Previo al abordaje del propio término, me gustaría hacer una pequeña contextualización terminológica en cuanto a diferentes definiciones que frecuentemente aparecen cuando se habla del proceso que engloba a la planificación deportiva. Y es que, no pocas veces, se intercambian definiciones de distintos conceptos pero que son tratados como si fuesen el mismo. Me refiero a términos como planificación, programación y periodización. Términos que aluden a distintos procesos (cada uno correctamente definido y que atiende a un serie de tareas estructuradas) y que trabajan para el principio de la individualización del entrenamiento de cualquier individuo (y por tanto serán elaboradas distintas propuestas en función del deportista con el que estemos trabajando). En el siguiente artículo se cita una propuesta de definición elaborada por González Badillo (1996):
“Planificación: actividad orientada a estructurar un proceso en el que aparecerán como notas específicas sobre todo aspectos globales: objetivos, técnicas y métodos y procedimientos de control y evaluación del proceso.”
“Periodización: aspectos más dedicados a secuencializar y temporalizar las actividades.”
“Programación: organizar de manera concreta y al detalle todos los elementos y factores que se proponen en la planificación: objetivos, actividades, controles, etc, dándoles un orden, una distribución en el tiempo y una secuenciación de acuerdo con unos criterios derivados de la teoría de entrenamiento (conocimientos procesos adaptativos).”
El macrociclo es una estructura que forma parte del proceso de periodización. Éste se define, como su propia palabra indica, por una sección que cubre un gran tiempo de entrenamiento (gran ciclo), cuyo objetivo es llevar la capacidad de prestación o desempeño del atleta o equipo al nivel más alto (Solé, 2006). Su duración suele oscilar desde 3 a 12 meses, y para entender el gran margen temporal mencionado, es necesario mencionar previamente la “forma deportiva”.
La forma deportiva es el estado de predisposición del deportista que conducirá hacia un determinado resultado en los diferentes eventos deportivos donde éste participe. Engloba de forma holística todos los componentes que rodean al deportista y el entrenamiento (componentes físico, técnico, táctico y psíquico), y será la conjunta armonía de todos estos aspectos la que conformará la predisposición óptima que le otorgue un máximo rendimiento deportivo (Matveev, 1988). Dicha forma se consigue tras la aplicación de las diferentes cargas de entrenamiento, las cuales pueden administrarse según diferentes modelos de periodización. La administración de las cargas varía dependiendo del modelo ejecutado, pudiéndose aplicar de forma regular, acentuada o concentrada (en el término mesociclo de nuestra enciclopedia se desarrolla en mayor detalle este aspecto). De esta forma será el número y ubicación de las competiciones y la estrategia de periodización que elijamos (atendiendo criterios como el calendario del deportista, su estado de forma actual, historial deportivo, lesiones, etc.) el que determinará el total de macrociclos (y su duración) presentes en la temporada.
La estructura que sigue el macrociclo viene determinada por el carácter dinámico de la forma deportiva. Como afirma Weineck (1988) “el entrenamiento deportivo es en términos generales un proceso permanente de adaptación a la carga de trabajo”, es decir, que para llegar a un estado óptimo de forma, el deportista está sometido a un continuo proceso de administración de distintas cargas. Tras un periodo largo de administración de continuos y crecientes estímulos que buscan la constante mejora del rendimiento, el deportista llega a un punto donde la aplicación de más cargas estresantes puede conducir a una probable disminución del rendimiento, aparición de lesiones y/o a síndromes de sobreentrenamiento (ya que el deportista no deja de ser un sistema biológico que sigue la ley de la bioadaptación).
Teniendo en cuenta todo lo mencionado hasta ahora, e independientemente del modelo de periodización seleccionado, la estructura de todo macrociclo persigue una mejora de la forma deportiva para estar en plenas facultades y afrontar con mayor probabilidad de éxito la competición o el periodo competitivo. Así entonces, dentro del macrociclo (figura 1), se diferencian las distintas fases (Matveev, 1977):
- Fase de adquisición de la forma: tiene por objetivo aumentar la condición del deportista. Suele ocupar la mayor parte del macrociclo.
- Fase de mantenimiento de la forma: persigue la estabilización de la forma. Esta fase coincide con las competiciones más importantes.
- Fase de recuperación o pérdida de la forma: su finalidad es la recuperación de las cargas intensivas soportadas por el deportista.
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