Cada vez más niños y jóvenes luchan por hacer frente a su salud mental. ¿Cómo pueden los profesores ayudar a promover la salud mental positiva en las escuelas?
En todas las escuelas hay niños y jóvenes que luchan con su salud mental. Los maestros están bien posicionados para marcar la diferencia para estos estudiantes al crear aulas que promuevan el aprendizaje, la seguridad, la inclusión y el compromiso para todos. Uno de cada ocho alumnos padece un trastorno de salud mental (NHS Digital, 2017), promover la salud mental positiva en las escuelas nunca ha sido tan importante.
Las escuelas siempre se han centrado en el bienestar físico, pero la idea de abordar la salud mental es relativamente nueva. En febrero de 2019 se anunció una iniciativa en todo el Reino Unido. Alrededor de 370 escuelas participarán en un ensayo destinado a apoyar la salud mental y el bienestar. Adaptado de Educación Física y para la Salud en Canadáeste artículo le brinda las herramientas necesarias para promover una salud mental positiva en el aula.
Comprender la salud mental y la resiliencia
La salud mental tiene varios nombres. Estos incluyen salud emocional, bienestar emocional, resiliencia y enfermedades mentales. La Organización Mundial de la Salud (2014) lo define como “un estado de bienestar en el que… (un) individuo se da cuenta de su propio potencial, puede hacer frente al estrés normal de la vida, puede trabajar de manera productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Pensar en la salud mental no solo como una falta de enfermedad sino también como la presencia de bienestar nos ha dado una idea de cómo involucrar e incluir a los estudiantes en el aula. Para ayudarnos a comprender mejor las partes de enfermedad y bienestar de la salud mental, podemos observar el modelo de continuo dual (figura 1) ofrecido por Keyes (2002).

Un estudiante podría tener una enfermedad mental y aun así experimentar un bienestar mental positivo si participa en un tratamiento eficaz y tiene una buena red de apoyo. Por otro lado, un estudiante que no padece ninguna enfermedad mental puede experimentar bajos niveles de bienestar mental por diversos motivos. Puede buscar ejemplos e invitar a sus alumnos a hacer lo mismo. Muchos atletas exitosos, incluidos Michael Phelps, Ricky Hatton y Clarke Carlisle, han hablado abiertamente de sus batallas con la salud mental.
Cuando combinamos las ideas de enfermedad y bienestar, podemos crear un marco valioso para incluir a los niños y apoyar su desarrollo saludable. El bienestar incluye tanto componentes emocionales (por ejemplo, felicidad, satisfacción con la vida) como componentes psicológicos (por ejemplo, autoaceptación, sentido de propósito). Afortunadamente, hay algunas cosas que podemos hacer en el aula para ayudar a los estudiantes a desarrollar la autoconciencia, habilidades de afrontamiento saludables, buenas relaciones e independencia.
Notar la salud mental y el comportamiento de los estudiantes.
Según una investigación de 2015, uno de cada cinco niños en todo el mundo desarrollará una enfermedad mental diagnosticable. Además, muchas enfermedades mentales surgen entre los cuatro y los 24 años. Con las noticias recientes sobre las trágicas luchas de los niños con la salud mental, es difícil ignorar el repentino aumento de los problemas de salud mental entre los jóvenes.
Los profesores están bien situados para observar y atender la salud mental de los estudiantes al menos de tres maneras:
- A medida que adquiera más experiencia, verá la diferencia entre el desarrollo típico y el atípico. ¿Nota que un niño no puede funcionar mientras otros prosperan? También puede buscar patrones de asistencia, aquellos que llegan tarde o se van temprano. Faltar parte del día escolar puede estar relacionado con la ansiedad. Intente dejar que estos niños lleguen a clase cinco minutos antes. Esta práctica les permite instalarse antes de que llegue el resto de la clase. Permitiéndoles comenzar las lecciones con calma, en lugar de con mayor ansiedad.
- A menudo verá estudiantes en situaciones que exigen mucho su concentración, regulación emocional, capacidad para afrontar el estrés y capacidad tanto en el juego como en situaciones sociales. ¿Ves diferencias en cómo afrontan el tiempo estructurado y no estructurado? ¿Están con compañeros o solos? Piense en el niño que siempre parece estar al margen de las cosas, tal vez luciendo desmotivado o desconectado. Cuando los niños no se las arreglan
estrés a menudo se portan mal o se vuelven retraídos. - Se construyen relaciones con los niños de muchas maneras. Tienes la oportunidad de darles la bienvenida a tu salón de clases, conocerlos y hacer de tu clase un lugar seguro. Si sabe que un estudiante tiene dificultades con algo, déjele espacio y pregúntele cómo le va. Es posible que los estudiantes no quieran compartir, pero sabrán que usted lo notó. Esta puede ser una experiencia poderosa para los niños que se sienten solos o aislados.
Diferentes tipos de estrés
Los niños son bastante observadores y aprenden a interpretar su propio estrés observando a los demás. Suelen hacerlo bien si se les dice que lo que sienten es útil. En estos casos, se centran en aprender las habilidades necesarias para tener éxito en la situación dada. Si tienen éxito, el estrés desaparece. Aprenden de esto y aplican las mismas estrategias en el futuro.
El estrés ocurre cada vez que nos enfrentamos a un desafío o cambio en nuestro entorno que exige nuestra adaptación.
Por otro lado, si a los niños se les dice que lo que sienten es perjudicial, es posible que dediquen gran parte de su tiempo a tratar de calmar el estrés o evitar la situación. Ambos resultados pueden conducir a una mala adaptación y una menor resiliencia. Como profesor, es importante recordar que usted desempeña un papel clave a la hora de ayudar a los estudiantes a afrontar el estrés de forma constructiva.
Sin embargo, no todo el estrés es igual. La gente olvida que existen enormes diferencias entre estos distintos tipos. Como resultado, a menudo confunden el estrés cotidiano con el estrés tóxico. Esta confusión podría explicar por qué muchos educadores consideran que el estrés es malo. Cuando en realidad, la mayor parte del estrés es saludable y necesario para el crecimiento humano. El Centro de Harvard para el Desarrollo Infantil resume tres tipos de estrés. Estos incluyen:
- Respuesta positiva al estrés: Una parte normal y esencial del desarrollo saludable. Para los niños, esto podría ser cosas como conocer a un nuevo maestro, ir a una nueva escuela o actuar en el escenario.
- Respuesta tolerable al estrés: Esto activa los sistemas de alerta del cuerpo en mayor medida que las respuestas positivas al estrés. En el caso de los niños, esto podría ser una mudanza, un duelo familiar o el diagnóstico de una enfermedad crónica (por ejemplo, asma o diabetes).
- Respuesta al estrés tóxico: Esto puede ocurrir cuando un niño experimenta adversidades fuertes, frecuentes o prolongadas. Estos incluyen viviendas inseguras, abuso físico o emocional y negligencia crónica.
Ayudar a los estudiantes a controlar el estrés
A continuación se presentan algunas estrategias a tener en cuenta al ayudar a los estudiantes a desarrollar las habilidades para afrontar el estrés.
- Si es posible, brinde a los estudiantes opciones con respecto a las evaluaciones. Es probable que un estudiante que experimente ansiedad relacionada con el desempeño se vea influenciado negativamente por la ansiedad.
- Empiece poco a poco y concéntrese en desarrollar su capacidad. Todos nos beneficiamos de las oportunidades para aprender, practicar y recibir comentarios constructivos.
- Explore formas sencillas de desarrollar una sensación de dominio en su salón de clases. Por ejemplo, podría utilizar el aprendizaje cooperativo.
También hay algunos factores individuales a considerar.
- ¿Posee el estudiante las habilidades necesarias para completar la tarea? Algunos estudiantes pueden necesitar entrenamiento o práctica adicional.
- ¿Es la persona naturalmente más abierta o más resistente a nuevas experiencias? Algunos estudiantes pueden necesitar estímulo y tiempo para explorar nuevas experiencias.
- ¿La persona está generalmente más ansiosa o menos ansiosa? Para los estudiantes que tienden a estar más ansiosos por la vida en general, recordar los momentos en los que afrontaron eficazmente la ansiedad puede ayudarles a generalizar las habilidades relevantes a situaciones nuevas.
- ¿La tarea es simple, claramente explicada y cuenta con buenos recursos (por ejemplo, en términos de tiempo, materiales y apoyo)? Puede resultar útil dividir una tarea grande en pasos más pequeños, proporcionar herramientas (p. ej., un esquema) y recordatorios (p. ej., carteles u hojas de instrucciones) y comprobarlo con frecuencia.
Normalizar los debates sobre salud mental en las escuelas
Hablar de salud mental puede ser un desafío. Es natural sentir aprensión al hacerlo. Sin embargo, hablar sobre salud mental la normaliza aún más, enviando mensajes a los estudiantes de que está bien hablar de ello.
La clave para enseñar sobre salud mental es hacerla parte de las experiencias cotidianas. Una forma de hacerlo es reconocer las conexiones naturales y bien establecidas entre la salud física y mental. De esta manera, puede ayudar a los estudiantes a comprender que aprender a afrontar el estrés y la angustia es una parte esencial de una vida saludable. Revise su idioma y ayude a los estudiantes a desarrollar el vocabulario para describir la salud mental de manera que eviten burlarse, minimizar y excluir. Hable sobre estereotipos, estigmas y sobre ser parte de una comunidad en la que las personas se apoyan y se preocupan unas por otras.
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