el aprendizaje indirecto/observacional, la persuasión verbal y la excitación emocional. En el programa de ejercicio supervisado PACT, abordamos los primeros tres determinantes (22).

Los participantes del grupo de control recibieron la atención habitual y se les pidió que mantuvieran su patrón habitual de actividad física hasta la semana 18. Posteriormente, se les permitió, por razones éticas, participar en programas de ejercicio ofrecidos en los Países Bajos a pacientes con cáncer después de completar el tratamiento primario.

Medida de resultado

Actividad física.

Los niveles de AF 4 años después de la participación en el estudio PACT se evaluaron mediante el Cuestionario breve para evaluar la actividad física potenciadora de la salud (SQUASH) (26). Este instrumento de autoinforme validado de 4 ítems contiene preguntas sobre desplazamientos, tiempo libre y deportes, y actividades domésticas y actividades en el trabajo y la escuela. Para cada actividad se evalúa la duración, frecuencia e intensidad. Se calcularon los minutos semanales de actividad física total de intensidad moderada a alta y de actividad deportiva y de ocio. La AF de intensidad moderada a alta se definió como ≥ 4 equivalentes metabólicos (MET) (27).

El candidato se correlaciona

Para explorar las correlaciones de la AF 4 años después del diagnóstico en sobrevivientes de cáncer de mama y colon, se combinaron los datos del grupo de intervención y de control. La intervención se agregó como correlato al modelo. Los correlatos candidatos se seleccionaron basándose en la literatura y el razonamiento clínico y se dividieron en cuatro categorías de acuerdo con el marco socioecológico (Higo 2): (1) variables sociodemográficas y clínicas, (2) factores psicosociales, (3) físicos y (4) ambientales.

uña del pulgar
Figura 2. Modelo conceptual de niveles de actividad física en sobrevivientes de cáncer de mama y colon 4 años después del diagnóstico.

https://doi.org/10.1371/journal.pone.0231663.g002

Factores sociodemográficos y clínicos.

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Publicación Original

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