1Facultad de Formación del Profesorado. Universidad de Extremadura
2Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Universidad de Extremadura
Resumen
Abstract
INTRODUCCIÓN
El sobrepeso y la obesidad, a día de hoy, es considerado uno de los grandes problemas de salud que constituyen la causa inmediata de numerosas enfermedades, de las cuales, gran parte de ellas llevan asociada una alta tasa de mortalidad, con alrededor de 120.000 muertes derivadas de manera más o menos directa, del exceso de peso (Sánchez, Jiménez, Fernández y Sánchez, 2013). La International Obesity Task Force (IOTF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la consideran como la “epidemia del Siglo XXI” (García, Calahorro, Torres, &, 2010; OMS , 2000).
La obesidad infantil aumenta el riesgo de aparición de enfermedades en la edad adulta, como hipertensión, diabetes mellitus y enfermedades cardiovasculares (Weiss, 2005).
La edad escolar y la adolescencia son unas etapas cruciales para la configuración de los hábitos alimentarios y otros estilos de vida que persistirán en etapas posteriores, con repercusiones, no sólo en esta etapa en cuanto al posible impacto como factor de riesgo, sino también en la edad adulta incluso en la senectud (Aranceta, Serra, Ribas, & Pérez, 2004).
La prevalencia de la obesidad puede ser muy diferente entre regiones o zonas del mismo país. En países desarrollados con un producto interior bruto bajo, los habitantes de las áreas urbanas tienen más probabilidades de padecer sobrepeso y obesidad que las personas que viven en áreas rurales. Sin embargo, al aumentar el producto interior bruto, esta variación disminuye y la prevalencia de sobrepeso y obesidad en las áreas rurales y urbanas son similares en la mayoría de los países (Peytremann-Bridevaux, Faeh, & Santos-Eggimann, 2007). Esta tendencia puede deberse al crecimiento económico que comienza primero en las ciudades y se extiende progresivamente a las regiones rurales (Mendez, Monteiro & Popkin, 2005).
Aunque existen estudios que indican índices elevados de obesidad infantil en las zonas rurales, carecen de comparaciones directas entre los niños de áreas urbanas y rurales (Crooks, 2000). A pesar de las pruebas que sugieren que los niños rurales tienen mayores probabilidades de ser obesos que los niños urbanos, los resultados de la comparación directa entre los estudios deben abordarse con cautela (Davy, Harrell, & Stewart, 2004).
Actualmente el sobrepeso y la obesidad representan uno de los mayores problemas de salud a nivel mundial y causantes de altas tasa de mortalidad, en todos los rangos de edades. Briz, Cos y Amate (2007) cifran 1 de cada 10 niños, en el mundo, los que sufren sobrepeso, y que vienen a sumar alrededor de 155 millones de niños.
En Europa, alrededor de unos 14 millones de niños sufren de sobrepeso, que vienen a suponer un promedio de 1 de cada 4 niños. Centrándonos, en el intervalo de 8-17 años de edad, el porcentaje de sobrepeso es del 26% y el de obesidad de 12%. Esto es, la escalofriante y excesiva media de 4 de cada 10 niños con sobrepeso hace disparar todas las alarmas, así como la necesidad imperiosa de encontrar soluciones a un grave y creciente problema.
Durante el Congreso Europeo de Obesidad, se ofreció un dato en el cual se mostraba una predicción en la que en el año 2030 alrededor de un 89% de los hombres irlandeses padecerán sobrepeso, y el 49% obesidad. Para España se establece que el 58% de las españolas padecerá sobrepeso y un 21% obesidad. Este estudio vaticina que más del 50% de la población padecerá obesidad en el año 2030 (Webber et al., 2014).
Según la OMS (2014) en cuanto a las causas que se sitúan en el origen del sobrepeso, en primer término, podríamos encontrar que se produce esencialmente por una gran diferencia entre una ingesta calórica rica en grasas y el bajo consumo de estas grasas por parte de nuestro organismo. Este bajo consumo de grasas, es debido en gran medida a la falta de actividad física y que como acabamos de señalar, puede conducir a generar sobrepeso y obesidad.
Son numerosos los autores que discuten si a la hora de marcarse el objetivo de perder peso y adelgazar, como medio preventivo del sobrepeso y la obesidad, lo adecuado es controlar la dieta, practicar actividad física o combinar ambos métodos (Amati, Dubé, Shay, & Goodpaster, 2008; Ross, et al., 2000).
En España, como gran medida de prevención secundaria, existe desde el año 2005 la estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), que sigue la línea de los organismo sanitarios internacionales (OMS, Unión Europea…) y que tiene como finalidad principal invertir la tendencia de prevalencia de la obesidad mediante el fomento de una alimentación saludable y la práctica de la actividad física, para así, reducir las tasas de morbilidad y mortalidad propias de esta enfermedad.
Desde una perspectiva geográfica y social, en el trabajo de De la Cruz et al. (2012) se puede observar cómo tanto los niños como las niñas de 9 a 10 años en la Comunidad Autónoma de Extremadura, presentan de forma genérica mejor nivel de condición física en el entorno rural que en el urbano. En este mismo trabajo, también se muestra cómo no existe diferencia alguna en el índice de masa corporal (IMC) entre el entorno rural y el urbano.
El objetivo principal del presente estudio ha sido establecer la prevalencia del sobrepeso y de la obesidad infantil en el entorno rural y en el entorno urbano de una determinada área geográfica de Cáceres y Salamanca.
MATERIAL Y MÉTODO
Se realizó un estudio descriptivo transversal. Para este fin, la población de estudio estuvo formada por 334 sujetos (145 niñas y 189 niños) que participaron voluntariamente en el estudio previa autorización de los padres, de edades comprendidas entre los 6 y 14 años. Participaron una población rural y otra urbana de la provincia de Cáceres (Extremadura) y una población rural y otra urbana de la provincia de Salamanca (Castilla y León).
Se realizaron reuniones en todos los centros educativos de las diferentes localidades participantes para informar a los padres y así pudieran tomar la decisión de si su hijo/a participaba o no en dicho estudio.
Los padres de los niños y niñas participantes dieron el consentimiento informado, garantizándose la confidencialidad de los datos, cumpliendo los principios de la declaración de Helsinky y sus revisiones posteriores para estudios en humanos. El presente estudio fue aprobado por el Comité de Bioética de la Universidad de Extremadura.
Las variables estudiadas fueron las medidas antropométricas peso (Kg) y talla (m) de cada sujeto. Se utilizó para ello una báscula-tallímetro (SECA, Model 767; SECA, Model 220, Vogel&Halke Hamburg, Alemania), se realizaron dos mediciones de cada variable y se registró el valor medio de dichas medidas. A continuación se calculó el IMC (IMC: peso (kg) / talla2 (m)) para determinar el sobrepeso y la obesidad.
El porcentaje de grasa corporal se determinó mediante bioimpedancia eléctrica utilizando el instrumento Tanita BF-350 (Tanita Corp., Japón). Para la realización de la bioimpedancia y asegurar la predicción de la misma se siguieron las recomendaciones del Grupo Español de Cineantropometría (Ramón, Cabañas-Armesilla, de Lucas, Riaza, Pascua, Manzañido, et al., 2010): no comer ni beber en las 4 horas previas al test de bioimpedancia, no realizar ejercicio extenuante 12 horas antes, orinar 30 minutos antes del test, no consumir alcohol 48 horas antes, no tomar diuréticos 7 días antes, no realizar preferentemente la bioimpedancia en fase lútea (retención de líquidos), retirar todo elemento metálico del cuerpo.
Se emplearon como criterios para definir el sobrepeso y la obesidad los valores de los percentiles 85 y 97 específicos por edad y sexo, respectivamente, de la distribución del IMC de la Fundación Orbegozo (Sobradillo, Aguirre, Aresti, Bilbao, Fernández, Lizárraga, et al. 2004), criterios propuestos por Rollad-Cachera y empleado en varios estudios epidemiológicos europeos (Rolland-Cachera, Deheger & Bellisle, 2001). Se emplearon como criterios para definir sobrepeso y obesidad a través del % graso los estándares de Marrodán et al. (2006), que ofrecen la distribución percentilar para en población infantil y juvenil española.
Todas las determinaciones se realizaron consecutivamente, por la mañana (entre las 9.00 y las 14.00 horas) y por el mismo observador.
Para el procesamiento y el análisis de los datos, se han calculado las prevalencias de sobrepeso y obesidad, con sus correspondientes intervalos de confianza del 95% (IC95%), para datos generales. Posteriormente se realizó un estudio de frecuencias y los datos se expresaron mediante porcentajes, todo ello se realizó con el paquete estadístico SPSS 24.0.
RESULTADO
En la tabla 1 se muestran los resultados por porcentajes del IMC separados en entorno rural y urbano del total de la muestra del estudio.
Tabla 1. Prevalencia del sobrepeso y la obesidad según percentiles de IMC separados en entorno rural y urbano.
En la tabla 2 se muestran los resultados del porcentaje graso del entorno rural y urbano del total de toda la muestra del estudio.
Tabla 2. Prevalencia del sobrepeso y la obesidad según percentiles de % graso separados en entorno rural y urbano.
En la tabla 3 se muestran los resultados de IMC en las poblaciones de la provincia de Cáceres sesgadas por género y población.
Tabla 3. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en la provincia de Cáceres en base al IMC.
En la tabla 4 se muestran los resultados de IMC en las poblaciones de la provincia de Salamanca sesgadas por género y población.
Tabla 4. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en la provincia de Salamanca en base al IMC.
En la tabla 5 se muestran los resultados de % graso en las poblaciones de la provincia de Cáceres sesgadas por género y población.
Tabla 5. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en la provincia de Cáceres en base al % graso.
En la tabla 6 se muestran los resultados de % graso en las poblaciones de la provincia de Salamanca sesgadas por género y población.
Tabla 6. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en la provincia de Salamanca en base al % graso.
DISCUSIÓN
En la actualidad, el estudio de la composición corporal en la infancia tiene cada vez un mayor interés, debido al aumento en estas edades a padecer sobrepeso y la obesidad. El IMC es la fórmula de adiposidad más utilizada para estudios poblacionales, aunque es necesario cuantificar la grasa corporal de forma más precisa en diversas situaciones clínicas (Grijota, Robles, Muñoz & Maynar, 2016).
Recientemente se ha realizado en España el estudio enKid en el año 2000, en el que se evaluaron chicos y chicas de edades comprendidas entre los 2 y 24 años. Obtuvieron unos resultados de obesidad de 15,5% para chicos y 12% para chicas (Serra et al., 2000). En el año 2008 se realizó un estudio de obesidad infantil en niños de 3 a 12 años en la Comunidad Autónoma de Extremadura (Torres, Tormo, Campillo, Carmona, Torres, Reymundo, et al., 2008) en el que obtuvieron los siguientes valores basados en el índice de masa corporal; un 20,5% de la población estudiada presentaba sobrepeso y un 9,5% obesidad. Más recientemente Grijota et al. (2016) obtuvieron en el año 2015 valores de sobrepeso y obesidad de 17,9% y 8,2% respectivamente en la localidad extremeña de Villanueva de la Serena.
En el año 2011 se llevó a cabo por el Ministerio de Educación y Ciencia el estudio PRONAF (2011). En dicho estudio se expusieron valores representativos de toda la población infantil española y se obtuvo un porcentaje de sobrepeso del 26,1% y un porcentaje de obesidad infantil del 19,1%. Estos valores son muy similares a los obtenidos en nuestro estudio.
En el último estudio ALADINO entre 2013 y 2015 la prevalencia de sobrepeso y obesidad en el 2013 era del 24.6% (24.2% en niños y 24.9% en niñas) y del 18.4% (21.4% en niños y 15.5% en niñas) respectivamente. En el mismo estudio realizado en 2015, los resultados fueron prácticamente similares; con una prevalencia de sobrepeso del 23.2% mientras que la de la obesidad es del 18.1%. Todos estos resultados son mayores a los hallados en nuestro estudio.
Podemos destacar cómo la incidencia de la obesidad y el sobrepeso están aumentando en España a medida que pasan los años, incluso en la población que hemos llevado a cabo el estudio se obtienen porcentajes superiores a la media nacional.
En cuanto a los diversos estudios comparativos entre los ámbitos rurales y urbanos, existen grandes diferencias en cuanto a los resultados y conclusiones sobre las causas o factores que influyen en ellos. En el estudio de De la Cruz et al. (2012), obtuvieron unos porcentajes de obesidad infantil en el medio rural de 18,13% mientras que en el entorno urbano obtuvieron un 18,5%. En el presente estudio, se han obtenido un 14,75% de obesidad para el entorno rural y un 11,26% para el entorno urbano. Esto nos demuestra que ambos entornos, se encuentran por debajo de la media establecida en el trabajo de De la Cruz. Consideramos que este es el hallazgo que más llama la atención en nuestro estudio ya que simplemente hay apenas 7 años de diferencia entre un estudio y otro en la misma comunidad autónoma pero parece que la prevalencia se está invirtiendo, aumentando esta en el entorno rural por encima del urbano. Pero existe la necesidad de hacer un estudio a gran escala autonómica para saber cuál es realmente la tendencia.
El entorno y el medio rural por sus características ambientales pareciera que facilita la actividad en edad infantil por la gran cantidad de espacios libres y abiertos, con menor tráfico, facilidad de movilidad con medios no mecánicos, por menor peligro de accidentes y más seguros, mayor seguridad ciudadana y por supuesto, una relación interpersonal más óptima y fácil con personas de la misma edad (Salmon & Timperio, 2007).
Centrándonos en nuestro propio estudio, los valores tanto en el IMC como en el % graso son superiores en los chicos y chicas del entorno rural. Algunos estudios demuestran que los individuos que residen en zonas rurales practican menor cantidad de actividad física de manera habitual (Martin, Kirkner, Mayo, Matthews, Durstine, & Hebert, 2005), tal y como sugieren nuestros resultados, por ello, es posible que en los entornos rurales debieran provocar unos hábitos de vida muchos más activos en un principio y de forma general.
Suponemos que una de las razones por las que esto ocurre puede ser el hecho de una menor oferta en cuanto a actividades extraescolares y la falta de población que influye en la existencia entidades y asociaciones deportivas que puedan promocionar la práctica deportiva, así como la falta de recursos socioeconómicos en las zonas rurales frente a lo que ocurre en el entorno urbano.
En cuanto al porcentaje graso y su comparación entre niños y niñas, el exceso de adiposidad es lo que puede aportar mayor precisión a la determinación de los límites de lo que se considera sobrepeso y obesidad. Teniendo en cuenta las limitaciones del IMC a la hora de establecer un diagnóstico preciso del exceso ponderal, se recomienda la utilización añadida del porcentaje de grasa (Marrodan et al., 2016). No son muchos los trabajos que se centren en evaluar este dato aisladamente, pues casi todos se basan en el estudio de IMC ayudándose de diversas pruebas o test físicos. Sin embargo, en el estudio de Tsimeas, Tsiokanos, Koutedakis, Tsigilis y Kellis (2005), que se realizó en Grecia comparando el nivel de actividad física y valores antropométricos entre sexos y una población rural y otra urbana, el mayor porcentaje de grasa corporal, se encontraba en el subgrupo de las niñas (≈25% de la muestra), mientras que en el presente trabajo, el porcentaje de niñas con exceso de grasa corporal no supera el 10%, lo que hace que el mayor porcentaje de grasa lo ocupen los niños.
La estimación del exceso de grasa en los 30 países más desarrollados del mundo es sustancialmente más alta que la prevalencia de adultos y niños obesos y con sobrepeso en todo el mundo y destaca la gravedad esta pandemia. Independientemente de los valores de IMC, los individuos excesivamente grasos tienen un alto grado de desregulación cardiometabólica que puede promover factores de riesgo de enfermedad crónica, aumento de morbilidad y mortalidad, reducción de la calidad de vida y una carga económica creciente. Como una acción de salud pública insatisfecha, es crucial identificar clínicamente a las personas que están con exceso de tejido graso para implementar estrategias exitosas de tratamiento y prevención (Maffetone, 2017).
CONCLUSIONES
1. Los resultados de nuestro estudio muestran una prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil inferiores a los de la media nacional obtenida mediante el último estudio ALADINO en cuanto a IMC, tanto en sobrepeso (23,2% vs 15,01%) como en obesidad (18,1 vs 13,02%).
2. La muestra del medio rural de nuestro estudio, presenta una prevalencia de sobrepeso (15,93%) y obesidad (14,95%), superior a la hallada en el medio urbano (14,89% y 11,26%) en cuanto a IMC.
3. La muestra del medio rural de nuestro estudio, presenta una prevalencia de sobrepeso (19,88%) y obesidad (20,31%), superior a la hallada en el medio urbano (14,59% y 15,07%) en cuanto al % graso.
4. Las chicas presentan una prevalencia inferior de obesidad respecto a los chicos en todas las poblaciones del estudio, ya sea en base al IMC o en base al % graso.
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